Escritos entre 2012 y 2014, los diez cuentos de Cenizas de carnaval se asemejan a parlamentos, monólogos, textos dramáticos en los que distintas voces rinden cuenta de estados terminales. No necesariamente trágicas, las circunstancias de los personajes creados por Mariana Travacio (Rosario, 1967) proveen más irrealidad a la realidad cotidiana. Licenciada en Psicología y Magister en Escritura Creativa, la autora se desempeñó como docente de Psicología Forense en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Varios de sus cuentos han recibido premios nacionales e internacionales y fueron publicados en antologías y revistas de Brasil, Cuba, España, Estados Unidos, la Argentina y Uruguay. 

Aunque haya viajes modestos, como en “Es de noche y en la otra orilla”, en pocos relatos se trascienden las fronteras domésticas. Dentro de esos límites hay niños, madres obsesivas, empleadas domésticas, vecinos subyugados por el cuerpo desnudo de una mujer entrevisto desde un jardín, hermanas-detectives. La autora les concede a todos un punto de vista acerca de los hechos y, mediante el influjo de sus voces circunspectas o desbocadas, los lectores conocen lo que las voces registran. “Es lo único que necesito para escribir: un punto de vista, una voz -dice la autora?. Quiero contar algo que me ha conmovido y paso días, o meses, o incluso años, preguntándome cómo lo cuento, quién lo cuenta, qué voz hace falta para contarlo. Una vez que tengo la audición de esa voz, la narración sucede. Se propaga desde ahí.”

Los relatos, que se inician indefectiblemente con el latido de los personajes que narran (solo en una ocasión es un personaje colectivo), se construyen como casos. De hecho, el cuento que da título al volumen, “Cenizas de carnaval”, está protagonizado por un par de policías que se dejan llevar por el curso de una historia transfluvial de amor entre ancianos como si fuera un espejo que devuelve claves para los enigmas personales. En los cuentos de Travacio, la sintaxis revela la historia. “Quise trabajar a partir de la noción de ausencia, o indagar en algunas formas de la ausencia: en los modos de sobreponerse a ese vacío, en las defensas que interponemos ante lo efímero, esa fragilidad, un adiós, la memoria, la identidad”, cuenta.  

Autora de un libro de cuentos, Cotidiano (2015), y de una celebrada novela corta, Como si existiese el perdón (2016), Travacio posee experiencia en tramar vidas paralelas. Por un lado, la de los personajes y, por otra, la vida propia de los acontecimientos que agobian, o entorpecen o acosan, a sus seres cenicientos. Casi siempre, esa segunda existencia termina por vencer cualquier grado de autonomía. Como dicen los felices hermanos Osorio: “No habíamos conocido la incertidumbre hasta entonces”. A partir de ese momento, no quedará otra alternativa que recurrir a las máscaras.  

“Los cuentos suelen surgir de una imagen que me conmueve -cuenta Travacio?. Esa imagen sugiere toda una historia en el recorte, en la postal. La historia está condensada en la imagen.” Quizás por ese motivo, la predeterminación es un rasgo que se puede achacar a los cuentos de Cenizas de carnaval. Si bien el recorte ofrece garantías, opera también como una clausura. Por eso es interesante la salida que la escritora encuentra en algunos de los casos narrados, como en “Certeza de lo inmóvil” y “Parsimonia”, dos de los mejores cuentos del libro (y dos de los más extensos). En ambos, la confrontación de puntos de vista, las versiones de los hechos y la coexistencia de niveles temporales “mueven” la imagen fija del relato. Y en esos momentos, “esa canción de desquicio, de resquicio, de intersticio”, como entona la obesa protagonista de “Entre gardenias”, la singularidad de la escritura se impone. 

Cenizas de carnaval

Mariana Travacio

Tusquets

Mañana a las 19 en la Casa de la Lectura 

(Lavalleja 924), la autora presenta el libro 

de cuentos en compañía de Luis Chitarroni y Jorge Consiglio.