Aquí en la tierra, proyecto de FOX que lleva la cara y firma de Gael García Bernal, ofrece una gran alegoría desde su título. Ese nombre de connotaciones bíblicas sugiere que sus personajes son mandamases de estas latitudes pero también del cielo. Un paraíso, que con el correr de sus primeros minutos, se presenta con nubarrones, ajustes de cuentas, ambiciones desmedidas, lujuria nocturna, vicios y virtudes para saber cómo moverse en los entretelones del poder. La nueva apuesta latina de FOX, tendrá su estreno por Fox Premium Series el próximo viernes a la medianoche y luego estará dispuesta íntegramente con sus ocho episodios en la app de la señal. Antes de su primera emisión, se supo que el proyecto fue seleccionado para competir en el prestigioso festival de series de Cannes. 

El comienzo invita a transitar una reunión con políticos y empresarios de alto rango en la que se firma un importante acuerdo comercial. Esa larga deriva acabará en una pecaminosa y exclusiva fiesta de estilo veneciano. Entre los invitados aparecen Carlos Calles (Alfonso Dosal) y Adán Cruz (Tenoch Huerta), auténticos pivots de la ficción que se toma su tiempo para presentar un amplio abanico de relatos. El primero es un clásico exponente del “junior”, parte de una élite –los Rocha– que hace uso de esos privilegios. El otro es hijo de un custodio y puede tantear esos lujos VIP por acompañar a su amigo. Este thriller político y drama familiar invita a recorrer los rincones donde se cocina la vida de millones y se disfruta a lo grande. El asesinato de un fiscal alterará las cosas para el jefe del clan (Daniel Giménez Cacho) quien tiene el afán de llegar a ocupar el Palacio Nacional. Un efecto dominó que supondrá un terremoto personal para su hijastro pero también para el estatus quo mexicano.

Aquí en la tierra es ambiciosa en su formato, como en su discurso crítico de la política, junto con la narrativa coral y el tiro final de una estética elegante para abordar gruñidos y perversiones varias. “Nunca he tratado de ir a la segura. Ahora somos un público tan ‘transgénero’ por así decirlo que podemos ver cualquier cosa de cualquier parte del mundo. ¿No tomar riesgos qué significa? ¿Hacer algo que se parezca a…? Aquí hubo una pulsión muy honesta e inocente de querer hacer una serie, más bien un concepto, de la cual surgen varias historias. Empezamos con el drama de Adán y Carlos. Dos chicos que crecen juntos y que por diferencias de clase han tenido que tomar diversos caminos y al reencontrarse siguen con su amistad desde un costado más funcional y práctico”, le manifiesta su creador a PáginaI12. A su vez la serie es la continuación de Déficit, la película realizada en el 2007 por el mismo equipo de producción, en la que ya aparecían varios de estos nombres, tópicos y dominios.  

García Bernal relegó cierto protagonismo aunque su personaje, el Pájaro, es uno de los más suculentos del proyecto. Un monje negro con credenciales en empresas globales y ministerios. “Era interesante encontrar ese arquetipo que existe en todas estas sagas familiares y herencias. Tiene que estar el que reniega, el que lo justifica y también está el que opera para que siga en pie. Ese último es El pájaro. Existe gente así. En un episodio lo definen como alguien que le atiende el teléfono a Putin y a su padre al mismo tiempo. Es el que mueve la intriga”, confiesa el actor que viene de Mozart in the jungle. En esa interpretación, que le valió un premio Globo de Oro,  tuvo como boceto al director venezolano Gustavo Dudamel. “El parecido entre Rodrigo y Gustavo fue más bien para que en Estados Unidos aceptasen que hay gente que habla español y que dirige una orquesta. El Pájaro en cambio es fruto de la más pura imaginación pero con una pata en la realidad. ¿Quién organiza el encuentro de Davos? Pues gente así. Aquí estamos haciendo una fábula dentro de un contexto muy particular y creo que nos es muy cercano a todos los latinoamericanos. Tenemos la política a flor de piel. Entendemos el contexto más allá de los cambios de nombres, creo que es trasladable a cada país sudamericano más allá de las tonalidades del caso”, asegura García Bernal.  

La puesta en escena de la entrega explora “el poder real” apostando por una gama de tonalidades sombrías. La noche en la capital azteca, los pasillos de hoteles 5 estrellas, las mañanas de resaca y los encuentros oficiales son captados con una cámara que media entre el estilo voyeur y se sumerge en el lodo. “Era lógico por el universo que transitan pero filmar de noche estuvo cabrón”, confiesa García Bernal. En definitiva, Aquí en la tierra es como un Amores Perros (Alejandro González Iñárritu; 2000) pero en el extremo opuesto de la escala social. El intérprete comparte esa valoración con la película que le valió ser reconocido internacionalmente. “Es loco, no lo había pensado, pero sí, es así. En aquel entonces hubo toda una oleada de películas con tiempos paralelos, múltiples puntos de vista, intrigas que se tocan de vez en cuando, y hoy ya no llama tanto la atención. Hay algo así en esto, es cierto. Lo que hay de interesante de esos mundo es que no parecen tener contacto, el mundo de la extrema riqueza con el de la pobreza, pero vaya que la tienen”, concede García Bernal.