En un Mundial lo único que engloba a los miles de hinchas que viajaron de todas partes del mundo hasta Rusia es su bandera. La bandera es, sin dudas, el símbolo personal más importante para cada uno de las hinchas que decidieron y pudieron llegar a la tierra de Vladimir Putin. Se ven banderas de todos los países, incluso de los hinchas que soñaron con ver a su selección en Moscú y sacaron el pasaje con la ilusión a cuesta pero que no tendrán la fortuna de ver a su equipo en la cancha. En todos lados se ven banderas. Hay miles de Rusia, otras tantas de Perú, Colombia, Argentina, México, Brasil, Alemania, y de muchos países más. La llevan señores grandes, y niños que quizás no conozcan muchas otras banderas.

Pero hoy en el metro de Moscú hay predominio de dos banderas en particular. Portugal y en gran parte la de Marruecos. Las lusas venían mayoritariamente acompañadas con una bandera de su estandarte: Cristiano. Era prácticamente imposible ver a un portugués con otra camiseta que no sea la del mejor jugador de su historia. Del otro lado la cosa no estaba tan clara, estaba más repartida. Pero como excusa del Día de la Bandera argentina voy a escribir sobre el otro 7 que estuvo en cancha. Voy a escribir la historia de Hakim Ziyech.

Marruecos es la selección con más jugadores nacidos tierras afuera que dentro de su propia frontera. 17 de los 23 convocados aparecen en la lista de buena fe como nacidos en el extranjero. En el once titular más habitual de los Leones del Atlas el capitán es Benatia, quien junto a Saiss, Belhanda y Boutaib nacieron en Francia; El Ahmadi, Boussoufa, Amrabat y Ziyech lo hicieron en Países Bajos; y el arquero Munir y Achraf Hakimi llegaron al mundo en España. Pero vamos a nuestro hombre en cuestión.  Ziyech es nativo de la ciudad holandesa de Dordrecht, en la que creció con su hermano Faouzi. Se crió jugando con la camiseta naranja y con la del ASV Dronten, el equipo de su localidad natal. La rompió tanto que fue comprado por el Herenveen en 2004 con tan solo 11 años. Allí su escalada fue tan descomunal que Marco van Basten le dio la alternativa con el primer equipo con 19 años, en agosto de 2012. Tanto es así que llegó a defender sus colores en torneos Sub-19 y Sub-21. Pero a la hora de elegir a qué colores defender en mayores (en 2015) optó por el país de sus padres. Su decisión no pasó desapercibida para su país natal. “Es un estúpido por haber escogido una nación menos potente”, supo decir Van Basten, el mismo hombre que lo había hecho debutar profesionalmente (y en ese entonces asistente del DT holandés Danny Blind). Pero hoy él está acá y, seguramente, Van Basten lo estará mirando desde su casa.

Un par de temporadas brillantes lo llevaron al Twente y recientemente al Ajax, equipo en el que hace unos días fue elegido como el mejor jugador de la temporada. Tan buena fue que muchos gigantes europeos se lo quieren llevar de Holanda. Pero Hakim es un tipo difícil. Siempre dice lo que piensa, y eso le trajo más que un problema. Pero ahí está. En el estadio olímpico de Luzhniki saliendo a hacer la entrada calor, mientras los hinchas marroquíes lo alientan más que a ninguno. Ellos saben que es su carta del triunfo. No les importa que no hable árabe o bereber, los idiomas oficiales de Marruecos, o tampoco francés ni español, otros muy utilizados en ciertas zonas de este país. Porque saben que en la Eliminatoria para Rusia no los necesito para ser un jugador determinante.

El partido con Portugal arranca de la peor manera para Ziyech y compañía. Todo por culpa del otro 7 de la cancha. Un cabezazo de Cristiano puso todo cuesta arriba para un equipo al que no le sobran los goles, pero si el talento. Y Hakim la pidió. Como si estuviese representando a un niño de Marrakesh, a pesar de no haber surgido de esos potreros. Y gambeteó, como cualquier nene de Casablanca, para buscar un empate que varias veces su selección estuvo a punto de conseguir. El tiempo pasó, el empate no llegó y “su” Marruecos perdió con Portugal para ser el segundo eliminado de la Copa del Mundo. Cabizbajo pasó sin hablar por la zona mixta. No tenía nada que decir. Ya lo había dicho ese día que eligió a la bandera que quería representar. La de Marruecos.