En la ciudad de Buenos Aires se registran tres denuncias de acoso sexual callejero por semana, según las cifras del Ministerio Público Fiscal (MPF), que reportó 41 casos en el primer trimestre de 2018, un crecimiento exponencial frente al mismo período en 2017, cuando se había radicado sólo una. Estos 41 casos representan casi la mitad de todas las denuncias del 2017, cuando se registraron 104, según la estadística brindada por el MPF porteño, que alertó que “este es un registro de casos ingresados, lo que no implica que todos hayan derivado en una causa”. La percepción del acoso, más allá de las denuncias recibidas por el Estado, tiene, sin embargo, un claro sesgo de género, según relevó un sondeo según el cual, mientras en los últimos dos años el hostigamiento en las calles aumentó el 27 por ciento. Aunque cada una de esas situaciones, de acuerdo con el estudio, generó “bronca” y “miedo” en el 98 por ciento de las mujeres que lo sufrieron, el 62 por ciento de los varones “cree que a las mujeres les agrada este tipo de situaciones”, estableció la encuesta que la Universidad Abierta Interamericana (UAI) realizó en base a 1567 entrevistas a hombres y mujeres mayores de 18 años de todo el país.

De acuerdo con la estadística oficial, en enero de 2017 –cuando se publicó en el Boletín oficial la Ley 5.742, que sanciona el acoso callejero– no hubo ninguna denuncia sobre esas situaciones, al igual que el mes posterior; en marzo y abril se registró una cada mes y en mayo la cifra creció y llegó a 15 denuncias en junio, mes en el que se realiza desde 2015 la marcha de #NiUnaMenos. En julio de 2017 las denuncias fueron 6 pero, ya a partir de agosto el registro se mantuvo relativamente estable entre las 11 y las 19 denuncias mensuales.

En el sondeo de la UAI, el 85 por ciento de las mujeres respondió que sufrió algún tipo de acoso en la vía pública, un aumento de 27 por ciento respecto de 2016. Las preguntas sobre el tipo de acoso incluyeron varias modalidades: si recibieron silbidos, bocinazos, comentarios acerca de su cuerpo, insultos o gestos vulgares, comentarios sexuales explícitos, sexistas, si alguien la siguió o le obstruyó el paso intencionalmente, si le mostró sus partes íntimas, si se masturbó frente a ella, si la atacó físicamente. En la mayoría de los casos hay respuestas múltiples y los porcentajes de respuestas afirmativas son altos.

El impacto que produce en la mujer este tipo de situaciones es “bronca”, “asco”, “miedo”, “angustia”, y un porcentaje bajo no le da importancia; el 16,5 dijo, además, que responde con un insulto y un 3,5 acusa públicamente al acosador.

El sondeo estableció que, para las mujeres, las situaciones en la calle se vuelven más difíciles por la noche: el 60,3 por ciento tiene temor de caminar sola después de ocultarse el sol, porcentaje que aumenta al 68 por ciento al hablar de las que evitan en esas horas cruzarse en la calle con hombres, y buscan una vía alternativa o cambian de vereda.

A la hora de evaluar las respuestas de los varones, la encuesta dio con huellas claras de los sesgos de género. De acuerdo con las respuestas de los encuestados, la percepción de ellos dista mucho de la de las mujeres. A la pregunta “¿Cómo cree que toman las mujeres esta actitud suya hacia ellas?”, el 62 por ciento de los varones respondió que a las mujeres les agrada; el 15,3 por ciento consideró que a las mujeres les molesta y el 4,3, que les da miedo. En 2016, sólo el 3 por ciento de los hombres declaró haber tenido esa actitud con una mujer en la calle, un porcentaje que en 2018 se elevó a 7 por ciento, lo que representa un amento de 4 puntos.

A la pregunta “Cuando usted está en la calle, ¿suele gritarle, silbarle o dirigirse directamente a mujeres que no conoce?”, las respuestas fueron contradictorias. El  62,7 por ciento dijo que “no, pero lo observé por parte de otros hombres”; mientras que el 30,3 por ciento dijo que “no, y nunca lo observé”. Sólo dice que “sí, siempre” un 2,4 por ciento de los encuestados y un 4,6 responde “a veces”.

En cuanto a la ciudad de Buenos Aires, los registros estadísticos del MPF establecieron que, durante 2017, las comunas con más denuncias fueron la 1 (Constitución, Monserrat, Puerto Madero, Retiro, San Nicolás y San Telmo), con 19 casos; seguida por la 2 (Recoleta) y 3 (Balvanera y San Cristóbal) con 10 casos; la 7 (Flores, Parque Chacabuco) con 9; las comuna 5 (Almagro y Boedo) y 14 (Palermo) con 8 casos; la 6 (Caballito) con 7, y la 12 (Coghlan Saavedra, Villa Pueyrredón) con 6. 

Por  el contrario, donde hubo menor cantidad de denuncias fue en la 10 (Villa Luro), con 2 casos; las 9 (Liniers, Parque Avellaneda), 11 (Villa del Parque, Mitre y Santa Rita) y 15 (Paternal y Villa Crespo) con 4 casos; y la 4 (Barracas, La Boca y Parque Patricios), 8 (Villa Soldati y Villa Lugano) y 13 (Belgrano y Colegiales) con 5 casos.

En la Ciudad de Buenos Aires, el acoso callejero está considerado una contravención desde fines de 2016, cuando se sancionó la Ley 5.742, para “prevenir y sancionar el acoso sexual en espacios públicos o de acceso público, verbal o físico, que hostiguen, maltraten o intimiden y que afecten en general la dignidad, la libertad, el libre tránsito y el derecho a la integridad física o moral de personas, basados en su condición de género, identidad y/o orientación sexual”. La norma define como “acoso sexual en espacios públicos o de acceso público a las conductas físicas o verbales de naturaleza o connotación sexual, basadas en el género, identidad y/u orientación sexual, realizadas por una o más personas en contra de otra u otras, quienes no desean o rechazan estas conductas”.

A nivel nacional, la Cámara de Diputados de la Nación devolvió el miércoles a comisión el proyecto que penaliza el acoso sexual callejero por la falta de acuerdo en el texto definitivo.

Esa iniciativa establece multas que pueden ir desde los 3000 hasta los 20.000 pesos y, en caso de que las víctimas sean menores de 18 años o el autor del acoso un funcionario público o miembro de una fuerza de seguridad policial o penitenciaria, la sanción pecuniaria tendría un rango de 5000 a 30.000 pesos.