El amor de su vida
Voy al baño y me encuentro a un viejito escribiendo con una birome que no tiene tinta… Yo amo a...” Y la tinta no quería salir… Lo empujé y lo mandé de cabeza al inodoro…
-¿A quién ama usted?...
-¡Qué le importa atrevido!...
-Eso me gustó. No le importaba que lo hubiera empujado a la mierda, pero sí le molestaba que me metiera con lo que él amaba…
-Ahora se me ocurrió que quiero saber quién es el amor de su vida… Y no lo voy a dejar salir de acá hasta que me lo diga…
-No lo sabrá hasta que lo lea en la pared… Así son las reglas…
-¿Qué reglas?
-Las reglas de los sótanos. Cómo se ve que sos apenas un Pichón… Todos nos conocemos… Ahora andate, te lo ruego.
-No.
Estuvimos en silencio más de una hora… Por último se dio por vencido…
-Está bien… haremos un trato en forma tal que no violemos las reglas… Escribiremos los dos juntos.
Tomó la lapicerita como yo le indicaba y la apoyó contra la pared… Yo agarré su mano, desde atrás… Y comenzamos a escribir muy lentamente.
-No tenés que pronunciar su nombre hasta que no esté todo escrito…
Por último marcamos un palito horizontal del medio de un palito al medio del otro palito…
Nos retiramos un poco para ver de lejos el nombre…
-Ahora podés pronunciarlo…
Me lo dijo feliz, con los ojos bañados en lágrimas…
-R-I-T-A… Rita…
-¿No te parece un nombre bello? Su risa fue la que siempre alentó mis sueños.
Evidentemente estaba colifato el pobre…
El viejito se quedó solari con su parlamento de amor…. ¿Llegaré a esto?
El Kiosquero turco
Cuando venía el show, despertábamos todos por arte de magia, la musiquita valseada era nuestro despertador… El Kiosquero Turco se manipulaba frenético… Con rabia intensa… El prosigue en su desesperación… Pretende entender… Algo triste le sucede… Se queda… Ese es el problema de su vida… El lingam no responde… Está arrugado, vencido sin haber peleado… Y aprieta, retuerce, abre la ranura, escupe, golpea, intenta destornillarlo… Tira del lingam como si fuera de chicle… ¡¡¡Mi vida por una erección!!! Entiendo que tengo que acudir en su ayuda… Palpo mi bolsillo trasero y compruebo la presencia del revólver… El Kiosquero Turco ya está con la lengua afuera… A pesar del cansancio no decae en el sácate-sácate-sácate… Es tenaz… Le voy bajando los pantalones sin que se dé cuenta… Acerco el arma a su espalda...Deslizo el caño hacia abajo… Buscando el esfínter… ¡Qué inmenso se siente uno cuando puede ayudar al prójimo!... Aprieto el gatillo y presta sale la bala… Se introduce en el agujero anal y se abre paso raudamente recorriendo la uretra de punta a punta con el canto victorioso del triunfo… La bala queda alojada en el interior de la cabeza y comienza a producirse el milagro… Los montes se yerguen vivaces al ritmo de las pulsaciones sanguíneas… Gira su cabeza y me observa, todavía con el arma en la mano...Me sonreí agradecido… La luz roja del escenario bendice el final… Vida… Cruel… Y canalla...