Ante una sala efervescente, en la que casi todo el día flotó algo parecido a la mística y cierta épica, el actual ministro de Salud de la Nación y dos de sus predecesores defendieron la legalización del aborto. En los tres casos, durante la última audiencia informativa antes del dictamen que permitirá, por primera vez en la historia, debatir sobre aborto en una sesión de Diputados, el final fue el mismo: algo muy cercano a una ovación. Las intervenciones del radical Adolfo Rubinstein, y los peronistas Ginés González García y Daniel Gollan (el actual; el que estuvo en ejercicio entre 2002 y 2007; el que lo hizo en 2015) no sólo retomaron puntos en común, sino que también coincidieron en construir un relato de los obstáculos que imponen históricamente sectores conservadores a las políticas de salud vinculadas a los derechos de las mujeres. Rubinstein, que defendió con datos oficiales (muy recientes, en algunos casos) la necesidad de legalizar, señaló además que “la despenalización del aborto es un tema prioritario en agenda pública, aun en el contexto y el escenario actual”.

“Sigue siendo un tema prioritario y uno tiene que preguntarse por qué. Es porque la sociedad lo ha reconocido como un problema que debe ser abordado y al que hay que ofrecer soluciones concretas”, definió antes de dar paso a una presentación abrumadoramente sólida e informativa, que, además, desbarató falacias y manipulaciones esgrimidas con fruición e insistencia por los anti derechos. A su turno, González García recordó las resistencias con que se encontró cuando implementó el Programa Nacional de Salud Sexual y con el ejemplo todavía fresco observó, también, que para quienes ocupan bancas es un momento único por otro motivo: “creanmé que no lo digo con demagogia, pero pocas veces hay oportunidades para que uno cambie la historia. Y al hacer que desaparezca el miedo, al hacer que no exista lo delictivo (del aborto), creanme que van a cambiar sustancialmente la historia”. Horas después, Gollan observó algo en la misma línea: “si la ley no sale, van a ver que las mujeres siguen haciendo abortos. Toda la evidencia científica y los datos en el mundo lo demuestran. Pero ustedes van a tener que cargar en cierta manera con la responsabilidad de no haber actuado para evitar lo que sí es evitable, y es que las mujeres pobres se sigan muriendo”.

El ministro Rubinstein –cuya participación, según se rumoreó, había sido resistida hasta último momento por una de las presidentas de Comisión responsable del plenario– insistió en la necesidad de legalizar la interrupción voluntaria del embarazo para que el Estado pueda dictar políticas públicas capaces de velar por los derechos y la salud de las mujeres. Para sustentar el planteo, recurrió a estadísticas, cuanto más frescas, mejor. Así, por ejemplo, desgranó: de acuerdo con las cifras de 2014, las hospitalizaciones por aborto son de “47 mil, aproximadamente, egresos hospitalarios por aborto” y, además, en esas cifras “hay una reducción del 20 por ciento entre 2005 y 2014. Tenemos diez años donde hubo reducción de egresos hospitalarios, un claro indicador de severidad, morbilidad, daño”. Esa disminución, indicó, “tiene que ver con las políticas que se han emprendido de reducción de riesgos y daños, que tienen que ver con educación, consejería, prevención del aborto y el uso más extendido del misoprostol”. El titular de Salud también insistió en que hay subregistro de las prácticas de aborto y de las consecuencias de abortos inseguros, y señaló que “está demostrado que existe subregistro de aborto como causa de muerte materna en nuestras estadísticas”. Además, reiteró luego, la evidencia demuestra que la proporción de abortos inseguros aumenta donde las leyes son restrictivas y donde la legislación no lo es, “el aborto en condiciones inseguras prácticamente no existe”.

Rubinstein también advirtió acerca de la alta incidencia del “embarazo no intencional en la adolescencia”, que “está en el orden del 70 por ciento”. En mujeres que ya han tenido más de un hijo, añadió, el embarazo no planificado alcanza casi el 60 por ciento. Y eso, en un contexto en el que sólo diez provincias adhieren al protocolo de abortos no punibles, seis tienen protocolos propios, cuatro no adhieren pero usan el protocolo nacional, y otras cuatro ni adhieren ni tienen protocolo.

Por la tarde, como había pasado a la mañana, los presidentes de las comisiones de Legislación General, Legislación Penal, Mujer y Salud, comenzaron la audiencia con agradecimientos a los trabajadores de los bloques y de la Cámara que participaron de la organización de las audiencias. Luego, la diputada Alejandra Martínez –presidenta de la comisión de Mujer– volvió a tomar el hilo de la mística: “el 13 de junio, en el recinto, lo tenemos que lograr”. Victoria Donda pidió la palabra y añadió: “si hoy estamos debatiendo este derecho negado a las mujeres durante tantos años, es por la pelea que damos en la calle. Este debate, como dice el presidente del plenario cada martes y jueves, es histórico. Compañeras, compañeros, estamos haciendo historia”.

Un rato después fue el turno del ex ministro Ginés González García, quien nomás llegar aclaró: “me encanta el tema de ese debate, que es un debate que a veces parece un combate”. El ex funcionario aclaró que no abundaría en datos porque ya lo había hecho a la mañana Rubinstein. Dijo, también, que “pocas veces una ley puede cambiar mucho la realidad” y que este es uno de esos casos. Si el aborto es legal y deja de haber miedo, el aborto “deja de ser un delito, que es la causa fundamental por la que se producen muertes, internaciones, negocios”. Poco después, cuando pidió dirigirse a sus “compañeros de ideología”, recordó que “en Argentina ni siquiera se cumple el aborto legal. Es por el miedo”. “Hay muchos abortos, pero hay solamente dos clases: los de pobres y los de las ricas, no son iguales ni tienen las mismas consecuencias. Nuestra obligación política es defender a los mas débiles, las mujeres pobres y las que menos capacidad tienen cultural, económica y socialmente. Para mí”.