La esquina más porteña

Cuatro amigos, una esquina, un idea: abrir un bar en el que vender el vermú que están elaborando juntos en Mendoza. Esa es la base de La Fuerza, que abrió sus puertas hace pocas semanas en Chacarita y promete convertirse en un clásico. También, de alguna manera, dotar a la ciudad de algo nuevo y fresco, entre la sobreabundancia de cervecerías que existe hoy (todo Palermo debería comenzar a llamarse Palermo Birra). 

La Fuerza está pensado para dejarse caer por la tardecita, a la hora que entra una luz mágica por los ventanales. Por la noche pierde algo de su encanto (hay que hacer algo con la iluminación). Si bien despachan otras bebidas, casi todos, incluido mucho público jovencísimo, arranca con un vermut ($90, hay dos por uno a la tarde) blanco o rojo, ambos deliciosos y por encima de la vara de los vermuts industriales usuales. Buena opción es acompañarlo con un triolet, alejados de esos lastimosos de algún bar quedado en el tiempo: ricos quesos, salames tandilenses, aceitunas carnosas, porotos pallares, pepinillos, pan de masamadre (tres ingredientes a elección, $130). O con alguno de los platos, pensados todos para poner en el medio y picotear (incluida la milanesa a caballo o el bife de chorizo). Los buñuelos de acelga son un hit ($160), lo mismo que la fainazetta (también $160). 

“Hace tres años empezamos a pensar en La Fuerza. Lo elaboramos en la bodega de Zuccardi en Maipú, Mendoza, a partir de 35 hierbas de las cuales diez son locales, que crecen al pie de la cordillera. Hay artemisia Mendozana, hay boldo”, enumera Julián Díaz (878, Los Galgos), que se asoció con Sebastián Zuccardi, Martín Auzmendi y Agustín Camps para este proyecto. El vermú se puede llevar en botella (de diseño precioso, $290) para el que quiera practicar también el ritual en su casa. En una época en que el vermut encuentra nuevas expresiones en todo el planeta, La Fuerza aporta una mirada de calidad y sabor. ¡Salud!

La Fuerza queda en Av. Dorrego 1409. Teléfono: 4772-4874. Horario de atención: martes a  miércoles, de 18 a 24; jueves a sábados de 18 a 1. 


Game over

Pablo Mehanna

Hamburgueserías hay muchas en Buenos Aires, tal vez demasiadas. Pero son pocas las que juegan en primera liga, o que están pidiendo pista para entrar en esa categoría, destacando por encima del resto. Entre las consagradas se puede nombrar a La Birra, Dogg, Tierra de Nadie, Burger Joint, Pony Line. Y entre las que están camino a serlo, no es exagerado nombrar a Burgertify. 

El lugar abrió hace apenas seis meses y sus dueños son dos jóvenes venezolanos, Kevin y Gerardo, que vinieron a Buenos Aires como tantos pares en el último tiempo. Con un presupuesto acotado, montaron un local sencillo y de estética gamer en Palermo, repleto de referencias a los juegos retro de sus infancias, explicitados en la estética y en el menú de la casa. Si bien hay algunas entraditas (como los bitequeños: dedos de queso palmita, envueltos en masa y mayonesa con cilantro), la mayoría llega atraído por el canto de sus hamburguesas. El pan que usan es esponjoso y dulzón, tipo brioche, y jamás se desarma. Los ingredientes son de buena calidad y la carne proviene de un blend “secreto”, en el que se adivina el bife de chorizo. Hay bastante para elegir: la Nes es por ejemplo una de las más tranquilas (200 gramos de carne, doble cheddar –Milkaut–, cebolla grillada, salsa BBQ con Jack Daniel´s y Tennessee Honey), aunque los que quieran hamburguesas noqueadoras también las tienen: entre ellas la Trifueza, o mejor aún, la Trifuerza Quíntuple, una descomunal torre con cinco discos de carne. O la original Donkey Donut, donde reemplazan el pan con donuts. La Game Over, con doble panceta (en tiras grandes y crocantes), y la Atari 2600, con crema de queso azul y hongos portobello, están entre las más pedidas, siempre con precios que van de $150 a $210, con guarnición de papas fritas. Para beber, lo usual: pintas de cerveza artesanal (Brewja) o Fernet. 

Por si hace falta aclararlo, más allá del contexto lúdico del lugar, en Burgertify la hamburguesa es mucho más que un juego. 

Burgertify queda en Costa Rica 5827. Horario de atención: martes a domingo, mediodía y noche. 


Canillas cocteleras

Pablo Mehanna

Santos Vega fue un gaucho argentino del que se sabe muy poco, salvo que era el payador invencible. “Cantando de pago en pago/ y venciendo a payadores/ entre todos los cantores/ fuiste aclamado el mejor.”, lo definen en el cancionero bonaerense de Ventura Lynch. Pero su nombre promete volver a primeras planas, ahora gracias a un nuevo bar que ocupa Niceto Vega. En realidad: dos bares en uno: el de adelante, pequeño e íntimo; y el que se esconde tras una puerta, amplio y con un escenario en el que tocarán bandas locales. 

Lo más llamativo de este nuevo espacio porteño es que se trata del primer bar en el país con un exclusivo sistema de canillas, de las cuales salen los cócteles ya listos para beber. Draught Bar, así es como se lo conoce en Estados Unidos, donde el impulsor fue Erick Castro con su bar en San Diego, Polite Provisions. “Muchos bartenders se preocupan más por la medalla, por el reconocimiento, que por el servicio que ofrecen. Quieren hacerse famosos”, explica Matías Carpinelli, fundador de los famosos Frank´s y Victoria Brown, y uno de los socios al frente de Santos Vega. Él también fue el que ideó las canillas que son similares a las que se usan para la cerveza tirada, y que mantienen el producto en buen estado por cuatro o cinco días. La rapidez es uno de las ventajas más grandes: en menos de un minuto el trago aparece frente a uno, aunque se pierde algo de la magia del “factor humano”: ver al bartender aplicando su destreza en vivo. 

El Penicillin ($170, Johnnie Walker Red Label, jengibre, limón, miel), el Gimlet ($160, gin, lima, azúcar), el Negroni ($180, gin, vermouth rosso) o el Spritz son algunos algunos de los tragos que mejor se prestan a este sistema. Para acompañar, hay una carta creada por Martín Arrieta (Happening) en la que destacan las mollejas grilladas ($160), las papas rancheras ($140) y las mini burgers ($180). 

Todavía muy nuevo, Santos Vega está rasgando su guitarra, comenzando a payar en las calles de la ciudad. El tiempo dirá si vuelve a ser invencible. 

Santos Vega queda en Niceto Vega 5924. Teléfono: 3623-5189. Horario de atención: miércoles a domingos, de 20 al cierre.