El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció ayer que no concurrirá a la octava Cumbre de las Américas que se desarrollará el viernes y el sábado en Lima. Con esa decisión, el mandatario canceló lo que hubiese sido su primera visita a la región para, en su lugar, evaluar la respuesta estadounidense a Siria por el presunto ataque con armas químicas el sábado en Guta Oriental.  

“El presidente permanecerá en Estados Unidos para supervisar la respuesta estadounidense a Siria y vigilar los acontecimiento globales”, explicó ayer por la mañana Sarah Sanders, vocera de la Casa Blanca, en un comunicado en el que confirmó que Trump no irá a Lima ni tampoco a Bogotá, a donde debía seguir su viaje por la región.

La ausencia de Trump –y su reemplazo por el vicepresidente Mike Pence– significará la primera oportunidad, desde 1994, cuando empezaron estos encuentros, en que Estados Unidos no estará representado en la cumbre por su máxima autoridad.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, también anunció ayer que no acudirá al encuentro de mandatarios americanos porque, según dijo, había sido retirada la seguridad a la delegación de Venezuela y, por esa razón, permanecerá en su país. La ausencia del presidente venezolano y de su par estadounidense quita a la Cumbre dos figuras claves, entre quienes se esperaban cruces que, se suponía, levantarían la temperatura de las deliberaciones.

El viaje de Trump a Lima, el primero a la región desde su asunción a comienzos de 2017, iba a seguir por Bogotá, donde mantendría un encuentro bilateral con Juan Manuel Santos. Pence irá a Lima pero no a la capital colombiana.

El presidente estadounidense prometió el lunes responder de manera contundente al presunto ataque químico registrado en Siria que le adjudica al gobierno de Bashar Al Asad y dijo que tomaría una decisión en las próximas horas sobre cuál sería esa represalia. “No podemos dejar que esto ocurra en este mundo, especialmente cuando, gracias al poder de Estados Unidos, tenemos la capacidad de pararlo”, recalcó el mandatario.

Dos organizaciones apoyadas por Estados Unidos denunciaron que al menos 42 personas murieron el sábado último en la localidad rebelde de Duma, a las afueras de Damasco, con síntomas de haber sufrido un ataque químico.

Tanto Estados Unidos como sus aliados (Francia y Gran Bretaña) dijeron estar preparados para actuar contra Siria, sin depender del apoyo de las Naciones Unidas.

“Trump se saltea la Cumbre. Otro desaire más en una larga lista de desplantes hacia la región”, dijo Christopher Sabatini, experto en relaciones internacionales de la Universidad de Columbia en Nueva York. Ya desde la campaña que lo llevó a la Casa Blanca, el magnate se ha mostrado hostil, desde el discurso, con los países de América latina y se profundizó en los últimos días al desplegar a miles de oficiales de la Guardia Nacional a custodiar la frontera con México. Pero, más aún, otros analistas ven su ausencia como una jugada poco estratégica. “Que Trump no vaya a Latinoamérica es una pérdida para la administración estadounidense, especialmente cuando Washington quiere presentarse como un socio preferencial frente a China”, explicó Jason Marczak, director del centro sobre Latinoamérica del Atlantic Council. En comparación, el presidente chino Xi Jinping visitó tres veces la región desde 2013. “¿Cómo podemos presentarnos como una alternativa creíble a China cuando nuestro presidente ni siquiera puede aparecer en el foro principal?”, se preguntó Sabatini.

Sin Trump y sin Maduro, con 34 países presentes, le tocará a Pence el lugar de poco amigable en el bloque y desgranar los temas que ponen en guardia a la región: políticas inmigratorias, acuerdos comerciales, globalización.

Aunque en su historia de 14 años la Cumbre no logró avances significativos en muchos terrenos, sí consiguió que el bloque sancionara la llamada cláusula democrática, que excluye a gobiernos que violaran los términos constitucionales y que se convirtió en la Carta Democrática de la Organización de Estados Americanos (OEA) hoy vigente. La cumbre también sirvió de telón de fondo para un marcado acercamiento entre Estados Unidos y Cuba, emblemas de la Guerra Fría en América durante 50 años.

La ausencia de Venezuela se debe a que lo dispuso el gobierno peruano de Pedro Pablo Kuczynski, caído luego por supuesta corrupción y sustituido por Martín Vizcarra, con apoyo de Estados Unidos y de los países que forman el Grupo de Lima, que hace un seguimiento de la crisis venezolana. Constituye una verdadera paradoja que la sede de un encuentro en el que la corrupción será tema a debatir sea Perú, que tiene a sus últimos cuatro mandatarios –Kuczynski, Ollanta Humala, Alejandro Toledo y Alan García– con procesos judiciales abiertos en todos los casos por irregularidades durante sus respectivas gestiones.

Para algunos analistas, las conversaciones de los más de 30 mandatarios restantes corren el riesgo de caer en la intrascendencia, aunque el anfitrión Vizcarra buscará seguramente de evitar que todo se convierta en una de cumbre con declaraciones de papel. 

Las deliberaciones serán en el Centro de Convenciones de Lima, en el distrito San Borja, y las faltas de Trump y Maduro hacen crecer las presencias, por el peso geopolítico de sus países, de los mandatarios de Canadá, Justin Trudeau; Brasil, Michel Temer; México, Enrique Peña Nieto; Argentina, Mauricio Macri; Colombia, Juan Manuel Santos, y Chile, Sebastián Piñera.