Desde Moscú

La espera fue larga para Argentina. El debut mundialista llegó finalmente después de la frustración que significó la derrota ante Alemania en Río de Janeiro, pero el recorrido de la reivindicación no será nada sencillo, después de lo que ocurrió ante Islandia en Moscú. El nivel del seleccionado continúa lejos del ideal, y el empate no le deja espacio para errores a este plantel, si pretende obtener la clasificación a la próxima instancia. 

El seleccionado tuvo puntos fundamentales en su primer duelo que no le permitieron ofrecer una actuación convincente. En primer lugar, la falta de entendimiento entre Caballero y los defensores, sobre todo con los marcadores centrales. Tanto Rojo como Otamendi le entregaron la pelota de manera comprometida en algunas ocasiones, y el riesgo de que terminara en gol de los islandeses fue grande. Inclusive, la acción que finaliza con la definición de Finnbogason para llegar a la igualdad se inicia con un pase de Rojo que el arquero tiene que rechazar cuando se le acercaba un rival.

Otro de los factores determinantes del juego fue la resolución de Sergio Agüero en el gol. El delantero convirtió por primera vez en una Copa del Mundo, la tercera que disputa, con un giro dentro del área para dejar atrás a su marcador, y remató de zurda para ubicar la pelota cerca del ángulo derecho de Halldorsson. El ex jugador de Independiente logró quitarse el estigma de no haber podido gritar un gol tanto en Brasil como en Sudáfrica. A partir de este festejo, Agüero tal vez pueda salir favorecido anímicamente para poder explotar toda su capacidad en el resto del torneo. 

La falta de acompañamiento a Messi en la zona de creación es asombrosa, y ese es uno de los aspectos más preocupantes. El capitán careció de un hombre que pudiera ingresar en su misma sintonía, y hasta tenía que retrasarse varios metros para poder estar en contacto con la pelota. De esa manera, Messi hacía un desgaste grande para llevarla desde la mitad de la cancha, eludir a los rivales y luego encontrar a un compañero libre. La acumulación de tareas le fue quitando inventiva a medida que fueron pasando los minutos.

El ingreso de Banega en la segunda parte le dio una opción a Messi de poder localizar a un socio futbolístico, aunque en muy pocas veces pudieron encontrarse con acierto. La gran chance que tuvo el capitán para convertir, a través de un penal, no la pudo aprovechar ante la gran respuesta de Halldorsson. En el final del partido, Messi también estuvo cerca con un remate cruzado, llegando en diagonal de derecha hacia la izquierda, pero la pelota salió al lado del palo.

La falta de decisión de Salvio para convertirse en un futbolista que le otorgue salida desde el fondo por la franja derecha, también fue otra de las claves del encuentro. El ex Lanús llegaba hasta la mitad de la cancha, y luego no se animaba a buscar el desequilibrio. Además, en muchas oportunidades no pudo ganar el duelo aéreo con el delantero que se trasladaba por su sector. Tampoco aportó mucho desde el otro lado Tagliafico, al que se lo vio bastante dubitativo cuando tuvo que combinar con los volantes. 

La incapacidad de los islandeses para dominar la pelota y no poder avanzar de manera ordenada fue otra de las imágenes que exhibió el partido. Su medio para llegar al área de Caballero era con pelotazos largos para que alguno pudiera bajar la pelota con la cabeza, y a partir de ahí poder encontrar alguna chance de rematar al arco. Lo curioso fue que en varias oportunidades pudieron hacerlo, ante la pasividad de los defensores argentinos.

Argentina terminó el partido con Agüero, Messi, Pavón, Higuaín y Banega, pero a pesar de la apuesta no pudo llegar al segundo gol, que le hubiera permitido tener mayor tranquilidad para encarar el segundo partido, ante Croacia. Las preocupaciones se instalaron rápidamente en el subcampeón del mundo.