Antes del petróleo, la mayor parte de Venezuela era lo que narra Miguel Otero Silva en Casas muertas, un pueblo devastado que agonizaba por enfermedades como el paludismo y las guerras civiles. El médico argentino Ernesto Fernández, que vivió exiliado en ese país 17 años, cree que si el petróleo no hubiera aparecido en la década del ‘30, hoy Venezuela sería una semicolonia igual a alguno de los más pobres países centroamericanos. Pero junto con el petróleo, cuyo surgimiento también cuenta el mismo Otero Silva en otra novela, Oficina N° 1, no vino sólo abundancia y dinero fácil. Como se ha estudiado, hay algo de “maldición” cuando, de tan abundante, un recurso natural genera su dependencia y el desgano de una clase dirigente que vive de renta y no encara la diversificación de la estructura productiva. En porcentajes, la renta petrolera venezolana es superior a la renta diferencial de las pampas argentinas.

Antes del chavismo, por treinta años Acción Democrática y Copei se repartieron el gobierno en el llamado Pacto del Punto Fijo y disfrutaron la bonanza del oro negro sin sacar del atraso ni a Venezuela ni, sobre todo, a la invisibilizada mayoría oscura, la que no aparece jamás en las telenovelas de rubios y rubias cuyo Norte es Miami. En este caso invisible es casi literal: varios meses por año, el clima monzónico hunde medio país rural en la desolación total. No es fácil la economía venezolana: la mayoría de su pueblo sobrevive con frijol, arroz, arepas y mandioca y ha sufrido calamidades que no se informan.

Pero a los gobiernos de Hugo Chávez y de su sucesor, el presidente actual Nicolás Maduro, les ha costado mucho disponer del petróleo de modo de utilizarlo para la industrialización. Venezuela sufre el bloqueo norteamericano justamente porque no supo o no pudo crear estos años una economía menos dependiente de un solo producto. El domingo próximo habrá elecciones entre Maduro y el ex chavista y hoy opositor Henri Falcón, sin participación de la derecha venezolana que sólo busca el factor externo golpista, con apoyo de Estados Unidos y de sus aliados del Grupo de Lima. 

Durante el mandato de Chávez, Venezuela descubrió el mayor yacimiento petrolífero del mundo y superó a Arabia Saudita en cantidad de reservas. Es, también, un enorme reservorio de carbón, manganeso, minerales metálicos como oro, hierro, bauxita, cobre o níquel; y de no metálicos como diamante, fosfato, caliza o grafito, entre otros. 

Como dijera Eduardo Galeano sobre Irak: no irían por la patria de Simón Bolívar si produjera rabanitos. Ni, agregamos, le cuentan las costillas a cada hecho de violencia en inversa proporción a cómo ignoran y ocultan masacres infinitamente más terribles como las de México o Colombia, o fraudes como los de Honduras o Paraguay, en tanto en esos países haya gobiernos aliados de la derecha continental. 

La falta de desarrollo económico hizo que Venezuela dependiera en demasía de la importación de, por ejemplo, alimentos y medicamentos, gran parte de la cual además se fuga por las fronteras.

Cambios

Con todo, desde los gobiernos de Chávez se avanzó en algunas áreas, por ejemplo intentando profundizar iniciativas de gobiernos anteriores, desde Marcos Pérez Jiménez hasta Carlos Andrés Pérez, en áreas como Ciudad Guayana y Puerto Ordaz, Valencia cerca de los valles o industrias antiguas como aluminio (Venalum, de los años ‘50) o acero (Sidor, de los ‘70). Pero tanto aquellos gobiernos como el actual no avanzaron, por ejemplo, en industria liviana, agroalimentos (un país donde los ganados son malos, donde no hay industria láctea, no puede crecer el trigo que los ricachones importan despreciando el maíz) ni en un programa capital–intensivo para el desarrollo. El chavismo, más bien, confió en formar cooperativas y otorgar subsidios al campesinado. Avanzó algo más en el Arco Minero, con apoyo de créditos de China, y descubrió enormes yacimientos aún no explotados. En más de 111 mil kilómetros cuadrados, Maduro propone asociaciones al capital privado en emprendimientos con mayoría estatal. Esto, más el petróleo, podría dar lugar en Venezuela al desarrollo petroquímico y luego farmacéutico. También ese déficit en medicamentos hace más duro el boicot que le imponen Washington y sus socios del Cono Sur.

En lo social, el chavismo avanzó, por ejemplo en planes de vivienda que jamás habían existido en los gobiernos anteriores. Y sus misiones lograron conquistas en educación y salud, aunque con altibajos. Pero el abismo social y la guerra racial es fortísima en el país y explica la “grieta” total que hay entre las elites y un gobierno popular. 

A pesar de todas las contras, Venezuela va a elecciones el domingo próximo y ya de por sí es un triunfo, dado el contexto de guerra que le propuso una oposición incapaz de ganar en elecciones democráticas. El analista Marco Teruggi ha escrito que “el centro de gravedad del conflicto no reside en Venezuela”. Se refería a Estados Unidos y sus aliados. Pero también cuenta otro factor externo, el precio del petróleo, clave para el país, que bajó mucho estos años mientras estallaba la guerra en Venezuela y que se cocina en la OPEP y en la especulación de los mercados.

Candidatos

Junto con Maduro, apoyado por un frente que lidera el PSUV y acompañan otras formaciones, y el ex gobernador de Lara, Falcón, con su partido Avanzada Progresista junto al MAS y Copei, compiten, con menos expectativas, un empresario, un ex pastor evangélico y un candidato que se define de izquierda antichavista. Acción Democrática, Primero Justicia y Voluntad Popular, que formaban la “Mesa de Unidad Democrática”, decidieron boicotear el proceso argumentando “fraude” y algunos gobiernos, entre ellos el argentino, ya adelantaron que desconocerán los comicios.

Falcón propone dolarizar la economía para salir de los males actuales como la recesión (sería del 15 por ciento este año según el Fondo Monetario Internacional), la hiperinflación (para el FMI, que reclama a Caracas bajo pena de expulsión mejorar su sistema estadístico, será de 14.000 por ciento) y la devaluación incontrolables. A Falcón lo asesora un ex Harvard y ex Bank of America Merrill Lynch, Francisco Rodríguez.

Maduro, por su parte, cree que cuando gane el domingo podrá sortear el bloqueo y las enormes y cotidianas dificultades del pueblo venezolano: conseguir dinero, bienes básicos, remedios, algún dólar que envíe un familiar desde otro país. También, un triunfo le daría tiempo para enfrentar la corrupción en el poder y las amenazas golpistas consolidando el petro, una moneda virtual respaldada en la riqueza del petróleo y apoyada por China, Rusia e Irán. El mes pasado, al ser lanzado, el presidente aseguró que por la preventa de la criptomoneda ingresaron al país más de 3300 millones de dólares como parte de las negociaciones con grandes empresas internacionales.