Pese a haberlo negado hasta el cansancio, el presidente Mauricio Macri resolvió hacer un cambio en su gabinete. El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, será el encargado de coordinar el gabinete económico con sus nueve ministros. Si bien esto no lo convierte formalmente en un ministro de Economía, como quieren algunos aliados de Cambiemos, claramente le da un rol de mayor relevancia al funcionario y una misión esencial: ajustar el gasto público. La decisión implica que dejan ese rol los coordinadores de Gabinete Gustavo Lopetegui y Mario Quintana. Macri había dicho en la conferencia de prensa de la semana pasada que existieron “problemas de coordinación” entre el gabinete económico y el Banco Central. Esta es la primera consecuencia. En el Gabinete hay inquietud: se preguntan si Dujovne será un “superministro” o si la decisión no alterará en lo esencial cómo se toman las decisiones en el Gobierno. 

La resolución –que fue anticipada ayer por el periodista Santiago Fioriti en Clarín– fue confirmada a este diario por diversas fuentes oficiales. En los hechos no habrá un anuncio formal, sino que simplemente Dujovne, sin cambiar de cargo, tomará las riendas nada menos que de la coordinación de los ministerios de Finanzas, Producción, Agroindustria, Energía, Transporte, Trabajo, Interior, Turismo y Modernización. Todos deberán responder a él en materia de coordinación (y de recorte presupuestario). 

Con esta decisión, Macri se acerca un poco a lo que le pedían sus aliados radicales y algunos integrantes de la mesa chica original, como el jefe del gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el empresario Nicolás Caputo: todos exigían que nombre un ministro de Economía fuerte. Ni Macri ni Peña son de esa idea, como tampoco lo es Elisa Carrió. Si bien el Presidente no cedió y no hizo exactamente eso, el movimiento interno le dará un lugar más relevante a Dujovne, que lo acerca a las pretensiones de los aliados.

No obstante, no está claro cómo quedará la distribución de poder con Peña, quien fue el encargado de comunicarle la novedad a Dujovne. Ni tampoco con Quintana y Lopetegui, sobre los que pesan cuestionamientos por cómo se manejó la relación con el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, y por la coordinación de medidas ante la crisis cambiaria. El nuevo interlocutor de Sturzenegger será Dujovne y ya no Quintana, lo cual podría ayudar a que baje la tensión entre funcionarios.

En el Gabinete hay lecturas encontradas sobre este cambio: algunos creen que es un quite de respaldo a los dos coordinadores y, por elevación, a Peña; mientras que otros indican que, en los hechos, se trata de poner a Dujovne a hacer el trabajo sucio del ajuste. Un macrista paladar negro explicó el nuevo rol que tendrá Dujovne en estos términos: “Lo vamos a poner a controlar el gasto. Caputo ya consiguió la plata del FMI, ahora Dujovne tiene que cuidar la billetera”. “Se comprometió a no comprar más Chocoarroz”, agregó con una sonrisa.

La misma fuente advirtió que así como antes Quintana y Lopetegui eran los encargados de decirles que no a los ministros y exigirles recortes, esa ingrata tarea ahora pasa al ministro de Hacienda. “Dujovne tiene la misión central de conducir el equipo económico para reducir el déficit, sostener crecimiento y bajar la inflación”, advertía otra fuente con residencia estable en Balcarce 50.

“No están entendiendo que Quintana fue quien propuso esto”, dijo a este diario un dirigente que ronda habitualmente el círculo chico del Presidente. Otros indican que la decisión la tomó Macri, luego de escuchar a su “hermano de la vida” Nicolás Caputo –quien lo visitó frecuentemente estos últimos días, en plena crisis– e incluso luego de conversar con algunos empresarios de primera línea, que se quejan de no tener un interlocutor único a la hora de hacer lobby ante el Estado. Todo indica que pesaron en la decisión la caída de imagen positiva del Presidente que registran las encuestas que consume el Gobierno –ya habría perforado el piso del 40 por ciento– y también las caída del crecimiento y suba de la inflación para este año, que ya admitieron tanto Dujovne como Macri. El Gobierno cree que necesita enviarles una señal a “los mercados”.

El Presidente se ocupó de comunicarles personalmente a varios de sus aliados la decisión y Peña se lo contó a la mesa chica. No obstante, la resolución se tomó en otra reunión en la Quinta de Olivos –en el Gobierno no querían revelar a quiénes invitaron y a quiénes no–. Es un nuevo coletazo de la crisis cambiaria, a la que Macri minimizó como una “turbulencia”. Las últimas semanas dejaron, además de la merma en las reservas y la suba de la tasa de referencia del Banco Central al 40 por ciento, una serie de cambios políticos: el primero fue la reincorporación a la mesa chica del presidente de la Cámara baja, Emilio Monzó, y del radical Ernesto Sanz, así como la decisión de sumar al ministro del Interior, Rogelio Frigerio.

Una cuestión llamativa: a Frigerio lo suman a la mesa de mayor poder de decisión, pero a su vez lo ponen bajo el ala de Dujovne para que controle las obras públicas y el gasto de su ministerio. De todas formas, según recordaban en el Ministerio del Interior, las obras en curso ya fueron conversadas con el equipo de Dujovne y negociadas con los gobernadores. “Dujovne coordina la economía, Rogelio y Emilio, la política.” Así interpretaban el nuevo reparto de poder algunos habitantes de la Rosada. En algo coinciden todos: Dujovne gana poder y tiene como misión bajar el gasto. En su nuevo rol de coordinador del gabinete económico ampliado, el ministro de Hacienda empoderado tendrá mañana la primera reunión con los nueve ministros que ahora quedaron bajo su cargo.