Una argentina de 28 años se encuentra hospitalizada en Santiago de Chile, la misma denunció que fue violada por un grupo de hombres que llevaban puesta la camiseta del club de futbol Universidad de Chile. El caso es muy parecido al de La Manada en España: cinco jóvenes que violaron en grupo a una chica de 18 años. En Salta, Belén salió de una fiesta, junto a un amigo que se ofreció a acompañarla hasta la parada, pero en vez de cuidarla como prometió, la entregó a cuatro hombres que la metieron en un auto, la violaron, la golpearon y la dejaron tirada. Hoy la chica se encuentra hospitalizada. Una niña de trece años estaba por cruzar un puente en Colegiales, cuando un hombre simplemente la agarró y la violó. 

El problema no es nacional, tampoco puede inscribirse dentro de lo que en Argentina llamamos “inseguridad”. La inseguridad es un claro resultado de las desigualdades económicas y sociales, a pesar de todos los esfuerzos de la televisión por decir lo contrario. Nada es más evidente que el hecho de que la inseguridad es directamente proporcional a la desigualdad económica, a cuanta mas desigualdad más descontento y eventualmente más violencia. Pero este fenómeno nada tiene que ver con hombres violando. Mezclar, unir y sintetizar todas las violencias en una es la manera de esconder el verdadero problema. Si no entendemos de dónde viene la violencia y qué tipo de violencia es, si simplemente la entendemos como un ente mágico que toma el alma, entonces es imposible para los oprimidos considerarse como tales y exigir lo que se merecen. Así el sistema nos engaña a las mujeres, si el violador es un loco suelto, si es simplemente un alma oscura con la que me he topado en la vida de la misma forma que me sucede un accidente, entonces no hay nada que hacer. No hay a quien reclamarle. Y esto no es cierto. La violencia machista existe, es algo específico y puede combatirse. 

Los hombres violando no son resultado de una desigualdad económica. Los hombres pobres violan, los hombres de clase media violan y los ricos violan. Los hombres en Sudamerica violan y en Europa también. Los hombres de familia violan, los famosos violan y los ídolos nacionales violan. La prueba de que no se trata de un problema nacional de inseguridad es la triste realidad de la cantidad de hombres que violan a mujeres dentro de su propia casa. La violación es sistemática y aprobada culturalmente. Las prueba de esto es clara también: si estás en un local y entran a robarte, nadie te hace sentir culpable de ese robo, ni a vos se te ocurriría sentirte culpable de que te robaron. Pero las mujeres siempre sentimos algo de culpa en cada violación, sea de la forma que sea, y si no la sentimos, la sociedad nos lo hará sentir tarde o temprano. Eso es cultural, eso es un programa social, y esa es la diferencia entre un chorro y un violador. Para la sociedad entre el violador y víctima, la culpa está compartida. 

Una grata sorpesa fue encontrar en la pagina oficial de la barra del club de futbol de Universidad de Chile un mensaje de la hinchada hacia esos violadores que llevaban la camiseta de su equipo. Parte del texto dice: “... No toleraremos que cobardes de esa calaña vistan nuestra camiseta. Si en efecto fueron hinchas de la ‘U’ sepan que los encontraremos”. ¡Por fin! ¡Lo que costó! ¡Los años que llevó! Es la primera vez que leo un texto de hombres realmente indignados. Es la primera vez que leo un texto en el que hombres están dispuestos a impartir justicia. Eso queremos leer, ¡amenazas!, no palabras cuidadas por abogados: “vamos a romperles la cabeza”, eso quiero que digan los chabones. No quiero hombres explicándome cual es el correcto feminismo, no quiero hombres comprometidos con la causa feminista de la boca para fuera. No quiero hombres poniendo caras de circunstancia, porque de esos hombres sabemos mucho, demasiado, y no le creo las caras. Quiero hombres usando su fuerza para el bien, salgan a romperle la cabeza a los violadores. Usen su perra testoterona para algo bueno. “¿Pero las garantías institucionales?”. Lloran sin parar los violadores en las redes “¿Este es el mundo que quieren las feministas en el que piden más violencia?”. No, no es el mundo que piden las feministas. No, este es el que pido yo, Malena Pichot, y me hago cargo, si sos hombre y vas a hablarme de feminismo primero espero que le hayas al menos escupido la cara a un abusador, sé que conocés uno. Vos flaco que te sentís machito, pero de los “buenos” y querés demostrar que eso no es un oximoron, bien andá a buscar abusadores, están en todas partes. Y recuerda: no es un problema de clase, los violadores no son víctimas del sistema patriarcal, son sus ejecutores, y para ellos no hay clemencia.