“No elegí mi nombre: elegí tocar blues; no elegí mi suerte: elegí tocar blues.” Apenas van 15 minutos de su show en Lucille, y Sol Bassa ya hizo su declaración de principios. Lo suyo es el blues, las canciones de amor, de locura y de muerte pero también de ternura, recuerdos y libertad, y de eso se trata Calles de tierra, su segundo disco y primero de canciones. Luego de Dedos negros, su contundente debut de instrumentales de 2016, Bassa le dio forma a un disco visceral y lleno de tierra, ideal para tocar en vivo.

Ya en su casa, rodeada de pósters de Hendrix, Clapton y Pappo, Sol cuenta su historia: “Cuando me vine a vivir a Coghland, en 2012, me había separado y sentí una necesidad visceral de componer canciones”. Poco a poco, Sol se fue animando a dejar de ser “la guitarrista de” y apostó por armar primero un trío con Nicolás Silva y Rodrigo Bebassat (bajista y baterista con los que grabó Dedos negros), al que se sumó Daniel Cornejo, su “Poncho Sampedro”: un guitarrista rítmico excelente que la gasta con el slide en el tema que da nombre al disco.

“Todos nos conocemos de las zapadas de Open Folk, Mr. Jones o Tabaco, del ciclo de Ciro Fogliatta --su padrino musical cuando Sol tocaba en Las Blusettes--, así que cuando encontramos una canción le damos espacio a pleno a la improvisación. ¿Cuántos blues se crearon a partir de improvisaciones que surgen alrededor de la letra? Es como contar un cuento”, define Sol Bassa, que es una maestra. Literalmente: “Me encanta dar clases de guitarra porque es como transmitir el mensaje de la música desde otro lado”, dice quien hace poco empezó a estudiar guitarra clásica por su fascinación con el sonido de las cuerdas de nylon. “Creo que si doy clases, tengo que seguir estudiando para dar ese mensaje.”

En su nuevo de rol de cantautora que la gasta con la viola (un hándicap al que le suma su encanto femenino), los tiempos habrán cambiado pero la canción sigue siendo la misma: “Ya no tengo tanto tiempo como antes para ir a las jams, pero me sigue gustando ir a ver bandas. Así conocí a muchos colegas y eso también te inspira mucho: me gusta el trío Tal Banda y también la banda de blues de Maxi Prietto”.

Sol tiene claro adónde va, de dónde viene y qué es lo que la entretiene: “No toco jazz, y no me interesa el free jazz. Me gusta jugar con la música de raíz, con lo primitivo. La caja de la esencia, por ejemplo, es un tema en un solo tono en el que la banda juega un poco con las alternativas que hay dentro de un acorde: afinación abierta, algún corte, el slide. No es mi intención crear una obra integral de blues convencional, no somos puristas”.

Igualmente, sabe que sale de las zapadas: “Mis herramientas vienen de ahí”, admite esta princesa del blues local a la que le cabe ensuciarse las botas. O los tacos. “Mis compañeros y yo tenemos esa bandera: buscamos la autenticidad del proyecto. No me considero una virtuosa; nunca me interesó tocar una cantidad tremenda de notas, solo busco encontrar un sonido particular a la Stratocaster, algo propio: me gustaría que lo escuches y sepas que somos nosotros. Aunque me vengan a ver dos, diez o cien personas.”

* Jueves 21/6 en el Ciclo Pila Pila, The Roxy La Viola Bar, Niceto Vega 5542. Desde las 23 con Hojas Secas.