“No estoy enojado. Estoy decepcionado de lo que pasa acá”, rapea Julián Larquier en No hay foto de lo que hicimos hoy, tema que devela el nuevo disco del grupo que lleva su nombre y el de su socio frente al micrófono, Julián Tello. Aunque no nació a manera de banda de sonido de la actual realidad de la Argentina, Crisis se comporta así. “Empezó como algo personal, pero luego terminó atravesado por lo social y lo político”, reconoce Larquier. A lo que el otro MC del quinteto agrega: “Tiene muchas cosas de la calle con las que podés identificarte. Pero también es un disco dual, lo que me divierte aún más”. A cuatro años de la aparición de su primer álbum, titulado igual que la agrupación, Jvlián (con “u” latina) tomó distancia de ese hip hop agitador y groovero de su repertorio iniciático para, en concordancia con la contemporaneidad que lo envuelve, hacer catarsis sobre la base del trap. “La crisis fue sumar este tipo de música a la banda”, explica Larquier. Mientras Tello advierte: “El disco está empapado no sólo por el trap, sino también por estilos como el soul”. 

Crisis es un trabajo tan visceral que su duración es menor a la del debut del grupo creado en 2008. “Este disco es una vomitada de lo que nos estaba pasando, y, a diferencia del primero, nos sobrepasaba cualquier pretensión”, revela Larquier en el ocaso de la tarde en el barrio de Palermo. Tello, también conocido como “Yeyo”, recoge el testigo y define: “Había una necesidad de enmarcar lo que nos sucedía. Por eso es corto, de ocho temas. Éste es así, y el próximo quizá será de cuatro canciones. Nos gusta improvisar. Hay un nivel de elección en el que podemos hacer lo que querramos”. Otro de los rasgos que distingue a la secuela de Jvlián, lanzada el pasado 9 de marzo (únicamente en formato digital), es la perspectiva urbana desde la que se paran las letras. “Tiene que ver con un poco de protesta poética, adaptar el arte a eso que sentís en lo social”, apunta Tello. “Son todos condimentos de la misma sensación cuando escribís un tema. Somos sinceros con lo que sentimos, al igual que crípticos y fantasiosos. Es otra trampa lírica más”. 

A pesar de que es uno de los grupos referenciales de la escena urbana local del último lustro, de la que también son parte Coral Casino, Militantes del Clímax y Lo’ Pibitos, Jvlián se siente más próxima al indie patrio ¿Hip hop hipster? “No, para nada”, refuta Yeyo. Al tiempo que su compañero añade: “Nos corrimos del estereotipo del hip hop argentino. Quizá por eso no fuimos aceptados”, especula Larquier, que, al igual que Tello, encontró en la actuación su otra pasión. “Conozco a un montón de raperos de clase media que curten el gueto, pero nosotros no flashamos ésa”. Aunque su acercamiento al género es genuino, longevo y complicado. Como el amor mismo. “No me fue fácil compartirlo con mis compañeros en el colegio, que curtían La Renga y Los Piojos. Yo era un bicho raro”, recuerda Larquier, quien reconoce en Plastilina Mosh una de las influencias seminales de la banda. A lo que su tocayo adhiere: “Empecé escuchando a Sumo y Todos Tus Muertos, y una vez que empatizamos nos dimos cuenta de que teníamos muchas cosas en común. Y otras que no”. 

Jvlián participará de una edición nacional del ciclo Niceto Black (lunes 30/4 a las 21 en Niceto Club, Niceto Vega 5510), junto a Chita, Rockefeller, Palta and the Mood, Wax & Smoke y Cisco.