El personaje de la historia me pide que no revele su verdadero nombre. Y tengo que respetarlo, aunque no esté de acuerdo con él. Puede ser cualquiera que ustedes elijan ponerle.
Está solo, pero está acompañado. Está pero no está. No necesita estar escribiendo todo el tiempo para hacerse presente. Todos sus amigos saben que él siempre está. En lo invisible.
Mi Tía favorita es mi Tía Olga. Es como mi segunda mamá.
No quiere ni mirar. Se tapa, pero no como un nene se tapa cuando está por llegar la peor parte de la película de terror que los padres no lo dejan ver, se tapa porque sabe que ya no depende de él.
En un Mundial uno espera encontrarse con demasiada gente, de demasiados lugares y de demasiadas culturas.
Son las cuatro de la mañana y en la estación central de trenes de Kazán solo hay argentinos mirando el piso.
El Ruso, un amigo que ya no está pero que siempre está, me decía que lo único que podíamos mantener eternamente es la fe.
-Hola, Antón. ¿Cómo estás? Soy Javier Lanza, un periodista argentino. -Hola, me dijo Santiago que me ibas a escribir. ¿Qué quieres específicamente?
Nadie que se puede apreciar de buen viajero puede jactarse de tal si se cree que descubre el transporte de cualquier ciudad del mundo en menos de un mes.
El día después del milagro de San Petersburgo, la estación del tren principal de donde salen los trenes rumbo a Moscú sigue estando repleta de argentinos.