El suministro de energía es tan fundamental y los tiempos involucrados en el desarrollo de tecnologías de generación son tan largos que, desde el punto de vista de garantía del suministro, no es conveniente descansar para la generación eléctrica en fuentes derivadas sólo de los hidrocarburos.

Los países deben apuntar a tener una matriz energética diversa, con distintas fuentes de producción, incluyendo nuclear, para poder garantizar que se satisfaga la demanda de energía sin emisión de gases de efecto invernadero. Con la culminación y puesta en marcha de Atucha II se recuperaron las capacidades de la ingeniería nuclear argentina estancada desde la década de los 90. Actualmente es un sector capacitado, experto, tecnológico y consolidado a nivel internacional. Motor del desarrollo nacional que se encuentra hoy enfrentando nuevamente la parálisis de uno de sus más importantes proyectos: Atucha III. 

La versión del ajuste no concuerda con la información que desde el inicio de su gestión el subsecretario de Energía Nuclear, Julián Gadano, había expresado: “El crédito –con una inversión total prevista de 14.000 millones de dólares– para la realización de las obras tendrá un plazo de 20 años, con un período de gracia de ocho, por lo que se empezará a pagar cuando la planta ya esté funcionando”. Es decir, se pagaría con recursos producidos por su propia venta de energía. 

El incumplimiento con China, la insensibilidad con todo el personal involucrado y la improvisación con el empresariado argentino podría ser el rumbo gubernamental de acá en adelante. Pareciera que no se han mensurado acertadamente los daños colaterales de la onda expansiva de un incumplimiento de esta naturaleza con semejante socio comercial. La sangría vendrá por otro lado. Hay que tener conocimiento que los swaps de yuanes a disposición del Banco Central siguen representando un porcentaje importante de las reservas actuales.

Insensibilidad, pues ahora el proyecto se ha abandonado desatendiendo los costos que se invirtieron en horas hombres realizando trabajos preliminares de ingeniería. Nucleoeléctrica Argentina conformó equipos altamente especializados en su rol como propietario y arquitecto ingeniero, que llevaría adelante el pre proyecto, el diseño, la supervisión de la construcción, puesta en marcha y operación de la nueva central. Por su parte, la compañía china CNNC proporcionaría equipos, bienes y servicios, además de materiales que requiriera la industria argentina para fabricar localmente componentes destinados al proyecto.

¿Dónde reubicarán al personal de planta que hace años viene trabajando en este proyecto? ¿A qué se dedicarán ahora? 

Improvisación porque se estimaba que entre el 40 y 50 por ciento de sus componentes iban a ser construidos en el país. Argentina estaría a cargo de la contratación de la obra civil, la cual sería 100 por ciento nacional, al igual que la ingeniería, el montaje, y gran parte de los materiales.

Hoy todas las partes están sorprendidas por esta situación que ha generado mayor desconfianza en otros negocios de infraestructura: ¿qué pasará con el megaproyecto estratégico para la logística del Ferrocarril San Martín –una inversión por U$S 2.400 millones, a cargo de la empresa la china CRCC?–; ¿con el proyecto del Belgrano Cargas con la firma China Machinery Engineering Corporation?; ¿las Centrales Hidroeléctricas de Santa Cruz, que no cumplieron en los plazos esperados?; ¿la estación espacial de China en Neuquén –se trata de un proyecto de avistaje lunar que marcará un hito en la historia aeroespacial de Beijing–; o el Parque Solar Cauchari de Jujuy, con crédito acordado con el Ex Im Bank chino.

¿Cómo se reconfigurará el panorama teniendo en cuenta que varios de los acuerdos contienen cláusulas de cross default, es decir, si se suspende una de las obras pactadas, se caen también todas las demás? ¿Dónde encajará la posibilidad de que en los programas PPP para corredores viales y tendidos eléctricos que impulsa la Casa Rosada haya inversores chinos como ya lo manifestaron?

* Director ejecutivo de Cedyat.