La prédica de la jerarquía católica parece, una vez más, alejada del sentir y el pensar de sus fieles. Mientras los obispos –que nunca vivirán un embarazo no deseado– ratifican la posición de la Iglesia Católica en contra de la interrupción voluntaria de embarazo –en ningún caso, ni en casos de violación–, surgen voces de famosas que se definen “creyentes”, y a la vez, expresan su respaldo a una ley que despenalice y legalice el aborto, un punto de vista cada vez más extendido según van reflejando los últimos estudios de opinión.

Este fin de semana, casi en simultáneo con la declaración de la Conferencia Episcopal, la conductora Mariana Fabbiani sorprendió en la mesa de Mirtha Legrand –una de las poquísimas referentes del espectáculo abiertamente en contra–, al admitir que había cambiado recientemente su posición sobre el tema. “Es algo que me fue generando mucha contradicción y fui evolucionando en mi postura. Soy católica, siempre estuve en contra del aborto. Nunca fue una opción para mí, ni lo es”, arrancó Fabbiani. Y siguió: “Pero la verdad, cuando empecé a informarme un poco y meterme en el tema me di cuenta que las creencias personales hay que dejarlas de lado. Es realmente un tema de salud pública”.

“Hoy estoy a favor de la despenalización del aborto”, destacó la conductora, y explicó que cambió de parecer al “ver la cantidad de mujeres que mueren por no tener la opción de elegir me hizo cambiar”. Incluso, fue más allá: hasta repitió el lema de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito y recordó la criminalización y condena que sufrió Belén, la joven tucumana encarcelada y condenada por la Justicia, luego de sufrir un aborto espontáneo en un hospital público: “Pido por una ley de educación sexual para que ninguna mujer tenga que pasar por una situación tan traumática. Incluso después la mujer puede ser señalada o, como pasó en Tucumán, terminar presa. Es un tema de salud pública, por eso las creencias hay que dejarlas de lado. Anticoncepción para no abortar, y aborto legal para no morir”, agregó Fabbiani. 

Legrand quedó descolocada, pero reafirmó su postura en contra, en línea con la de los obispos. La escena refleja el cambió histórico que se está viviendo, con un movimiento feminista en ebullición, que florece en las calles pero también en escuelas secundarias, los barrios, las universidades, sindicatos, con organización y activismo. Y, con argumentos, contagia. 

Fabbiani no ha sido la única que se posiciona como “católica”, frente al debate por la despenalización y legalización del aborto. También lo hizo la modelo “Pampita”, hace pocos días, en el programa de Andy Kusnetzoff, por Telefé. “Tengo una formación católica, soy muy creyente, para mí la vida es desde el primer día de la concepción, más allá de que lata el corazón o no. No podemos definir vida porque tiene bracitos o cabeza o lo que sea. Es un ser que viene en camino. Es un milagro de Dios y es una bendición”, dijo primero. Pero luego afirmó: “Sí creo que la despenalización del aborto no va a promover más abortos, sino que sí va a hacer que no mueran más mujeres en situaciones precarias”. Y también reclamó “educación sexual en los colegios”, una política pública que el Gobierno de Cambiemos debilitó desde que asumió, como ya se denunció en este espacio, al reducir capacitaciones a docentes, presupuesto e impresión de materiales del Programa Nacional de Educación Sexual Integral. 

Como ya lo advirtió hace una década, la Primera Encuesta sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina, realizada en el país a través de un trabajo articulado entre cuatro universidades nacionales y dirigida por Fortunato Mallimaci desde el Area Sociedad, Cultura y Religión, del Ceil-Piette del Conicet, cada vez más la feligresía católica elige ser cuentapropista de la religión. Aquella novedosa investigación reveló que 9 de cada 10 argentinos cree en Dios, pero las tres cuartas partes concurrían “poco o nunca” a los lugares de culto y preferían rezar en su casa, sin intermediarios, y vivir la religión por su cuenta. Aunque el 76 por ciento de la población se declaró católico (¡casi un cuarto no lo es!), una amplia mayoría rechazaba los preceptos morales impuestos desde el Vaticano: solo un 15 por ciento pensaba, en ese entonces, que el aborto tenía que estar prohibido en todos los casos. Como Fabbiani, seguramente deben ser muchas y muchos más las y los “católicos” que han cambiado su mirada sobre el tema. 

Esperemos que las y los legisladores, que tendrán finalmente la oportunidad histórica de sacar al aborto de la clandestinidad, sean capaces de asimilar los amplios fundamentos, basados en evidencia científica, que se están exponiendo en la plenaria de comisiones, desde hace dos semanas, a favor de una reforma legal, en lugar de definir su voto, desde la moral y las creencias religiosas, como pretenden los sectores antiderechos.