Vigésima edición del Bafici y parece increíble que existiera una época en la que el Baficito no existía. Hoy es una sección indispensable del festival. Y no (sólo) por su poder de convocatoria, sino por el vigor de su propuesta. Pocas secciones exhiben el descaro artístico que es marca característica de este rincón del encuentro cinematográfico porteño. Y aunque quizás es menos exuberante, menos fuera de los límites que en años anteriores, este Baficito sigue dando cuenta de las posibilidades revulsivas del cine para niños, su carácter formador sin necesidad de caer en paqueterías ni efectismos no sólo con los más chicos, sino también con los más grandes. Al salir de la sala, ganan todos.

Este año la sección tiene tres ejes centrales: las películas “patrimoniales”, por llamarlas de algún modo, esos clásicos que forman parte de la memoria colectiva del cine para todo público, en las figuras de E.T., el extraterrestre y Los Muppets toman Manhattan; tres películas del estudio irlandés Cartoon Saloon (las tres películas son diferentes formas de la belleza) y un puñado de películas animadas de distintos orígenes. Este año el grueso de la selección son films europeos y animados. 

Hay por ahí dos latinoamericanas (incluyendo a los ya abonadísimos chilenos de 31 minutos). El cine para niños oriental, tan presente en otras ocasiones, este año apenas da el presente con una formalidad: una directora nacida en Corea del Sur pero que, en verdad, produce en Suecia.

Lo mejor de esta edición, sin dudas, es el combo de películas de Cartoon Saloon: The Breadwinner (que tendrá su premiere aquí), El secreto del libro de Kells y Son of the Sea, tres impecables manifestaciones de magia y belleza responsabilidad de Nora Twomey y su colega Tomm Moore. Los irlandeses saben cómo hacer películas emocionantes, inteligentes, sensibles y con un criterio estético conmovedor. El secreto del libro de Kells, quizás la más conocida por estos lares, es casi una lección de historia del arte al mismo tiempo que una aventura medieval con espadas, con Dios y vuelo poético. The Breadwinner (“El pan de la guerra”), en premiere latinoamericana, cuenta la historia de una chica afgana que tiene que salir a buscar a sus padres para volver a reunir a su familia. Y Song of the Sea (“La canción del mar”) sale del realismo para insertarse en una magia a la vez cotidiana y feérica: un niño tímido, una hermana que se transforma en foca, una historia mística para recorrer. Las tres películas atravesadas por un sentido de la maravilla y de la belleza emocionantes, entre otras cosas, porque no tratan de idiota a los chicos.

Como el año pasado, la selección de clásicos parece más pensada para atraer a los milennials con ganas de visitar épocas que no vivieron que para atraer a los niños. En todo caso, para que padres, tíos e incluso abuelos puedan compartir con los más peques las películas que los emocionaron cuando jóvenes. Ambas provienen de Hollywood: la spielbergiana E.T., el extraterrestre (es materia opinable, claro, ¿pero no es quizás el punto más alto de su carrera?) y el clásico inoxidable de Frank Oz The Muppets Take Manhattan, hito fundamental del universo audiovisual con marionetas para chicos.

En el resto de la selección del Baficito es notable cómo los estilos –estético-gráficos, narrativos– se distinguen geográficamente. La francobelga Zombillénium y Le grand méchant Renard et autres contes... (francesa) muestran sus orígenes de industria audiovisual fuerte insertada en todo un ecosistema cultural: están basadas en sendas historietas, una de las usinas de producción más importantes de la cultura francobelga. Zombillénium explora un parque de diversiones administrado por verdaderos monstruos y el tal Renard es, por supuesto, el zorro de las fábulas.

Desde Dinamarca llegan dos películas Circleen, Coco and the Wild Rhinoceros y Next Door Spy (en coproducción con Suecia). La primera es una típica aventura lanzada a “tierras exóticas y mágicas” (África, para el caso), mientras que la segunda convierte a Agatha Christie en una niña curiosa investigando misterios casi de barrio. El concepto de esta última es tan bueno que pide a gritos no ser película, sino serie animada de muchos capítulos autoconclusivos, como los cuentos que la inspiraron. Tiene, además, un nivel de producción y resolución en su dibujo impresionantes. 

La última película escandinava es una finlandesa en coproducción con Polonia: Moomins and the Winter Wonderland. Aquí se revisitan los personajes originales (que los espectadores conocieron en stop-motion) y la aventura transcurre con la llegada del invierno, una preocupación, claro, acuciante tanto en Finlandia como en Polonia. Gordon & Paddy son los personajes de Ulf Nilsson y Glitte Spee en los que se basa la directora sueco-coreana Linda Hämback para proponer esta suerte de policial infantil light en el bosque.

Al margen de 31 minutos, la película, desde América del Sur llega El libro de Lila, una coproducción uruguayo-colombiana dirigida por la antioquiana Marcela Rincón González, donde Lila, que es un personaje de ficción, quedó atrapada fuera del libro que la alberga y debe volver con la ayuda de un viejo lector. Sí, claro, La historia sin fin aparece en cierto horizonte, pero también la reciente Anina. Están pasando cosas en la animación latinoamericana. Es un momento que vale la pena ver.

Además de la selección de películas, en el Baficito destacan las actividades para niños, en su mayoría talleres introductorios al universo del cine. Por ejemplo, hoy a las 15 en la Usina del Arte (Caffarena 1) hay un taller de caracterización de La Mar en Acción! para grandes y chicos. El martes a las 18 hay otro de actuación para construir una fotonovela en el Centro Cultural Homero Manzi (Tilcara 3365). El jueves habrá otro de cine animado, con pinturas hechas por los mismos chicos (a las 18 en el Centro Cultural Tato Bores, Soler 3929). Y claro, habrá un nuevo show del Tremendo Tulio Tour, basado en 31 minutos. Será el sábado 21 a las 15 en el auditorio de la Usina del arte.