Los restos del laboratorio experimental chino Tiangong-1 (Palacio Celestial), un módulo de diez metros de longitud y 8,5 toneladas de peso ingresaron a la atmósfera esta noche y los restos se habrían desintegrado en el Océano Pacífico, cerca de la costa de Chile. 

Se trata de la primera estación espacial china, lanzada el 30 de septiembre de 2011 desde la ciudad de Jiuquan con el objetivo de realizar pruebas tecnológicas, que estuvo en funcionamiento hasta mediados de marzo de 2016 y desde entonces orbitó para reingresar a la Tierra a velocidades superiores a los 26.000 kilómetros por hora. 

"Es importante notificar que una gran parte de la Tierra está cubierta de agua o deshabitada, por lo que la probabilidad de que una persona sea afectada por uno de los restos de la estación Tiangong-1 es extremadamente baja", había adelantado en un comunicado la Conae. Sin embargo, el programa de Ingeniería Espacial Tripulada de China detalló que la estación posee a bordo restos de propelente en contenedores que podrían sobrevivir al reingresar a la atmósfera. 

En este sentido, el Ministerio de Seguridad de la Nación comunicó ayer que "es poco probable que los fragmentos causen daños a edificios", por lo que se consideran más seguros que los lugares abiertos, de modo que recomendó mantenerse alejados de ventanas y puertas de vidrio.  También señalaron que ante la posibilidad de visualizar un fragmento o pieza de Tiangong-1 no hay que acercarse ni tocar nada, mantenerse a una distancia mínima de 20 metros e informar de inmediato a autoridades locales competentes como Defensa Civil, bomberos o policía.

Argentina atravesó experiencias similares respecto al residuo espacial, ya que los restos de la estación rusa Salyut 7 (o Saliut, que en ruso significa "saludo"), una de las más grandes hasta el momento, cayeron en 1991 en territorio nacional sin alcanzar a ninguna persona ni causar daños materiales.