Silvia Ferreyra, del Instituto de Investigación Social, Económica y Política (Isepci), aseguró que la Ciudad “se va a tener que endeudar para llevar adelante las plantas de incineración”, y sostuvo que la propuesta va a contramano de lo que pasa en el mundo, donde se desalienta este tipo de práctica.

–¿Qué hay detrás de la modificación de esta ley?

–Desde hace mucho tiempo el Gobierno porteño viene haciendo intentos para poder avanzar hacia otra estrategia para la disposición final de los residuos y a fines del año pasado han tomado la decisión de acelerar los tiempos. Lo más preocupante es que se modifique la Ley de Basura Cero, que es una ley de referencia clara para un montón de ciudades, de nuestro país y países vecinos, que se la modifique para poder habilitar la incineración de los residuos, aun siendo por captación de energía. Y por otro lado, que la iniciativa para poder llevar adelante estas tecnologías las lleve la propia Ceamse, una sociedad del Estado, que actualmente tiene la mayoría de los residuos que se tratan en el país. Es el centro de disposición final, el relleno sanitario más grande del país, que abarca todas estas jurisdicciones. No solamente va a implantar este tipo de plantas de incineración para la Ciudad sino que va a tomarlo como política de gestión para la disposición final de todos los residuos. 

–¿Qué está sucediendo con estos incineradores en el resto del mundo?

–La Comunidad Europea ha mandado recomendaciones a los distintos estados para que empiecen a quitarle los subsidios a estas empresas, a estas estrategias de generación porque a la larga desalientan la reducción y el reciclado. A la larga vieron que podían ser contraproducentes a las estrategias de economía circular que rigen para la disposición final en esos países. Y acá, el Gobierno lo presenta como tecnología de avanzada cuando allá que hace años lo vienen utilizando y lo están desalentando porque va a contramano de la estrategia de reducción y reciclado. Que encima nosotros acá tenemos una realidad muy distinta, porque el régimen que nosotros tenemos se valoriza por tonelada recibida, entonces lógicamente una planta de incineración que cobra por tonelada de residuos, cómo va a tener un estímulo para disminuir si cobra por tonelada. Eso no se aclara en el proyecto.

–¿Esto significaría la desaparición de las cooperativas?

–Si se utiliza muchos reciclables para optimizar la cantidad de energía que puedan producir la incineración, esos reciclables van a estar en contradicción con lo que necesiten los recicladores para sus propias fuentes de trabajo. Y por otro lado es un despropósito porque nosotros todavía no estamos ni cerca del techo de establecer sistemas de recuperación y reciclado. Nosotros estamos reciclando mucho menos del 10 por ciento del total de los residuos cuando en Europa están reciclando cerca del 70 por ciento con los sistemas de recuperación y reciclado. Si alentamos la incineración, es muy difícil que esa tasa vaya a crecer. No entra en la cabeza pensar que esa energía es renovable, cuando nosotros estamos quemando un montón de materiales que podrían volver a insertarse en el mercado ahorrando todo el ciclo de energía, ahorrando petróleo, ahorrando electricidad, ahorrando materia prima, no tiene sentido que nosotros digamos: optemos por este tipo de energía obtenida de residuos para insertarlo en la red de energía de los hogares cuando por otro lado eso nos está costando fabricar más plástico, fabricar más papel.

–¿En qué afectaría esta modificación al medio ambiente?

–Tenemos la Ley de Basura Cero que plantea metas de reducción y de residuos a rellenos sanitarios, a disposición final. Hoy no está agotada esta ley. El Gobierno dice que no puede seguir reduciendo, entonces en función de eso cambia los objetivos, porque pone objetivos más realizables, que es lo que hace con el proyecto de modificación y habilita como estrategia de disposición final la incineración para poder reducir la cantidad de volúmenes que pueda tratar la Ceamse y no enviarlos a rellenos sanitarios. Hace 10 años que anticipamos que lógicamente si no se reduce la cantidad de residuos se llega a este momento con todos los rellenos sanitarios colapsados, pero lo que se propone no es una solución reparadora y que vaya a disminuirse la cantidad de residuos ni que vaya a cumplir ni siquiera las nuevas metas de reducción. Además, lleva a una alternativa mucho más contaminante y muchísimo más costosa. La tecnología de incineración es mucho más cara que la que se requiere para enterrar la basura. No es menor esta alerta que tienen los cartoneros al pensar que están en riesgo sus fuentes de trabajo y su propia existencia.