El periodista argentino–israelí Damián Pachter brindó un curioso testimonio en la ciudad de Hertzlía, en Israel, dada la casualidad de que el fiscal Eduardo Taiano estaba de visita en ese país, por razones académicas, y dada también la casualidad de que un grupo de periodistas se encontraba igualmente en Israel, invitado por la DAIA. Lo que correspondía es que el testimonio se tomara desde Buenos Aires por videoconferencia, pero todo se armó de manera diferente y extraña. Pachter es quien escribió, la noche en que apareció el cuerpo de Alberto Nisman, un tweet primiciando que algo estaba pasando en el baño del departamento del fiscal. Treinta y tres minutos más tarde, a las 0.08, afirmó, también por twitter, que el fiscal estaba tirado en el baño en medio de un charco de sangre. En las 26 páginas del testimonio, al que accedió este diario, Pachter se amparó en el derecho a no revelar la fuente de aquella información, pero argumentó que, después de contar lo que estaba pasando, fue vigilado por al menos dos personas que cree que eran personal de inteligencia. Luego la agencia Télam difundió que se fué del país, tras publicar un registro del sistema de reservas. En base a esos datos, “es que pienso que el gobierno argentino, encabezado por Cristina Fernández de Kirchner, está involucrado en la muerte de Nisman”, coronó el periodista. 

Desde un punto de vista estrictamente fáctico, Pachter debería ser un testigo de poca relevancia. En el cronograma diseñado por el juez Julián Ercolini, la madre de Nisman, Sara Garfunkel, y el custodio Armando Niz entraron al departamento de Le Parc a las 22.30 del domingo 18 de enero de 2015. Hay una imagen de ambos (captada por una cámara de seguridad) subiendo a esa hora en el ascensor de servicio, junto al cerrajero. Esto supone que el cuerpo del fiscal fue encontrado unos diez minutos más tarde. Poco después empezaron a llegar al edificio ambulancias, patrulleros y toda clase de vehículos de las fuerzas de seguridad. La conmoción en el edificio era total. Es lógico entonces que, una hora más tarde, alguien le haya contado a Pachter lo que estaba ocurriendo y que después de la medianoche, una hora y media después del ingreso al departamento, le hayan filtrado que Nisman estaba muerto. No se trata de algo que nadie sabía, sino de algo que a esa hora ya conocían decenas y decenas de agentes, prefectos, funcionarios judiciales y del Poder Ejecutivo de rangos distintos. Y ni hablar de los 400 vecinos del edificio. 

Pese a ello, Pachter fue publicitado como un testigo estrella, al que se le tomó declaración en Israel sin el control de las partes. Perfectamente se le podría haber tomado testimonio a través de una videoconferencia, para lo cual hay instalada una magnífica sala en Comodoro Py. El otro detalle es el que el fiscal Taiano, constituido en la ciudad israelí de HerzlÍa, permitió que el testigo se presentara con su abogado, Javier Teitelbaum, quien asistió a toda la declaración. Por lo general, a los testigos nunca se les permite que concurran con abogado, porque se supone que van a contar lo que saben de primera mano. Lo cierto es que se pretendió armar un show, sobre todo debido a que Pachter viene acusando desde el principio al gobierno kirchnerista por la muerte de Nisman. De todas maneras, el show no dio para mucho. 

Una de las incógnitas es quién le aportó a Pachter la información, pero el periodista se mantuvo en su derecho de no revelar “su fuente”, como la mencionó varias veces. Simplemente dijo que su informante no tuvo acceso al departamento, pero que lo contactó por Facebook para pasarle los datos. 

Después de dar la primicia, Pachter sostiene que fue víctima de una persecución sobre la que pudo aportar pocos elementos. Tomó precauciones en aquel momento: empezó a hablar por teléfono con su madre en hebrero y dejó de usar su auto porque pensó que lo estaban siguiendo. En esa vorágine, otra fuente no identificada lo llamó y le dijo que tenía que salir de Buenos Aires, por lo que se tomó un micro hacia la costa atlántica, donde iba a verse con este segundo informante. Como llegó de madrugada, esperó a su fuente en una estación de servicio, momento en el que “entró una persona alta, de unos 60 años, con anteojos estilo Ray Ban y un lenguaje corporal que me llamó la atención”. Según su relato, el hombre no consumió nada, lo que lo llevó a concluir que sólo lo estaba vigilando. Más tarde, cuando llegó su fuente balnearia le dijo “tenés un oficial de inteligencia atrás”. Lo curioso es que ambos decidieron sacarle una foto, pero Pachter no sólo resguardó otra vez la identidad de la fuente, sino que tampoco aportó la foto. Argumentó que el supuesto agente de inteligencia vio a su fuente sacar la foto. “Yo la tengo, pero no la puedo entregar porque mi fuente quedaría expuesta”, explicó. 

Ante semejante persecución, Pachter resolvió irse a Israel, decisión que tomó en la ciudad balnearia, que tampoco identificó. Un amigo le depositó dinero en un circuito no bancario y él retiró el efectivo en el lugar de veraneo, dinero con el cuál compró el pasaje a Israel. Como es obvio, tampoco identificó al amigo y no recuerda en qué agencia compró el pasaje. “Tomé la decisión de no volver hasta que se terminara el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner”, enfatizó. 

Llegado a Buenos Aires, se fué a Aeroparque y allí también le pareció que un extraño personaje lo vigilaba: “movía los brazos y gesticulaba, aunque estaba solo”. 

El razonamiento expuesto finalmente en el testimonio fue llamativo. Contó que la agencia Telam difundió al día siguiente que se había ido del país, primero a Montevideo y luego a Israel, publicando una captura del sistema de reservas Amadeus, donde quedó registrado el itinerario. “Significa –según Pachter– que alguien del máximo nivel del gobierno estuvo detrás de la persecución. Es por eso que pienso que el gobierno argentino estuvo involucrado en la muerte de Nisman”, concluyó Pachter. 

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