Una terapia manual no invasiva para los problemas de columna logra evitar en un alto porcentaje de casos las intervenciones quirúrgicas en esas afecciones. Se trata de Columna vitae, un método creado por Carlos Mario Fiore que actúa sobre la causa y no sobre el síntoma de las dolencias: el especialista se enorgullece de haber disminuido en un 80 por ciento la necesidad de operaciones en columna en la obra social donde trabaja.

Fiore es médico y cirujano egresado de la UBA, aunque esta formación tan formateada en la tradición occidental de la medicina no le impidió abrevar en otras fuentes para crear su método y rescata especialmente la vertiente humanista de la medicina. Por eso destaca como uno de sus formadores a José María Mainetti, uno de los mentores de René Favaloro. Se apasiona hablando de la calidez y la intuición de Mainetti, que, apoyadas en su sólida formación académica, “lo convirtieron en el mejor cirujano del mundo”, enfatiza. La calidez y la intuición también juegan un papel importante en la forma en que Fiore ejerce su profesión.

–Usted es el creador de un método no invasivo para tratar los problemas de columna. ¿En qué consiste?

–En realidad, con este método tratamos muchos problemas de salud, no sólo los que tradicionalmente se reconocen como “problemas de columna”. Traté muchos pacientes con vértigo a los que no les encontraban ninguna causa física (lo más común cuando hay vértigo y mareos es que haya algún trastorno en el oído) y descubrí que con una milimétrica corrección en la posición de una vértebra cervical, el vértigo desaparecía. Porque lo más importante de mi método es el reconocimiento del valor de las dos series de vías reflejas que corren a los lados de la columna. La que corre a la derecha tiene que ver con el sistema simpático, que excita, eleva, prepara para la lucha o la huida. La que va por la izquierda se relaciona con el sistema parasimpático, que relaja, provoca o mantiene el reposo y la relajación.

–¿Y qué problemas pueden tratarse con este método?

–Los que tratamos más a menudo son las patologías de la columna, como lumbalgias, escoliosis, cifosis, cervicalgias. Y otras con nombres tan espantosos que dan miedo, como las cervicobraquialgias (que son los problemas en cuello y brazos, pero dicho en difícil). Es muy eficaz en los síndromes vertiginosos y en algunos problemas que aparentemente no tienen absolutamente nada que ver con la columna. 

–¿Por ejemplo?

–En mis tiempos de cirujano, operé muchos casos de hernia hiatal, que se produce cuando una parte del tejido estomacal asoma por el esfínter hiatal. Con la cirugía convencional, al cabo de dos o tres años recidivaba el 50 por ciento de los casos.

–Es un porcentaje altísimo. En la mitad de los casos, la operación no tenía efecto al cabo de tres años, más o menos, y volvía a aparecer la hernia.

–Claro. Años después, descubrí que corriendo apenas un milímetro a la derecha la cuarta vértebra dorsal no sólo desaparecía la hernia sino que no vi ningún caso de recidiva. Ninguno de los pacientes tratados con este método volvió a tener hernia.

–¿En qué se basa el método?

–Consideramos, igual que las más antiguas tradiciones médicas de la humanidad, que la columna es el eje de la vida. Y otro concepto en el que nos basamos es que el ser humano es estructura y que nuestro cuerpo respeta las leyes de la mecánica. Por ejemplo, todo lo que hacemos con los brazos repercute en el cuello y al revés. Ponemos el cuello rígido cuando levantamos un peso. Desde la biomecánica, entendemos que los brazos son dos grandes palancas que tienen  su punto de apoyo en la zona baja de la columna cervical y la primera porción de la columna dorsal. 

–Considerar la columna vertebral como eje y sostén de la vida es incluso anterior a la medicina griega.

–Lo que pasa es que se investigó tarde y mal. Muchos conocimientos se perdieron. Y otros hubo que volver a descubrirlos y formularlos. Y eso va más allá de la medicina, porque los pueblos que pierden su historia pierden sus raíces, y deben volver a rearmarse. Occidente perdió y negó buena parte de su tradición médica. Mucha gente cree que la medicina empezó con Hipócrates, pero en realidad lo que hizo es recopilar y organizar los saberes anteriores. Como fue mucho el tiempo transcurrido entre que se usaron esos saberes y que Hipócrates los recopiló, mucho se perdió. Y además, describió muy mal las terapias manuales, porque no vio a nadie que las practicara.

–Entonces, las raíces de su método son anteriores a la época clásica.

–Es que no sólo hay raíces clásicas, también, y sobre todo, hay una sólida base de la medicina tibetana no tradicional. Y también en cuestiones mucho más modernas, como los principios de la biomecánica, el estudio de los campos energéticos y el reconocimiento de las vías reflejas que transcurren a lo largo y a ambos lados de la columna vertebral.

–A grandes rasgos, ¿cómo podríamos describir el método?

–En lo teórico, Columna vitae se enmarca dentro de las terapias manuales. Su rasgo distintivo es el reconocimiento de las vías reflejas paravertebrales y su papel en la salud y la enfermedad del ser humano. En la práctica, consiste en un ajuste manual no invasivo de la columna vertebral. Partimos de una exhaustiva entrevista con el paciente, desde un concepto holístico, es decir, tomando al paciente como individuo y no como la suma de las partes. Con el interrogatorio, el cotejo de síntomas y los estudios complementarios, elaboramos un esquema terapéutico para cada caso en particular, abarcando el aspecto mental, el físico y el espiritual. Las técnicas son compatibles con las de la medicina tradicional.

–¿Puede aplicarse a cualquier paciente?

–En principio, nada puede aplicarse a todo el mundo, puede haber circunstancias especiales que hagan que determinado tratamiento o técnica no sea adecuado para un paciente determinado. Pero en líneas generales, sí, es para todos. Con algunas restricciones: ciertas prácticas no son adecuadas para embarazadas, por ejemplo, porque pueden provocar abortos. Otras no son las mejores para pacientes con osteoporosis.

–¿Cómo empieza un tratamiento?

–Lo primero es escuchar al paciente. Después, explicarle qué pasa y qué se va a hacer. La relación con el paciente es fundamental. Y cada vez que encaramos un tratamiento, partimos de una pregunta: ¿con qué le hago menos daño?

–Uno de los primeros axiomas de la medicina, primum non nocere, lo primero es no perjudicar. 

–Nuestro objetivo es ayudar al paciente, buscar alternativas para evitar las intervenciones quirúrgicas de columna, que son en realidad la última arma. Entonces, si lo primero que usamos frente a un problema es la última arma que tenemos, si falla no hay opciones. Pero tampoco somos fundamentalistas. Nuestro método es una alternativa para no llegar al extremo quirúrgico. Y volvemos al concepto de la columna como eje de la vida. Todos los problemas de columna tienen que ver con el dolor, porque la mayoría de las enfermedades son reflejas; de ahí la importancia de las vías que corren a lo largo de la columna. Entonces buscamos las disfunciones, las causas de ese dolor. Y actuamos sobre la causa y no sobre el síntoma. Porque milimétricas desviaciones de las vértebras provocan problemas cardiovasculares, digestivos, de todo tipo. Entonces, corrigiendo esa desviación, desaparece el problema.