“El sistema funciona casi como un guión: están las instrucciones para hacer la obra, pero falta lo más importante, que es la interpretación de los actores”, plantea Matías Tripodi cuando explica su sistema de notación del movimiento para el tango. Su sistema busca transcribir al papel los pasos que se ejecutan en una milonga. Y lo logra con un éxito notable. El aporte de Tripodi es de lo más interesantes que se asomaron a la teoría y práctica tanguera en los últimos años. De visita en Buenos Aires –reside la mayor parte del año en Europa–, puso a circular el trabajo entre los profesionales del sector. Y aunque sería fácil pensar que es un proyecto concebido con el tango de escenario en mente, su creador explica que el foco está puesto en el baile social. Por ejemplo, el sistema no tiene símbolo para representar los saltos, tan recurrentes en los espectáculos y rigurosamente ausentes en las pistas. “Me interesó siempre el fenómeno de comunicación de que gente que no se conoce, capaz ni habla el mismo idioma, pero se encuentra en la pista y baila –explica–. El coreógrafo, en tanto tal, está medio impelido a inventar nuevas ‘palabras’ en el baile. A mí me interesa la construcción estética a partir de los elementos que preexisten”. La propuesta de Tripodi es sencilla, elegante y eficiente. Además, en la charla con PáginaI12 se permite ahondar en una serie de reflexiones sobre el tango como lenguaje, su transmisión de saberes y su desarrollo histórico.

Pero, ¿cómo funciona el sistema? Basta uno de sus símbolos para entenderlo. Un paso adelante, por ejemplo, se escribe con un punto y un palito. Algo así: “.I”. Es muy sencillo. Y además práctico, porque el tango requiere tomar nota de los movimientos de dos personas. Ese signo resume el paso de ambas: el punto refiere al pie izquierdo, que sostiene el peso de quien guía la danza; la raya, la dirección en la que avanza su pierna “suelta”, en este caso la derecha. Pero si uno invierte el dibujo, verá que el seguidor hace el movimiento opuesto. Es decir, se apoya en la pierna derecha y retrocede con la izquierda. Así, un símbolo sintetiza los movimientos de ambos bailarines, dependiendo desde dónde se lo mire. Una solución sencilla, elegante y hasta económica desde un punto de vista semiótico. Es brillante. Sobre esa base y un repertorio acotado de signos similares, el bailarín sostiene todo su sistema.

Tripodi empezó a bailar tango a los 17 años. Casi al mismo tiempo, se incribió en el programa UBA XXI para adelantar pasos en su camino a la licenciatura en Letras, en la Facultad de Filosofía y Letras. “Pasaba mis días entre la facultad y la milonga”, recuerda. Mantuvo ese ritmo durante seis o siete años. “Esta alternancia de ambientes me generó la curiosidad de ver hasta qué punto uno podía trasponer ideas del lenguaje y la lingüística al baile del tango”, señala. Además, comenta un latiguillo recurrente de los profesores de baile: el tango es un lenguaje. “Me planteaba que si el tango es un lenguaje, tranquilamente podríamos trasponer las categorías teóricas que utilizamos para pensar el lenguaje o la literatura al baile y ver hasta dónde podemos llegar, cuáles son sus límites y particularidades”, avanza. “Y en tanto lingüista, siempre tenía la idea de que un sistema pedagógico para explicar el tango sería análogo a una gramática”, precisa. La gramática generativa de Chomsky apareció entonces en su horizonte, pensando un sistema que no sólo describiera sus elementos, sino que también permitiera explicar sus relaciones.

Como el papel no reproduce la música, el sistema que propone Tripodi se concentra en el movimiento. Concretamente, en los pies de apoyo, la dirección y desplazamiento de los cuerpos. Lo otro (la posición de los torsos, la disociación característica de la técnica tanguera) es deducible a partir de las huellas. “Para mantener el espíritu del tango, era importante dejar afuera un montón de otros aspectos: por ejemplo, la posición exacta de los brazos, los torsos, las cabezas, las expresiones, y un poco también el manejo del tiempo, porque en tanto y en cuanto uno hace una representación demasiado precisa y estricta de lo que ocurre, va a haber una tendencia fuerte a limitar la reproducción de ese mismo material, va a disminuir la interpretación personal. Y esa dualidad del tango, donde hay formas pero también hay un alto nivel de interpretación individual, para mí también era importante de mantener en la escritura”. El sistema, puntualiza, “da nociones estructurales de algo común que ocurre, pero da margen a aspectos particulares”.

De sus primeras intuiciones surgieron unos artículos que publicó y distribuyó anónimamente por las milongas. “Eran anónimos porque no quería romper esa especie de carnaval que es la milonga donde no sabemos exactamente quién es quién, y me daba curiosidad ver la reacción de la gente ante esta cosa improbable que era un artículo de divulgación o teórico que aparecía en las mesas de las milongas”. Las devoluciones de esos artículos le trajeron algunas ideas inesperadas e interesantes. Una de ellas lo puso en una de las líneas fundamentales de su experiencia. “Uno comparó el tango con los lenguajes orales”, rememora. “Tomando la obra de Walter Ong, que es justamente un teórico de la oralidad y la escritura, entendía que los mecanismos de transmisión del tango son netamente orales, son un lenguaje sin un sistema de representación gráfica, pero el tango pasó de esa instancia a los medios digitales y audiovisuales”, destaca. Aquí Tripodi explica que los lenguajes verbales tuvieron otro desarrollo: oralidad, escritura, imprenta, captaciones sonoras, audiovisuales y finalmente los medios digitales de hoy. “En el tango articulamos la información con los mecanismos de una cultura oral, donde hace falta la presencia del otro, hace falta una técnica mnemotécnica que se aferra a una estructura de frases que se van repitiendo, y saltamos al video, lo cual abrió la posibilidad de conocer el baile de otros sin estar necesariamente presentes”. Así, comenta, se abre una pregunta, “¿cómo impacta en esto la aparición de un sistema de escritura?” La pregunta queda abierta. Se responderá con el correr de las investigaciones de Tripodi y otros entusiastas que adopten el sistema. Y se responderá, claro, bailando.