“Ese tipo tiene que jugar el Mundial, y sino que se lo den a Huracán”. La frase la pronunció un hincha del equipo de Parque Patricios, de nombre Fernando, mientras se retiraba del estadio por la calle Luna. Se refería a su homónimo y capitán de Boca en el partido de ayer por la mañana. 

Gago regresó al fútbol luego de la rotura de ligamentos de su rodilla derecha, sufrida en octubre del año pasado, en el encuentro que el seleccionado argentino disputó frente a Perú, por las Eliminatorias Sudamericanas. El volante central jugó 68 minutos a un nivel muy alto, dejó en claro que su sabiduría para conducir al flamante campeón sigue intacta, y exhibió que posee una sensibilidad diferente en el momento de tocar la pelota.

Gago sólo había participado 45 minutos en el partido de Reserva ante Unión, pero recién frente a Huracán volvió a sentir el roce de lo que significa un encuentro de Primera. 

Con un campo de juego pesado por la lluvia caída en los últimos días, el futbolista se ubicó en el centro de la cancha y desde allí organizó todo el circuito ofensivo de su equipo. Inclusive, también fue astuto para ubicar a sus compañeros en el momento de defender. Como Boca presentó un equipo alternativo debido al compromiso internacional del miércoles próximo, él fue el de mayor experiencia y se lo hizo notar a todo el estadio. Curiosamente, cuando le dejó su lugar al joven Almendra, el equipo perdió la línea de juego y desaprovechó la ventaja que tenía.

La lista previa para la Copa del Mundo, que entregará mañana el técnico de la Selección Argentina podría contar con el capitán de Boca. A partir de ahí, se esperará para saber si finalmente viaja a Rusia. En ese sentido, Jorge Sampaoli había aclarado hace algunas semanas que un jugador como Gago merece que se lo considere hasta último momento.

Las suspicacias que se habían generado alrededor de este partido, con el título ya definido y la incertidumbre por la definición de los últimos lugares para la Copa Libertadores 2019, quedaron despejadas cuando Boca se adueñó del desarrollo con hombres no sólo como Gago, sino también como Cardona, Reynoso, Mas, Benítez y Bou. En una ráfaga dio vuelta el resultado y con tres goles dejó desconcertado al local, que se había adelantado rápidamente con un gol de Pussetto cuando apenas se jugaban cinco minutos.

Huracán aprovechó algunas desatenciones defensivas de Boca, sobre todo en el sector de los centrales (Goñi y Heredia), y llegó a la igualdad con definiciones de Mendoza y Chávez. Antes del gol del ex Boca, Gago ya miraba el partido desde afuera de la cancha, y el líder no tenía la claridad suficiente para llegar al área de Marcos Díaz. El final encontró a ambos equipos con chances ciertas para quedarse con la victoria, pero ninguno acertó en las definiciones frente al arco adversario.  

El fútbol verdadero, a esa altura, había desaparecido y descansaba en el banco de suplentes, mientras el cansancio de muchos protagonistas impedía ofrecer pasajes de lucimiento, y todo era a pura entrega y sacrificio. El dramatismo se había apoderado de los simpatizantes locales, quienes imploraban al cielo por un triunfo heroico que los depositara de manera directa en el máximo torneo del continente, sin necesidad de depender de otros.