Gira como un trompo, de San Luis a Rosario, de Montevideo a Buenos Aires, ida y vuelta, expulsada de aquí y de allá. ¿Por qué? Porque levanta polvaredas con sus proposiciones rebeldes: "Ni Dios, ni patrón, ni marido", lema de la revista La Voz de la Mujer, que editará financiada con su mínimo sueldo de operaria en una fábrica de zapatos. Esa publicación avisa: "Aparece cuando puede". ¿Hablamos del siglo XXI? No. De comienzos del 1900.

Algo antes, 1890, ella, Virginia Bolten, alza la bandera en la marcha del Primero de Mayo en la ciudad de Rosario. Y encabeza la columna que desfila  conmemorando tal fecha en la urbe, plaza López, Día del Trabajador, homenaje a los Mártires de Chicago. Virginia al frente, estandarte negro y letras rojas al aire que proclaman: "Primero de Mayo, Fraternidad Universal". La policía se precipita, la apresa por pronunciar un discurso revolucionario entre los trabajadores presentes. ¿Cómo alguien puede atreverse a acusar "si pedimos justicia o pan, nos dan plomo y cárceles"? Lo dirá. Y dirá: "Odiamos la farsa que llaman patria; nos embrutecen por la patria, nos matan por la patria, nos apalean por la patria; y si tenemos la temeridad de rebelarnos, ya sabemos lo que nos espera, bala rasa".

Primera mujer oradora en una concentración obrera. Adentro. Presa. En esta ocasión se hace pasar por uruguaya, le aplican la Ley de Residencia y la expulsan a ese país. Virginia Bolten. ¿Cómo no desterrar a alguien que repudia los valores básicos, sin límites? "Vamos sujetas eternamente al yugo: el yugo de la escuela que nos impone determinados estudios, el yugo de la religión que nos impone determinada creencia, el yugo de los patronos que consumen nuestras energías y absorben por un jornal miserable nuestra vida, el yugo del matrimonio que nos ata a un hombre a perpetuidad". ¿Hay manera de acallarla? A falta de mordaza, expulsión. Afuera.

Idas y vueltas. Ahora, ayer, otro momento en Rosario: Virginia Bolten se instala en una vivienda en el barrio obrero cercano a la Refinería Argentina de Azúcar donde comienza a trabajar; trabaja y arenga: "Trabajadores, nuestro grito. ¡Alerta y en guardia!"

Detona bombas que no contienen pólvora, pero estallan sus reclamos subversivos, organiza a las mujeres anticlericales, sufragistas y laburantes. Protesta contra los abusos de la patronal: "Nos hacen trabajar de sol a sol, compañeros, basta".

Y presa de nuevo, por organizar, junto a Teresa Marchisio y cuatro disidentes más una contramarcha de repudio a una procesión católica. Vamos, de vuelta a la cárcel.

Y también en 1901, detenida por distribuir "propaganda anarquista" entre los trabajadores de la refinería. Acusación: atentar contra el orden social.

Al desencadenarse el asesinato del trabajador de la fábrica Cosme Budislavich, octubre de 1901, Virginia denuncia: "El suceso de la Refinería nos obliga a defendernos. Ayer cayó uno, mañana caerá otro, después otro más si carecemos de energía para imponernos. Uno de nuestros compañeros ha caído llanamente asesinado. Otro nombre no puede darse a quien muere de un balazo en la nuca. ¡Y luego nos hablarán los asesinos del derecho de propia defensa! ¡Infames! Como nos levantamos contra los verdugos de Chicago y los de La Coruña, debemos levantarnos ahora contra los verdugos de los obreros de Rosario. La justicia tarda pero llega". "¿No se han dado cuenta los gobernantes ineptos y la jauría vil que los atropellos crean conciencias revolucionarias?"

Ahora, 1902, lidera una huelga de choferes de tranvías, también en Rosario.

En 1904 vuelve a Buenos Aires y se une, forma parte del Comité de Huelga Femenino organizado por la Federación Obrera Argentina, movilizando a los trabajadores del Mercado de Frutos de la ciudad. Y más tarde, 1907, Virginia participa en la huelga de inquilinos como parte del Centro Femenino Anarquista.

Finalmente, ese mismo año el país se saca definitivamente a la "desviada" de encima. Anarquista. De nuevo, arresto y expulsión a Uruguay, donde se radica definitivamente. Allí tampoco habrá modo de detenerla. Virginia Bolten. Se atreve a ser. Ha dicho: "¡Infundiremos miedo!... lo sienten ustedes, perros de caza sin conciencia ni dignidad, hijos del látigo burgués y vendedores del pueblo".                 

Nada la para. Nada la detendrá. Nadie podrá borrar sus palabras.

Fuentes:

‑"Políticas de la memoria.Tras los pasos de Virginia Bolten".

Agustina Prieto, Laura Fernández Cordero y Pascual Muñoz

‑Blog: www.elcosaco.org/virginia‑bolten‑dios‑patron‑marido

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