Para Barbi Recanati el 2017 fue un año de crisis y reconfiguración. Entre el derrumbe que supuso la decisión de desvincular de Utopians a su guitarrista y co-fundador Gustavo Fiocchi –denunciado por acoso sexual por varias seguidoras de la banda, menores de edad– y el primer año de crianza de su primer hijo, la cantante experimentó el tironeo entre esos dos polos emocionales, arreglándoselas para ignorar el coro inquisidor que retumba por redes sociales e intentando replegarse a salvo dentro del contorno de su nueva familia. “Tengo un montón de cosas para decir, pero cada vez que digo algo empiezan a putear”, había soltado de modo breve durante el show despedida de su banda, el 12 de noviembre en el Personal Fest. “No tengan ídolos, tengan convicciones.”

Ya pasó más de medio año de todo eso, pero todavía parece muy poco. “Sin dudas fue el peor momento de mi vida”, dice Barbi, sentada en la sala de control de Estudio Átomo, su flamante bunker ubicado en el barrio de Villa Ortúzar. Desde el momento en que decidió terminar con su banda hasta ahora, se recluyó a componer y producir sus nuevas canciones junto a su marido Juan Manuel Segovia y a Tomás Molina Lera, último baterista de Utopians, con quienes había trabajado en el sonido y la forma de Todos nuestros átomos, el último disco de esa banda, publicado en septiembre de 2016.

En el contexto amniótico de su familia y sus amigos, lo de Barbi parecía un nuevo ejercicio de aproximación a la música desde un costado cada vez más visceral y cargado de contenido. “Siempre me gustó mucho Utopians y las canciones que hacíamos, pero armar un nuevo proyecto me obliga a decir ‘pará, pará, no quiero hacer esto porque lo hacía con Utopians’”, dice Barbi. “Realmente llegás a un lugar diferente cuando esforzás un poco la ruta. Después de quince años de componer de cierta manera, si me acomodo en el sillón me pongo en piloto automático y es muy difícil salir de la estructura. Así que hacemos muchos ejercicios para salir de ese lugar.”

Barbi asegura que nunca había pensado en emprender una carrera solista (“De hecho mi nombre suena como el de una actriz porno italiana”, dice), pero la repentina salida de Fiocchi, su socio, y el posterior final de Utopians la depositaron en un contexto imprevisto. “Todo esto tiene sus altos y bajos. A nivel compositivo y musical, no siento mucho lo del solista porque somos un grupo de personas en el estudio laburando, componiendo, no estoy sola dando partituras a los músicos”, distingue Barbi. “Pero que aparezca mi nombre en el proyecto sí fue una decisión súper unánime, porque las letras son mucho más personales y tal vez políticas que en otro momento de mi vida; y ocupan un lugar demasiado grande en las canciones.”

El primer disco solista de Barbi Recanati llegará fraccionado. Al momento, ya hay dos canciones listas, grabadas en su estudio, a punto de ser subidas a Spotify, que parecen representar de forma vívida el momento de cambio en su vida y obra. Teoría espacial, una de ellas, habla sobre cómo el mejor día de tu vida puede transformarse en el peor y viceversa, como una postal que refleja por un lado su flamante maternidad y por otro el colapso abrupto de su primer y principal proyecto artístico. “Es muy loco el primer año de un hijo porque estás en el peor pozo de tu vida, en un momento muy duro, y tu hijo te pega el primer abrazo y se transforma en el mejor momento de tu vida y no entendés cómo pasás de ese segundo a otro tan rápido. Es también una canción de amor personal”, dice Barbi.

A nivel sonido, ella lo linkea con un movimiento generalizado de rock de guitarras de raíz indie, con varios recursos técnicos a mano. “Tiene que ver con grabar con la mejor calidad posible sin que eso suene necesariamente tan comprimido y claro como siempre sonó. De repente llegamos a un lugar sonoro que tal vez me remontaba más a canciones alternativas de los ‘80 y la primera época de Sonic Youth y Pixies, y cosas que no entendía cómo llegaban ahí”, dice.

Antes nos esforzábamos por sonar tan bien que no podíamos salir del audio de Foo Fighters, que era como perfecto. Pero ahora empezamos a encontrar estos caminos y nos dimos cuenta de que es algo que está pasando a nivel global: lo hi-fi se está volviendo lo-fi sin ser lo-fi. Se está volviendo al audio alternativo pero llegando desde un costado más moderno y no como llegaban las bandas alternativas antes. Es muy divertido porque hoy tenés muchas herramientas.”

En paralelo a la grabación de su disco, Barbi también acaba de fundar Goza Records, un sello digital que buscará impulsar la producción discográfica de artistas mujeres, para ayudar a ganar terreno en un mercado copado por hombres. “La intención es levantar el cupo discográfico y también dar un empujón a las bandas que tienen su material para grabar y por cuestiones de género no pueden. Ya ser músico es difícil, pero yo sé que tengo la vida justa para decirte que si sos mujer es bastante más difícil”, expone Barbi. “Los estudios por lo general están todos manejados por hombres, las discográficas también, los lugares también, los festivales también, y la mayoría de las mujeres tienen que cruzarse con situaciones con hombres que las terminan trabando y haciéndose a un lado. Ahora que tenemos un estudio, queremos tenderle una mano a las chicas que todavía no tuvieron la posibilidad de grabar.”