A los 75 años, y luego de atravesar una enfermedad de cáncer de pulmón, diagnosticada el año pasado, falleció el actor Emilio Disi. Emilio Parada –tal su apellido– podría haberse enrolado en la categoría de “capocómico”, como una de las figuras masculinas de las buenas épocas de los teatros de revistas, y de los programas “de humor picaresco” o “familiar”, que gozaron de alto rating en los canales de TV abierta. Lo que es seguro es que buena parte de su trabajo no pasaría los cánones actuales de la corrección política, movimiento de mujeres mediante. 

Volver sobre sus trabajos televisivos hoy guardados en YouTube, de hecho, es volver sobre una época. Allí están sketches como “El levante” o “El novio de la nena”, de Rompeportones. O los de Petardo, o Brigada cola, en los 90. O los de La peluquería “del hijo” de Don Mateo, embadurnando con la brocha a Rolo Puente como antes lo había hecho Jorge Porcel, o después en La pelu de Flor de la Ve. En el cine aparece su dupla con Guillermo Francella en Los Extermineitors. O El telo y la tele, o las de Olmedo y Porcel como Los reyes del sablazo. O las Brigada explosiva, que gastaron cintas de Gativideo en los videoclubes. O las que siguieron de Bañeros: La playa loca, Los rompeolas... Más tarde aparecen los sketches con Susana Giménez en sucesivas temporadas de su programa. 

En toda esta trayectoria, siempre bien adornada por mujeres curvilíneas ocupando todos los lugares comunes posibles, si algo hay que reconocerle a su carrera es un recorrido coherente. Hay otro rasgo que se mantiene: Disi interpreta distintos papeles pero básicamente siempre hace de Disi. Era de aquellos comediantes que hacían jugar, ante todo, su estilo personal, su carisma y su repentismo. Y aunque los roles van variando a medida que pasan las décadas, con esas cualidades se hizo un nombre y construyó una carrera.    

La revista argentina, siempre atenta a la metáfora, lo tuvo de protagonista en obras como La noche de las pistolas frías, Qué gauchita mi mucama, Mi mujer se llama Mauricio o Marido 4x4. Todo lo que Hugo y Gerardo Sofovich le hicieron a la televisión argentina, y también al cine y al teatro de revistas, aparece como cauce natural para el trabajo de Disi durante años. A diferencia de colegas con los que compartió éxitos como Guillermo Francella, que luego fueron diversificando su perfil, Disi quedó más bien atrapado en su marca y su estilo personal como figura de la picaresca criolla. Mucho después, la dupla de Mariano Cohn y Gastón Duprat, siguiendo su costumbre de cambiar de registro, de diversos modos, a actores y actrices, lo ubicó en el cine en un papel dramático en la (muy) amarga comedia Querida, voy a comparar cigarrillos y vuelvo. 

Alguna vez defendió su trabajo como “poco valorado”: “Es el cine popular, el cine donde las críticas están escritas antes de debutar, se lo machacó y bastardeó mucho. Gracias a ese tipo de cine que hacíamos nosotros, entraba plata en el Incaa y se podían hacer muchas películas de la llamada gente joven para experimentar, y sin embargo nunca fue reconocido. Es el cine comercial e industrial que servía para hacer otra película”, aseguraba según una particular visión del séptimo arte y del funcionamiento de su industria. 

Hermano del también fallecido promotor artístico Pepe Parada (un nombre que también es en sí todo un símbolo de época para el espectáculo argentino), de chico Disi pintaba para futbolista, y llegó a jugar en las inferiores de Racing –del que era fanático–, Huracán y San Lorenzo. Por consejo de su hermano, que ya empezaba a jugar en las “grandes ligas” del teatro comercial, siendo adolescente comenzó a estudiar en el Conservatorio de Arte Dramático. El registro de su carrera comienza en 1968, con su participación en la bizarra película Humo de marihuana y, en el mismo año, en la comedia Somos los mejores, con su esposa Dorys del Valle, Carlos Balá, Luis Brandoni, Jorge Luz y Sergio Renán (y con la participación de Aníbal Troilo). Su popularidad llegó a principios de los 80 con Los hijos de López, que llevó al cine una serie de Hugo Moser. Entre los proyectos inconclusos que dejó, estaban su participación en una obra de teatro junto a su amigo Luis Brandoni, y una quinta entrega de la saga Bañeros.