El dólar minorista registró ayer otro récord, al cerrar en 21,52 pesos, con un incremento de 62 centavos. La suba de las tasas y la intervención del Banco Central en la plaza cambiaria no fueron suficientes para frenar la corrida. En los últimos cuatro días hábiles se vendieron 195 mil millones de pesos de Lebac en el mercado secundario. La salida de capitales especulativos de la última semana se potenció por la compra de divisas de inversores minoristas, que cobraron el sueldo y no dudaron en dolarizar los pesos depositados en las cuentas bancarias. Hay un millón de clientes registrados que acostumbran a comprar divisas todos los meses y, ante el clima de incertidumbre, se apresuraron a adquirir moneda extranjera. Las pizarras de algunas entidades financieras del centro porteño llegaron a marcar 21,70 pesos. 

La autoridad monetaria sacrificó ayer 504 millones de dólares. La cifra desde el 5 de marzo, cuando comenzó con las intervenciones, enciende todas las alarmas del mercado. La entidad a cargo de Federico Sturzenegger acumuló ventas por 7272 millones de dólares. Desde el lunes 23 realizó la mayor cantidad de los desembolsos, al intervenir con 4845 millones. El uso de divisas de la entidad para controlar el tipo de cambio no fue efectivo. El dólar minorista aumentó un 2,6 por ciento ayer, el mayor incremento diario desde mediados de 2016, en tanto que registró un alza del 15 por ciento desde que comenzó el año y de 37,8 por ciento a partir de la primera semana de mayo del año pasado. 

La autoridad monetaria dio infinitas vueltas para definirse respecto de cuál es su postura cambiaria y monetaria. Hasta marzo, dijo que defendía la flexibilidad del dólar, es decir, planteaba que el mercado debía encargarse de ponerle un precio. En el momento que comenzaron las presiones modificó el discurso y comenzó a plantear que los inversores se estaban equivocando respecto de cuál era la cotización de equilibrio, y eso le daba derecho a intervenir. Error de diagnóstico. La venta de dólares de las reservas fue contraproducente: potenció las expectativas de devaluación del mercado y llevó a los inversores a acelerar la compra de moneda extranjera. 

La entidad ya perdió uno de cada diez dólares que tenía en reservas a finales de abril. El stock de divisas del Central cerró ayer en 55.998 millones de dólares, con una caída de 625 millones en la jornada y un retroceso de 6554 millones de dólares en los últimos 7 días hábiles. Estos datos resultan increíbles si se tiene en cuenta que hasta hace dos meses el titular de la autoridad monetaria decía en sus conferencias de prensa que en la entidad tenían como objetivo sumar cerca de 20.000 millones de dólares, con el objetivo de alcanzar reservas equivalentes al 15 por ciento del PBI. Nadie pensó en un plan B ante el cambio del ciclo financiero internacional.

El Banco Central hasta ahora planteaba que la tasa de interés era una herramienta para frenar la inflación pero no debía usarse para controlar el dólar. El viernes pasado, sin embargo, no pudo sostener el discurso y dejó subir en forma arbitraria las tasas de corto plazo de las Lebac del 27 al 31,50 por ciento, mientras que ayer permitió que suba hasta 31,70 por ciento. El objetivo no fue contener los precios (ni mantener viva la meta de inflación) sino que se apuntó a parar la fuga. Por el momento, no fue efectivo. Ayer los inversores de la city operaron 44 mil millones de pesos de Lebac, en tanto que entre el miércoles y viernes de la semana pasada se operaron 150.000 millones. Este volumen récord se explicó por la venta de letras de los fondos de inversión extranjeros, los cuales se sincronizaron para vender sus activos y salir del país. 

La corrida de estos grandes fondos generó presiones continuas sobre el tipo de cambio mayorista, que ayer alcanzó una cotización récord de 21,20 pesos, con un alza diaria de 66 centavos. El 5 de marzo pasado el Central se había propuesto intervenir en la plaza cambiaria para evitar que esta cotización supere los 20,20 pesos, lo cual era compatible con un dólar minorista de 20,50 pesos. Tras ocho semanas de intervención cambiaria, no fue capaz de detener la presión y la cotización de la divisa ya acumula un incremento de 1 peso (en el mercado mayorista y en el minorista). La tensión cambiaria por la fuerte fuga de capitales se potencia con una menor oferta de divisas en la plaza cambiaria local. El complejo agroexportador, con una floja cosecha, y el aumento de las expectativas de devaluación, viene liquidando un 17 por ciento menos respecto del año pasado, en tanto que el clima financiero internacional, con mayor volatilidad, provoca que los inversores de riesgo moderen su ingreso a los países emergentes.