Desde el origen nacional de la Comic Con hasta la fecha jamás hubo un pico tan alto de cruce de géneros: desde el Dr Strange que cambió el bulto por una camiseta que le resalte las tetas, pasando por la aparición de un Sireno Man (ídolo máximo de Bob Esponja y Patricio) encarnado por una chica voluptuosa y, entre lo más interesante, personajes que desdoblan su género en masculino/femenino. ¿A qué se debe semejante aumento de crossplayers y amantes del gender bender en tan poco tiempo? Sin dudas a la revolución LGBTIQ que causó en niñxs y adolescentes las historietas y series animadas japonesas, repletas de personajes intensos y ambiguos en su sexualidad. A diferencia de Occidente, el crossdessing tiene una tradición que se remonta a los orígenes del manga y el animé: desde La princesa caballero, dibujada por Osamu Tezuka en los años 60,  el primer shojo con travestismo, y Mazinger Z  en los 70, con su villano que era mitad hombre mitad mujer, hasta Cardcaptor Sakura, escrita e ilustrada por el grupo de mangakas CLAMP de 1996 a 2000. Pasando por los más recientes yaoi (romances gay dirigidos especialmente a chicas) que disimulan con sus cubiertas rosa chicle, aparentando novelitas de amor de baja intensidad, la furia sexual disidente que se cuela entre las páginas. Lo que en los años 90 era leído solo entre unxs pocxs hoy se consumen como Palitos de la selva. Las series Monspeada (vista en Argentina como Robotech) y Caballeros del zodíaco, con personajes gays y heroínas travestis, que se apoderaron de la TV en los años 80 y 90 se han convertido en el Viejo Testamento  queer de las generaciones teens. Chicxs que se intercambian en los recreos del colegio los tomos de Lady El, aquella adolescente que era criada como varón, y Sailor Moon, con viñetas que incluyen sentimientos torta entre Haruka y Michiru. 

Pero si ese fenómeno se magnificó también es por otra razón que proviene de Occidente: el estallido de la cara queer de Cartoon Network, que en los últimos años reveló a través del lanzamiento de unos peculiares dibujos animados: Hora de aventura, Clarence y Steven Universe. Ficciones que exponen los géneros fluidos y la diversidad sexual sin tapujos ni advertencias. El futuro queer está a salvo porque Garnet, Perla, Amatista y Rose, los cuatro personajes de Steven Universe que brillaron en forma de cosplay en la Comic Con, son los referentes de lxs quinceañerxs que, lejos de pedir de regalo viajar a Disney para conocer la casa de Mickey y Minnie, anhelan tener sus súper poderes extraterrestres y conocer a la mente que le dio vida mutante a las Crystal Gems, Rebecca Sugar. Tal es la magnitud de preferencia que en la convención hubo un escenario especial de Cartoon Network Cosplay para que las cuatro madres del pequeño Steven exhiban sus danzas antes de cada fusión. Dejando espacio a los personajes revolucionarios de Hora de aventura, donde ser princesa no impide tener un romance lésbico con Marceline, una vampira rockera, y  los elefantes copulan con cerdos para inaugurar nuevas especies. Ambas series, junto con Clarence, programa que presenta a un niño, Jeff, con una madre torta, optan por pararse en cada color de la bandera LGBT sin necesidad de dar explicaciones o pedir permiso. Naturalizando a través del dibujo en movimiento vínculos gays, bisexuales y pansexuales, deshechando por la borda  a la monogamia para abrirle la puerta al poliamor,  con una organicidad visual hipnótica que abre todas las posibilidades de género en un abrir y cerrar de ojos. Un cambio de paradigma que hoy enfrenta a viejas y nuevas generaciones, a hijxs con padres que prefieren cancelar el servicio de cable antes de que a sus herederxs les laven el cerebro con sexualidades desviadas. Aquellos adultos desesperados podrán prohibirles ver la TV o bloquear el canal Cartoon Network pero el traje de Perla estará escondido en el fondo del  placard, listo y empoderado para lucirlo por sus hijxs en la próxima Comic Con.  

Los monstruos que mejor lideraron esta convención no fueron ni Chewbacca ni Freddy Krueger, quienes se llevaron la atención pertenecen justamente al universo de Cartoon Network: Sardonyx y Alejandrita (fusiones de cuerpos de gemas para expandir los poderes, fuerzas y habilidades, multiplicando también en apariencia la cantidad de brazos y ojos), los superhéroes y superheroínas de Teen Titans y las criaturas de géneros enigmáticos provenientes de Hora de aventura: Mentita, un pequeño ser siniestro con cabeza de caramelo, Arco iris (el unicornio coreano que tiene un cuerpo de arco iris capaz de adherir personas en él y está de novia con un perro) y la Princesa Grumosa, una nube de color violeta que se siente la mujer más sensual con su voz gruesa y masculina. Lo cierto es que estxs hermosxs y jóvenes deformes tienen sus antecesores en blanco y negro, los monstruos clásicos de la Universal, quienes fueron los primeros en ofrecernos  sexualidades ambiguas, anatomías diversas y apetitos dispares. No es casualidad que a esos monstruos siempre los hayan perseguido con antorchas. La novia de Frankenstein mutó en Garnet , la hija de Drácula hoy es Marceline y el Hombre lobo evolucionó gracias al personaje  Beast Boy, quien tiene la libertad de elegir en qué bestia se quiere convertir. Una criatura de piel verde y orejas puntiagudas que fue fuente de inspiración para el gender bender en esta Comic Con, proponiendo durante tres días a una Beast Boy con curvas y pelo largo. Sobrevuelan esa afortunada metamorfosis social las lecciones drag que nos dejó como legado la ganadora del Reality RuPaul Drag Race, Sasha Velour: “A la mierda con la belleza, que reinen los monstruos”. En esta Comic Con la corona la llevaron los monstruos y las mostras, confirmando que el glamur drag y la pasión crossplay desfilan de la mano.