La directora Tatiana Santana, para quien “El teatro permite crear mundos diferentes al que conocemos aunque no menos creíbles”, suele estrenar dos o más veces por año. En estos momentos tiene en cartel A la buena de Dios, de Juan Ignacio Fernández y la recientemente estrenada Con el alma aferrada, de Ariadna Asturzzi, respectivamente, en las salas El extranjero de Valentín Gómez al 3300 y en Andamio 90, de Paraná al 600. La primera es una obra que transcurre en Catamarca a fines de los años 60, precisamente en tiempos del Cordobazo. Cuenta el cruce fortuito entre un periodista amenazado, las fuerzas del orden y tres hermanas caritativas que van al encuentro de un cura que, finalmente, resulta asesinado. Aunque parezca imposible, la obra es una comedia. Sus intérpretes son Guido Botto Fiora, Jose Escobar, Andres Granier, Verónica López Olivera, Ana Scannapieco y Maite Velo.

Con el alma... desarrolla otro encuentro muy diferente, el que protagonizan un cuchillero que vuelve de la muerte, su hermana y un amigo de juventud, encuentro que, entre otras cosas, le sirve al resucitado para hacer las paces con la figura de Carlos Gardel, a quien culpaba de haberle robado unos tangos de su autoría. “Hay algo del misterio de la muerte que está en las dos obras”, afirma la directora en la entrevista con PáginaI12. “Y creo que hay una mirada poética que las relaciona por más que son comedias muy distintas”. Y aunque esta vez no está presente el tema político y social –un rasgo frecuente en las obras que Santana elige dirigir– en ambas la música juega un rol importante: “La música sintetiza conceptos, aporta dinamismo, puede acercar al espectador como distanciarlo”, subraya la directora quien, en este caso, cuenta con las actuaciones de Marta Bianchi, Pepe Novoa, Anabella Degásperi y Fernando Sayago.

–De sus puestas llaman la atención las decisiones estéticas, especialmente ligadas a lo musical. ¿Siempre busca salir de la representación de lo real?

–En general me interesa la búsqueda de un teatro que no esconde las convenciones. Por esto en A la buena de Dios quise que los roles femeninos fueran hechos por hombres que no oculten sus barbas medio crecidas, que no cambien sus voces al hablar. Me interesa una teatralidad construida que no busca representar lo real.

–¿Otro mundo?

–Sí, un mundo que tiene ingredientes diferentes al mundo real pero no por eso es menos creíble. Para esto es necesario un pacto con el espectador, porque llegar al acuerdo, a la aceptación de la propuesta es algo fundamental. 

–¿Es éste unos de los temas que desarrolla como docente?

–Doy clases en la Emad, en la Cátedra de dirección de Andrés Bazzalo, que fue mi maestro. Creo que lo fundante siempre es el trabajo con los actores: son ellos los que más aportan material para la dirección. Cuando un director avanza en su formación, entonces comienza a vincular otros lenguajes, como la música, la iluminación y el espacio. 

–En A la buena de Dios la música ubica temporalmente a la vez que revela otras cuestiones...

–El final de los 60 me parece una época muy contradictoria. Y esto se ve en la música, como si hubiera habido mundos paralelos: la alegría de las canciones de Palito Ortega no tenía nada que ver con lo que estaba pasando con los detenidos, la tortura, la desaparición de gente.

–En La bestia rubia, de Andrés Gallina, también abordó el tema de la iglesia del Tercer Mundo. Se ve que le atrae esta época.

–Sí, me interesa la terquedad con que se defendían las ideas, lo enfervorizado del debate ideológico. Hoy esto no se da porque tal vez no existe ese nivel de convicción, quizá también por las consecuencias que tuvo.

–La historia también estuvo presente cuando estrenó Fanny y el Almirante, de Luis Longhi, obra que definió como “las memorias de un pasado con ansias de futuro”.

–La obra contaba un encuentro ficticio entre la actriz Fanny Navarro y el Almirante Rojas y era una tragicomedia histórica. Me gustan las obras que me dejan hablar del presente pero desde el pasado. Sucedió lo mismo cuando hice Cachafaz, una obra que Copi ambientó en los años 30 pero que permite hablar claramente de la dictadura. La perspectiva que da la distancia ayuda siempre y es muy productiva en el teatro.

–En la obra que acaba de estrenar no hay referencias políticas.

–No, ésta es una “fantasía tanguera”, una comedia donde se desarrolla el tema del amor en la familia y en la pareja, junto a otras cuestiones de época. Aunque lo que la define es el encuentro de lo real con lo mágico.

* A la buena de Dios, El Extranjero (Valentín Gómez 3378), los jueves a las 20.

* Con el alma aferrada, Andamio 90 (Paraná 660), viernes a las 20.30 y sábados a las 17.30.