Juan Martín Del Potro y Diego Schwartzman tratarán hoy de avanzar a los cuartos de final de Roland Garros, y si lo consiguen, ante John Isner y  Kevin Anderson, respectivamente, Argentina tendrá por primera vez a dos representantes entre los ocho mejores del segundo Grand Slam del año desde 2005. Aquella vez fueron Mariano Puerta, quien cayó en la final ante el español Rafael Nadal, que comenzó ahí su reinado en París, y Guillermo Cañas, que perdió en esa ronda frente al ruso Nikolay Davydenko. Fue un año después de que Argentina tuviera cuatro representantes en cuartos: Gastón Gaudio, que terminó consagrándose campeón; Guillermo Coria, el otro finalista; David Nalbandian, que decepcionó, y Juan Ignacio Chela, que ahora entrena a Schwartzman. Los años brillantes no tuvieron continuidad, aunque sí algún chispazo brillante, como en 2012, con Del Potro y Juan Mónaco en octavos, aunque el segundo no superó la ronda. 

Del Potro vuelve a ser la esperanza. Es verdad que el tandilense no estaba en octavos desde aquel 2012 y que en París sus resultados no han sido los mejores, más allá de aquella semifinal de 2009 que perdió contra el suizo Roger Federer. Pero a sus 29 años, la Torre parece estar viviendo un momento dulce, una segunda juventud, superados sus problemas físicos. 

El quinto favorito dejó un set en su debut ante el francés Nicolas Mahut, pero desde entonces su recorrido es impecable. Su juego ha ido mejorando con el paso de los minutos y frente al español Albert Ramos demostró que puede domesticar a un especialista en esa superficie. 

Schwartzman, por su parte, nunca ha estado en unos cuartos en Roland Garros, aunque sí en el pasado Abierto de Estados Unidos. El año pasado los rozó, pero en su camino se cruzó Novak Djokovic. Vendió cara su derrota. Cinco sets tuvo que sudar el serbio para bajarlo. Le quedó clavada una espina que el Peque quiere ahora sacarse a costa del sudafricano Anderson, otro veterano que por cuarta vez juega los octavos en París pero que nunca los ha superado. 

El Peque, que es el undécimo cabeza de serie, llega con el hambre de la juventud pero también con más madurez que el año pasado. Ha aprendido a domesticar su rabia, a usar sus armas y mantener la calma. Tendrá que superar sus límites. Ya lo hizo en tercera ronda contra el croata Borna Coric, a quien nunca le había ganado y al que venció en tres sets para plantarse en octavos sin ceder un solo parcial, siendo el único octavofinalista que lo logró sin contar con el defensor del título, Rafael Nadal, que sería su rival si ambos se clasifican. Pero para enfrentar al mallorquí, Schwartzman deberá vencer por primera a Anderson, con quien ha perdido dos veces: sobre tierra batida en Niza, en 2016, y a cinco sets en el Abierto de Australia, un año antes.