“Como decimos en mi barrio, le tocó bailar con la más fea”, señaló ayer el presidente Mauricio Macri apelando al arcón de las frases hechas a pesar de ser tiempos feministas y de sororidad. Hacía referencia al ministro de Energía saliente, Juan José Aranguren, al tomar juramento y poner en funciones a quien lo reemplaza, Javier Iguacel. También juró el ministro de Producción, Dante Sica, en un acto en el que Macri destacó que se considerara al país como economía “emergente” por parte de la calificadora de riesgo MSCI. “Es el camino del progreso para derrotar la pobreza y generar oportunidades distintas para la clase media”, indicó e insistió en que se trataba del “camino correcto”.

“La revolución tecnológica está en los trabajos que van a dejar de existir y en los que están por llegar. Y queremos que los argentinos seamos parte de los trabajos del futuro”, señaló Macri antes de concretar el cambio de funcionarios en su gabinete después del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. En el Salón Blanco de la Casa Rosada el presidente les tomó juramento las caras nuevas del gabinete, con las que Cambiemos intenta reoxigenar su gobierno a la espera de la llegada del primer desembolso del préstamo solicitado al FMI. Macri destacó que la declaración de la Argentina como “mercado emergente” son “más herramientas para que la gente pueda invertir” y de esta manera se genere “más trabajo”.

El sábado pasado a última hora se dio a conocer a través de un comunicado oficial el cambio de Sica por Aranguren, uno de los funcionarios más cuestionados por tener pasado inmediato en empresas del sector energético como empresario, y peor aún, ser tenedor de bonos de la petrolera Shell, beneficiada durante su gestión. Además, confesó luego de más de dos años como funcionario del gobierno nacional que gran parte de su fortuna la tenía en el exterior. En mayo aseguró que se trataba de “una decisión particular, todavía los sigo teniendo, veré en el momento de repatriarlo”, apuntando a las acciones clase A de Royal Dutch Shell PLC que recibió de la petrolera de cuya filial argentina fue CEO hasta el 2015 y que vendió obligado aunque cuando ya formaba parte del gabinete. La jura se concretó después de que la Oficina Anticorrupción investigara a los flamantes funcionarios para detectar posibles incompatibilidades con la función pública.

Macri despidió a los funcionarios salientes saludando su aporte a la gestión de gobierno. Aranguren no fue de la partida, pero sí Francisco Cabrera, que recibió el aplauso de los demás ministros que presenciaron la jura como el de Hacienda, Nicolás Dujovne, y la de Seguridad, Patricia Bullrich.

Después de poner en funciones a Sica e Iguacel, el Presidente señaló que el endeudamiento y el aumento en la calificación de riesgo eran “el camino del progreso para derrotar la pobreza y generar oportunidades distintas para la clase media”. La defensa de Araguren le llevó gran parte de su discurso. “Como decimos en mi barrio, le tocó bailar con la más fea”, dijo del ex hombre de Shell en el gobierno, y agregó que el kirchnerismo había realizado “la peor política energética de la historia”. Por ello señaló que “gracias a la gran labor del ministro Aranguren en estos dos años y medio pasamos de una declinación en la producción de petróleo y gas a un aumento sostenido basado en este maravilloso nuevo recurso natural que Dios nos ha dado, que es Vaca Muerta”.

Finalmente apuntó contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner porque “dejó unas cuantas hipotecas económicas, que algunos llamaron bombas”, aclaró que su gestión las estaba “resolviendo” y dijo que desde el primer día que llegó a Balcarce 50 se sabía que “no iba a ser un camino sin obstáculos”. Finalmente insistió con que el gobierno entendió que se necesitaban “otros valores” para ejercer el poder, como “la verdad”, “la transparencia para poner el Estado al servicio de la gente y no de la política” y “el diálogo”.