Luis Felipe “Yuyo” Noé estaba “bastante loquito” a principios de la década del 70. Había dejado de pintar porque, junto a otros artistas de su generación, creía que se había agotado la capacidad de simbolizar el mundo. La pintura se disolvió en la práctica política. Entonces inició una terapia psicoanalítica con Gilberto Simoes, un médico brasileño formado en la escuela de Enrique Pichón Rivière que vivía en Buenos Aires. El artista plástico hablaba y dibujaba al mismo tiempo durante las sesiones. En Terapia, el libro editado por Galería Rubbers que presentó junto a Fabián Lebenglik, editor de Plástica de este diario, en el stand del Grupo Octubre, reúne los dibujos consumados en esas fructíferas sesiones, el devenir de esas producciones, en una selección de más de 140 dibujos realizados entre Buenos Aires y París en el período que va de 1971 a 1978. Incluye también los personajes de la novela Códice Rompecabezas sobre Recontrapoder en Cajón Desastre y su serie de pinturas La Naturaleza y los Mitos. Esa gran crisis, recordó Noé, la vivieron de un modo similar otros artistas como Pablo Suárez, León Ferrari, Juan Pablo Renzi y Margarita Paksa. “Necesité hacer terapia porque mi terapia anterior era pintar”, reconoció el artista plástico de 84 años.

El año fundamental para Noé fue 1971, cuando empezó la terapia con Simoes, “un año muy duro para mí porque murió mi gran amigo Jorge de la Vega”, precisó. “La mayor parte de los dibujos me los devolvió Simoes después porque él se los había quedado para interpretarlos. Aparte de la terapia con él, yo estaba haciendo una terapia conmigo mismo, y hacía los dibujos como si fuesen personajes de una novela”. Lebenglik quiso saber cómo vivió “Yuyo” la experiencia de trabajar a “8 manos” con otros artistas como León Ferrari, Eduardo Stupía y Miguel Rep. “El dibujo puede ser perfectamente un diálogo mientras uno no venga a estropear el trabajo que hace el otro”, reflexionó Noé. “Yo creo en el diálogo; ideológicamente es una aventura muy adecuada”. El artista que fue el representante de la 53° Bienal de Venecia en 2009 trabajó en simultáneo las inmensas pinturas de la Bienal, La estática velocidad y Nos estamos entendiendo, con las ilustraciones de la emblemática trilogía Memorias del fuego de Eduardo Galeano, editada en fascículos por PáginaI12. “Creo que es una de las mejores cosas que hice en un tiempo récord. Cuando hay trabajos que tengo que entregar en poco tiempo, me pongo obsesivo y los hago de manera minuciosa”, admitió Noé que está por cumplir 85 años –el próximo 26 de mayo–, pero aclaró que tiene ganas de cumplir 40.

El artista habló de los libros que tiene en carpeta. “Si nadie me homenajea, me homenajeo yo mismo”, afirmó medio en broma, medio en serio. Uno de esos libros es El arte entre la tecnología y la rebelión, un texto que comenzó a escribir en 1967, que terminó tres años después –pero que decidió no publicar– y al que le agregará un capítulo sobre el 68. Entre los proyectos de libros hay uno con definiciones de palabras, “algunos en serio, pero con sentido del humor”, puntualizó este joven artista infatigable -quizá el más joven de todos- que reveló que quiere retomar La pintura desnuda o El striptease de la pintura, una historia de la pintura desde el romanticismo hasta el arte conceptual. “Después tengo pensado un diálogo conmigo mismo. Como geminiano, soy dos personas y muchas más. Me siento como un colectivo lleno de gente. El problema es quién conduce el colectivo –ironizó Noé–. Por eso me interesa el caos. Pero el caos no tiene que ver con el desorden. El caos, que es la vida misma desde que la vida existe, está más allá de nosotros y nos envuelve.”