Miembros del Colectivo Quilmes, Memoria, Verdad y Justicia, de la Comisión Provincial por la Memoria, sobrevivientes y familiares de víctimas del terrorismo de Estado que permanecieron encerrados en el centro clandestino conocido como Pozo de Quilmes celebraron la desafectación de ese espacio como sede policial. “En estos tiempos terribles de un gobierno terrible, que la lucha del pueblo de resultado es una inyección que fortalece a la resistencia”, evaluó Arturo Blatezky, presidente del colectivo de vecinos, militantes de derechos humanos, organizaciones sociales y gremiales y protagonistas de la historia de ese lugar por el que pasaron más de 250 personas durante la última dictadura cívico militar y cuyo destino cambió a fines del año pasado, cuando la legislatura provincial convirtió en ley su conversión en sitio de memoria.  

  “La recuperación de lo que algunos consideran un bache y otros nombramos, como los responsables del genocidio lo hicieron, el Pozo de Quilmes, hoy ex, es una forma de reconocer la dignidad de un pueblo, del nuestro, del quilmeño, pero también del argentino. Que que no nos vengan a enseñar los clarines ni naciones de argentinidad, porque este es un pueblo que lucha y seguirá luchando”, se expresó Blatezky, en alusión al episodio en que el intendente de Quilmes, Martiniano Molina, confundió el ex centro clandestino con un “bache” callejero. Blatezky fue el primero en hablar en una conferencia de prensa que se organizó en la puerta del espacio Colectivo de a Pie, el lugar donde se reunieron los últimos dos años para trabajar la recuperación del Pozo en tanto sitio de memoria y elaborar el proyecto de ley que lo hizo posible.   

  Eva Ramírez fue la diputada provincial que ingresó la iniciativa en la Legislatura bonaerense hace algunos meses. La venia de la Cámara de diputados vino primero. Luego, el voto unánime de los senadores abrió un “abanico de posibilidades para llenar de vida a ese sitio que durante tanto tiempo solo convivió con la muerte”, explicó Julia Merediz, vicepresidenta del colectivo, quien se mostró emocionada y contenta: “Hay una comunidad muy ávida de reconstruir colectivamente lo que le pasó. Este espacio se sueña y se construye de la mano del otro”.

El ex Pozo de Quilmes funcionó en una casa que sigue siendo sede quilmeña de la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) de la Policía Bonaerense, ubicada en la esquina de Garibaldi y Allison Bell. Fue uno de los centros clandestinos más activos de la red extendida en toda la provincia bajo el mando del genocida Ramón Camps, entonces jefe de la fuerza, y su ladero Miguel Etchecolatz. Las organizaciones de derechos humanos y las investigaciones judiciales advierten que por allí habrían pasado más de 250 víctimas. Rubén Shell es una de ellas. Fue liberado el 21 de febrero de 1978, un día que aún recuerda. “Bajé las escaleras del pozo camino hacia no sabía donde, recién después descubrí que recuperaba la libertad, pensando en la lucha. Hoy puedo decir que la única lucha que se pierde es la que se abandona, nosotros por suerte no abandonamos”, contó lagrimeando frente al micrófono. El “Polaco”, como lo conocen todos, advirtió que “hay mucho trabajo por delante” y que “la misión principal del sitio debe ser seguir transmitiendo la historia a los más jóvenes”.

En el caso del ex Pozo de Quilmes, fueron los jóvenes, con la ayuda de los docentes del programa Jóvenes y Memoria, los que de a poco se fueron acercando a los hechos que habían sucedido en el país y en el partido durante el terrorismo de Estado. Los trabajos que surgieron de los acercamientos de jóvenes estudiantes de colegios secundarios de la zona al ex centro clandestino de detención y a sobrevivientes de ese sitio decantaron en la lucha por que el Estado provincial desplace de allí a la policía bonaerense y lo ceda a los vecinos para su conformación en espacio para la memoria.  Por el momento, no pueden tomar posesión del sitio. El Ejecutivo tiene 90 días para encontrarle un nuevo destino a la DDI de Quilmes. Luego, vendrán los días de pensar y desarrollar estrategias para cumplir con los objetivos que el colectivo Quilmes Memoria, Verdad y Justicia soñó para el lugar: contribuir y promover a la defensa de los derechos humanos, conformar un archivo y centro de documentación especializado en memoria, apoyar el desarrollo de los juicios por crímenes de Lesa Humanidad y desarrollar actividades educativas, culturales y artísticas de promoción y protección de derechos, propiciando la participación de los jóvenes y promoviendo un enfoque de género.