Esta es una nota racista, aviso ahora para que después no pida el libro de quejas, que además está lleno. No hay que leer ningún libro para entender que los blancos inventaron el racismo, que hoy sobrevive en frases como "a los negros hay que matarlos a todos" y otras. Estos poemas existenciales no necesariamente se utilizan con negros color negro, también se usa con los pobres, los desclasados, los desplazados, los inmigrantes y los que no tuvieron suerte, que muchas veces, además, son de color negro.

Es raro. No hubo ningún momento en la historia donde el problema para el mundo fueran los negros, como sí lo fueron los nazis y otros blanquitos. Hitler y Videla eran blanquitos, igual que Leopoldo de Bélgica, el mayor asesino serial de la historia. Y los curas abusadores, los banqueros, los buitres, los acusados de las violaciones en los clubes, los Cavallo, los J.P. Morgan, así hasta el infinito y el más allá, son mayoritariamente blanquitos.

Qué curioso que aquellos que tienen problemas con los negros sean integrantes de esa masa quejosa que repite que el mundo está hecho una mierda. La respuesta es una especie de oxímoron. Si el mundo está hecho una mierda, y el mundo (esta parte del mundo) está en manos de los blanquitos, los blanquitos son los verdaderos depredadores. Sabemos con certeza que los negros no inventaron el fascismo, el nazismo, la globalización, las guerras modernas, los pogroms. Por lo general fueron las víctimas, y pusieron los muertos. 

No se me vaya a ofender, blanquito/a míos. Los blanquitos también tenemos corazón y sabemos dar la vida por la patria, o comprar una rifa para ayudar a la escuela. Pero esa fascinación por culpar a los negros de todo no deja de ser curiosa. ¿Qué será? ¿Miedo, odio, superioridad moral? ¿A los blancos no les gusta como huelen, hablan, miran, los negros? ¿Es otro capítulo de la lucha de clases, o una especie de juego infantil, como el del Hada Pili, devenido estrategia que dio y sigue dando frutos?

Vea a Martín Fierro, que era un pobre diablo, descargar su frustración en un negro al que boludeó, y luego mató. "A los blancos hizo Dios / a los mulatos, San Pedro / a los negros hizo el diablo / para tizón del infierno". Es obvio que Fierro se sentía más importante que el negro. Sentía que quizá algún día podía ponerse una panadería y volverse de clase media. 

No estoy diciendo que no haya negros jodidos. Usted me dirá Idi Amín, y yo tendré que reconocer que mi racismo al revés está flojo de papeles. Ahí está Charles Mingus, que dejó de tocar el violonchelo porque era un instrumento de blancos, para pasarse al contrabajo. Habrase visto, racista del carajo. Y Obama, un negro que apenas agarró la manija empezó a comportarse como un blanco y a bombardear países llenos de negros (es un decir), como él.

En mi pueblo, los apestados eran los criollos. Los negros, para la clase media. Negros de verdad no había. Además eso, los criollos ni siquiera eran negros negros, eran negros trucados. Y estaban estigmatizados como vagos. Sería por eso que cuando trabajaban les pagaban menos. Yo tenía un amigo negro, vea, y era un vago de aquellos. Desde los diez años fue ladrillero, changarín, panadero, vendedor ambulante, arriero, jardinero y pintor, entre otras cosas. En todo ese tiempo yo me dediqué a tocar la guitarra. Negro vago de mierda. Diga que jugaba bien a la pelota, que si no...

¿Dónde habrá nacido ese racismo? ¿Con la Biblia, en la Grecia antigua, o durante la Revolución Industrial, cuando los pobres comenzaron a afear el paisaje? Norman Mailer intentó encontrarle una explicación y no tuvo mejor idea que decir que los blanquitos tenían envidia de los negros por su perfomance sexual y otras bondades, lo que le valió puteadas en todos los colores, incluso de tipos pesados como Faulkner.

Seguro que todo debió empezar cuando los caucásicos europeos vieron gente rara. Y como los blanquitos podían contar su historia y los negros no, es la historia que llegó hasta nosotros. La historia la escriben los que ganan, dijo Litto. Inventaron ese discurso y pusieron sobre la mesa los resultados de una batalla cultural que, antes de librarse, ya estaban escritos. Es que el que odia y tiene miedo es fácil de manipular, como hicieron los alemanes con la amenaza judía. O el temor ¡a los mapuches! que sirvió a nuestro gobierno para unificar a los burgueses aburguesados y temerosos argentinos.

Claro que los negros con plata, o los que triunfan en el fútbol, generan menos contradicciones. Aunque hay barrios en EEUU en los que los negros no pueden comprar casas porque deprecian la del vecino. Negros que quieren vivir como blanquitos, habrase visto. Ya recordará usted la gente que se molestó en este país porque un negro accedía a un auto o una casa. Es que después hacen asados con el parquet y afean el barrio, o el país. Y eso que no debían saber que, según Mailer, la perfomance sexual de los negros, oh, la, la... 

Y si los dueños del discurso no escriben la historia, la reescriben. Uno de nuestros héroes de cabotaje, el sargento Cabral, era medio guaraní, medio negro y esclavo. Según Galasso en su libro sobre San Martín, el diálogo entre el general y Cabral debió ser en guaraní. No estaría mal repetir eso en las escuelas. Pero, Chiabrando, no sea ingenuo, dirá usted con razón. No importa cuántos negros, mapuches, esclavos y pobres haya defendido al país, los blanquitos siempre creerán que la clave del progreso son ellos.

Ahora, yo soy blanquito. Entonces soy parte del problema, aunque sea pobre. Hay que admitirlo: soy parte de la raza que creó el fascismo, el nazismo. ¿En todos los blanquitos existirá el huevo de la serpiente? ¿Existe el racismo contra la propia raza? Probablemente el huevo de la serpiente se incuba en cada casa. Por cada ancestro que vino al país a laburar como un perro, hay un hermano o primo que se quedó en Italia, pongamos, para abonar el fascismo. Todos tenemos un tío comunista pero también uno medio fascista.

Frotando la bola de cristal, digo que en algunos casos la historia hará justicia. Tarde o temprano, Europa será de los extranjeros (entre ellos los refugiados, y entre ellos los musulmanes), que son los que tienen hijos. En fin, variaciones sobre la lucha de clases y el racismo, para que usted entienda que si se va a cruzar con un morocho con la gorrita al vesre, es probable que le robe lo que tiene en el bolsillo, pero que si se cruza con un blanquito con maletín, es probable que le esquilme la plata y empeñe su vida.

 

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