Miguel Etchecolatz ya está en la cárcel común, luego de 79 días en su casa de Mar del Plata. Su traslado al penal de Ezeiza se concretó ayer por la mañana, luego de la resolución de la Cámara Federal de Casación Penal que revocó el arresto domiciliario con el que había sido beneficiado el pasado 27 de diciembre por el Tribunal Oral Federal 6.

Tras una vigilia iniciada el día anterior, vecinos y militantes de derechos humanos se congregaron a las 5 de la madrugada, cuando comenzó el operativo de traslado desde el barrio Bosque Peralta Ramos a cargo del Servicio Penitenciario Federal, y lo despidieron con festejos, banderas, bocinazos y el grito unánime: “Asesino, volvé a la cárcel”. Etchecolatz fue llevado en auto pasadas las 6 y al mediodía ya se encontraba en el penal de Ezeiza, donde fue sometido a una revisión médica.

El polémico arresto domiciliario del ex jefe de la policía de la provincia de Buenos Aires durante la última dictadura –que ya había sido anulado en 2006 por tenencia de armas en su casa– había sido sentenciado por los jueces José Martínez Sobrino, Julio Panelo y Fernando Canero en base a su estado de salud. La decisión judicial provocó una sostenida ola de escraches y repudios durante el verano. El viernes, los jueces Gustavo Hornos y Mariano Borinsky, de la sala IV de la Cámara de Casación Penal, consideraron que sus problemas de salud pueden ser tratados dentro del sistema penitenciario con “la debida atención, tratamientos y controles” que sus patologías requieren y que su edad (88 años) no le otorga el privilegio de forma automática. Fueron las apelaciones de la fiscal María Ángeles Ramos, en representación del Ministerio Público Fiscal, y del abogado Pablo Llonto las que hicieron llegar la discusión al máximo tribunal penal del país. Sobre la decisión de Martínez Sobrino, Panelo y Canero, Ramos señaló su “arbitrariedad y falta de fundamentación”, ya que “sólo seleccionaron partes de los dictámenes médicos y tergiversaron las conclusiones a fin de avalar sus posturas”. Por su parte, Hornos describió como “irracional y arbitraria” la actuación de sus colegas.

Desde diciembre, Etchecolatz era custodiado por la Prefectura Naval Argentina y ayer su traslado fue escoltado por una camioneta de esta fuerza de seguridad, dos del SPF y dos patrulleros de la policía bonaerense.

El genocida, que acumula cinco condenas a prisión perpetua, fue la mano derecha del general Ramón Camps en crímenes de lesa humanidad en el llamado Circuito Camps y en casos emblemáticos del terrorismo de estado, como la Noche de los Lápices (1976), y actualmente es investigado por los crímenes ocurridos en la comisaría de Monte Grande y en Puente 12, entre 1974 y 1983. Además, está procesado en numerosas causas que no llegaron a juicio y es el principal investigado por la segunda desaparición forzada de Jorge Julio López tras testimoniar en su contra.