Pamela Estebarena tiene 34 años y es la mamá de Melanie, que hoy tiene nueve años pero que ingresó al Hospital de Niños cuando tenía poco más de tres meses. Melanie tuvo doble trasplante hepático en menos de 2 días y padece la enfermedad de Atresia de las vías biliares. Cuando entró al hospital, el cuadro era muy grave y estuvo tres meses en terapia con un coma inducido, por eso su mamá destaca el rol de las voluntarias, a quienes visita cada vez que tiene que venir a los controles porque asegura que “son familia”.

–¿Cuánto hace que Melanie se atiende en el Hospital?

–El tratamiento de Melanie en el hospital es desde siempre, desde que tenía seis meses. Y sigue hasta que sea mayor de edad y la deriven a otro hospital.

–¿Qué rol tuvieron las voluntarias del hospital?

–El acompañamiento de las voluntarias para mi hija y para mí significó muchísimo. Porque no solamente te ayudan emocionalmente sino te acompañan, te ayudan con todo lo que necesites mientras estás en el hospital, porque por ahí tenés que salir y ellas te ayudan con lo que sea. Cosas para la higiene, vestimenta, te orientan en muchísimas cosas, en todo, están siempre. No hay sino palabras de agradecimiento porque conmigo y con el resto de las mamás con las que compartimos, siempre estuvieron para todos.

–¿Qué destacaría de su acompañamiento y presencia?

–Si estás mal, vos sabés que contás con ellas y hablás con ellas. Y con los chicos, un amor, a mí me tocó conocerlas en un momento muy duro y muy triste y ellas nos sacaron adelante muchísimo. En mi caso, en lo que fue con mi hija, después de que ella pudo salir de terapia, después de estar tres meses en un coma inducido, Melanie había perdido la fuerza, lo de ella fue volver a caminar, volver a usar sus manos, tuvo que volver de cero a todo y las voluntarias iban y trabajaban con ella, llevaban manualidades, lograron junto a las terapistas a que vuelva a tener fuerza en las manos, no tengo más que palabras de agradecimiento. Hasta hoy nosotras seguimos yendo a control y pasamos a verlas. Melanie para ellas es como una hija, para todas. Lo que ellas hacen es grande.

–¿Usted y Melanie las pasan a visitar?

–Cuando nosotras vamos a hacer los controles pasamos a saludarlas y siempre hay gente que está llegando al voluntariado, gente que va a controles o que está de paso y les golpean la puerta porque necesitan algo y ellas siempre están ayudando. Se van los chicos con un juguete, con un pañal, con lo que fuera, siempre se van con las manos llenas. Solamente cosas buenas puedo decir, porque es la verdad. 

–¿Cree que hubiera sido lo mismo sin ellas atravesar la situación que pasaste con tu hija?

–Ellas lo que hacen es estar, orientar, aconsejar, acompañar, apoyar. Sin ellas no hubiera sido lo mismo. He estado en otro hospital de paso cuando Melanie era bebé y estaba a la deriva. Con ellas no nos podemos quejar porque dentro de la situación mala que vivimos en ese momento no nos faltó nada. Incluso hasta con el mate. Vos estás en la sala de padres en terapia o en cualquier otra sala y ellas continuamente te están llevando agua caliente, yerba, azúcar, todo. Están pendientes todo el tiempo e inclusive los fines de semana.