“Las veladas literarias”, el ciclo que coordinan las escritoras Ana Ojeda y Jimena Néspolo, ofrecerán un espacio alternativo para poner en valor la literatura escrita por mujeres a lo largo de dos siglos y hacer dialogar ese rico acervo con las producciones del presente. La apertura del ciclo –que se articulará en torno a “Las veladas: Juana Manuela Gorriti. ‘Lo femenino’ como dimensión interior”– estará a cargo de Tununa Mercado, Graciela Batticuore y Mariana Docampo. De los encuentros que se realizarán el tercer viernes de cada mes a las 19 en la librería/bar Caburé (México 620) participarán Sylvia Molloy, María Teresa Andruetto, María Rosa Lojo, Florencia Abbate, Mariana Enriquez, Gabriela Cabezón Cámara y Mercedes Araujo, entre otras. Los temas que se desplegarán mes a mes serán “Fantasy y adolescencia: Liliana Bodoc. El público infantojuvenil” (20 de abril), “Cine y literatura: Beatriz Guido. Guionar el presente” (18 de mayo), “Rosa guerra entre malones. La cuestión del indio ayer y hoy (15 de junio), “Chicas modernas: Sara Gallardo de viaje” (20 de julio), “Ser peroncha: Aurora Venturini. Desparpajo y literatura” (17 de agosto), “La línea militante: Fina Warschaver” (21 de septiembre), “Las niñas malas de Silvina Ocampo. Infancia, feminismo y crueldad” (19 de octubre) y “Picar en punta: Eduarda Mansilla. El comienzo de la novela argentina y el fin de la grieta” (23 de noviembre).

“La dimensión pública de las mujeres en Occidente siempre fue, desde la Antigüedad clásica, atacada, porque de ella desciende el poder político. Esto lo explica muy bien Mary Beard en su libro Women and Power. A manifesto, que en julio va a salir traducido por editorial Paidós. La retórica se construyó como una cuestión masculina; las mujeres que se atreven a disputar la arena pública son acusadas de cacarear, chillar, no saber expresarse, vestirse mal o verse mal, en fin, el titeo es constante y multifacético”, advierte Ojeda, escritora, editora y traductora, en diálogo con PáginaI12. “A una mujer que se expresa en público hay que desacreditarla. En estos últimos años lo que vemos es una sororidad entre mujeres, horizontal, mujeres que empiezan a escuchar y trabajar alianzas políticas con otras mujeres, con lesbianas, trans, travestis. Eso de a poco da un emergente social que empieza a hacerse oír. Las veladas literarias busca poner en la superficie la necesidad de repensar el canon que nos autootorgamos como escritoras argentinas, o escritoras rioplatenses”. 

¿Por qué cuando se piensa en la historia de la literatura argentina en general, las mujeres son las más olvidadas, las “desaparecidas” de esa historia? Ojeda, autora de Falso contacto (2012) y Mosca blanca mosca muerta (2017), entre otros títulos, dice que para responder la pregunta hay que plantear otra: “¿por qué la media etaria de las mujeres escritoras que logran publicar y obtienen cierto reconocimiento suele ser mucho más alta –el doble, el triple– que la de los hombres? Porque antes de ponerse a escribir tienen una montaña de otras tareas para resolver, entre ellas la maternidad, el cuidado de adultos mayores, las tareas del hogar, el trabajo ganapán. Y esto es hoy. Imaginemos lo que era tener aspiraciones literarias hace un siglo, o dos. Son las más olvidadas porque el canon está construido desde una mirada masculina, que no se interesa por leer lo que produce el significante social mujer”. 

Néspolo, autora de poemarios como Papeles cautivos (2002), las novelas El pozo y las ruinas (2011) y Episodios de cacería (2015), entre otros títulos, objeta el uso de la palabra “desaparecidos” porque “está demasiado cargada en nuestro pasado político reciente para transpolarla sin más a una problemática de género, que atraviesa en rigor toda la historia de Occidente”. “Es curioso observar cómo sí ha habido mujeres a las que, bajo el manto de la excepcionalidad, se les ha permitido subir al podio junto a los hombres: Eduarda Mansilla, Norah Lange, Victoria Ocampo. Es como si dentro de formaciones netamente homosociales cada tanto hubieran debido permitir que alguna mujer se filtrara, sólo a condición de que ésta aportara lo suyo a la estabilidad del sistema: ya sea con su fortuna, en el caso de Victoria –mecenas de Sur–, con su belleza en el caso de Norah –musa de la vanguardia martinfierrista–, o aportando su cuerpo, su apellido patricio y su letra en el caso de Eduarda, vector clave a la hora de pensar el fin de las guerras intestinas entre unitarios y federales y la construcción del Estado-nación argentino”, reflexiona Néspolo.

Las veladas literarias de Juana Manuela Gorriti en el siglo XIX, coinciden las coordinadoras del ciclo, supieron proyectar el espacio simbólico de la casa familiar en un “hogar ilustrado” donde las mujeres pudieron dialogar a la par con los hombres sobre cuestiones acuciantes de la Patria Grande. Ojeda subraya que el tema más urgente hoy es que se terminen los femicidios y la violencia hacia las mujeres en todas sus declinaciones. “El problema de la violencia contra la mujer es un problema global del capitalismo tardío, no es privativo de la Patria Grande –aclara Néspolo–. Lo que sí es singular de nuestro continente es el hecho de haber tenido hasta hace poco tiempo varias presidentas mujeres y que las mujeres activistas y militantes de todo el arco político no se dejen amedrentar por la violencia desplegada contra ellas en todas las esferas de la vida social. El reciente asesinato en Brasil de la concejal Marielle Franco debe ser puesto en serie con otra cantidad de asesinatos de activistas mujeres que se han perpetrado en Sudamérica en los últimos años. El tema es complejo y sí intentaremos reflexionar sobre él a lo largo de todo el ciclo”.