"En el 2016, Agustín Alzari escribe y me regala un texto sobre una psicóloga desopilante y excéntrica que, a través de un método de sanación muy particular llamado Estar ahí, logra el bienestar de un equipo de deportistas abatidos", introdujo la actriz Ludmila Bauk para referir la obra El discurso, el ascenso del caos, que protagoniza todos los jueves a las 22 en el Teatro de La Manzana (San Juan 1950).

La obra recientemente estrenada cuenta con la dirección del prolífico Felipe Haidar, creador con el que la actriz viene trabajando hace ya seis años en diferentes proyectos artísticos.

Los dos comparten la autoría de una versión de La noche de madamme Lucienne ,trabajan en Experiencia Copi y Stripkill, mientras que en el 2015 la actriz participó dirigiendo Ficción en vivo, basada en una versión de la novela La solución, del propio Alzari.

"Enseguida pensé que Felipe era el director indicado para esta propuesta, pues ya habíamos trabajado juntos en otras propuestas y en una reunión, aproveché para mostrarle el texto. Como era de esperar, Felipe me dijo que sí instantáneamente", evocó Bauk, recordada por su participación en Saverio, el cruel, de la Comedia Municipal "Norberto Campos".

El año pasado comenzaron los ensayos en los que, según el grupo, las intensidades del texto y del espacio generaban situaciones caóticas y, una vez más, la capacidad del director ayudó a resolver esas instancias.

"Felipe vislumbra un mecanismo teatral, descompone la voz y arma una maquinaria en la que el material comienza a ganar potencia y pide más, entonces invitamos a Alzari a mirar algunos ensayos de estos primeros materiales y así comenzó el proceso de escritura de la obra", reveló la actriz.

Agustín Alzari, escritor y músico, además de La Solución, ha publicado La internacional entrerriana, y forma parte de la antología Rosario: ficciones para una nueva narrativa, entre otras producciones, editando como músico dos discos junto a Nadar.

Por su parte, Felipe Haidar -quien estrenó este año Los lugares comunes- ha participado desde distintos roles en La tercera parte del mar, La escuálida familia y Lancha. Así obtuvo el año pasado la Beca Internacional para artistas emergentes del Instituto Nacional de Teatro.

-- ¿Cómo se resuelve esta estrategia creativa para llegar al espectador?, preguntó Rosario/12 a Bauk.

-- Lo que pasó después, a mi entender, fue lo que tanto buscamos cuando hacemos teatro: un proceso creativo caótico pero eficaz, acorralado por una serie de premisas que pusimos en una de las primeras reuniones que se pueda adaptar a diferentes escenarios y espacios, que sea novedosa en el lenguaje y que a su vez, pueda ser accesible al más amplio espectro de público.

Alicia, protagonista de El discurso..., tiene poco tiempo: su cargo la necesita. Desoyendo asesores, ex parejas y operadores, revelará las oscuras virtudes de su método: ¿Un suicidio político o una oportunidad para sanar definitivamente a los argentinos?

Una temática que pareciera intervenir en el contexto social y político actual de un país que se va enrareciendo y que genera a cada instante, personajes que están más cerca de la ficción que de una realidad a punto de estallar.

"Muchas veces, los grupos de teatro arribamos a un texto a partir de improvisaciones y/o dramaturgias colectivas; otras veces, los dramaturgos escriben un texto en soledad, que luego los directores y actores decodificamos y hacemos propio; pero en este caso fue diferente", agregó Bauk al intentar reflexionar acerca del proceso creativo con el que se generó la obra.

"Armamos un trío que trajo una novedad a nuestra forma de producir y crear, una dinámica de trabajo por etapas, en donde cada uno funcionó como un trampolín y que fue interpelado por la propuesta del otro sin abandonar la propia búsqueda; una obra muy particular que no podríamos haber hecho con otras personas, ni por separado", comentó la actriz.

-- ¿Cómo se vincula la obra con el espectador dentro de este circuito creativo?

-- El Discurso... no es una obra clásica en su lenguaje, ni en su propuesta estética, ni dramatúrgica, ni visual. Podríamos decir que es una obra experimental; pero lo es de una manera particular; no es críptica, ni rebuscada, hay una historia que se entiende, que tiene progresión, hay espacialidad, personajes, conflictos; es experimental en su forma y en su apuesta. Creo que es un híbrido ‑continúa la actriz‑ no es performance, no es una videoinstalación, ni teatro de objetos, ni un espectáculo de narración oral, pero tiene algo de todas estas cosas juntas.

La obra, además de construirse con el aporte en dramaturgia y música de Agustín Alzari, contó con un sólido equipo técnico integrado por Hernán Roperto en las proyecciones, Ramiro Sorrequieta en el vestuario, Alejandra Segovia en fotografía y Celeste Bardach en la asistencia técnica.

"Tremenda experiencia sensorial, y por esto no quería dejar de agradecerles por cuestionar cada convencimiento de la vida, por incomodar, y por dejarme en un limbo emocional hasta hoy. ¡Aguante el teatro independiente, el arte nos va a salvar!", fueron las palabras que le dedicó una espectadora al cabo de la primera función.