Generalmente los días posteriores a los partidos Moscú muestra su cara más serena. Quizás la más cercana a la que es cuando no está disfrazada en modo Mundial.
Ya en el camino al estadio la sensación que había en el aire es que el clima iba a ser diametralmente opuesto al que se vivió en San Petersburgo. La vibra era otra.
En el predio de Ezeiza, allá a lo lejos, apenas asumió después de que Argentina quedara eliminadas por penales de su Copa América en 2011, estaba sentado Alejandro Sabella.
En esos de los eternos viajes de tren que tuvimos a lo largo de todo el Mundial leí por ahí algo sobre el tiempo que me marcó. No recuerdo de dónde, ni de quién, pero si la frase exacta.
En el primer día libre después de muchos viajes y muchos partidos la misión era clara.