El fan sospecha rápido quién es el asesino. Sabe que el revólver en la mesa de luz invariablemente va a ser disparado. Intuye quién oculta algo, qué coartada es sanata, dónde buscar huellas, cómo mirar esos vasos que quedaron en la mesa y quién está puesto en la trama sólo para confundir. ¿Cómo no haber aprendido algo después de acompañar tantas pesquisas de policías, detectives, investigadores y consultores policiales del cine, la TV y las novelas? Take Two, la flamante serie estadounidense que emite los jueves la señal ABC, juega precisamente con esa premisa: cómo alguien que lleva años metido en el mundo de los policiales de ficción podría desempeñarse entre casos policiales reales. La serie inicia desde un bucle paradójico, el de un policial dentro de otro policial, con su artística noventosa y su diálogo inverosímil, pistolas en mano, entre la maquillada detective de la ficción y el roñoso maleante de la ficción. Aunque la verdadera premisa se aclara rápido: el espectador está ante una actriz de televisión que ha actuado durante años como detective en una saga policial y que ahora se convertirá en acompañante de un verdadero inspector. Pero resulta que a la detective amateur no le irá nada mal en el negocio de los cadáveres todavía tibios. Así dispara el primer caso de una serie de pareja policial despareja –el clásico buddy cop de la jerga anglo– claramente emparentada con el hit Castle, que entre 2009 y 2016 seguía a un autor de novelas policiales que asistía eficazmente a una detective real. El parecido no es casual, ya que Take Two y Castle tienen la misma dupla creativa: Andrew W. Marlowe y Terri Edda Miller. PáginaI12 entrevistó al productor neoyorquino Tim Halkin, responsable de Take Two. 

–¿Cómo hace el espectador para creer que una estrella de la TV puede meterse rápidamente en el mundo del crimen y resolver homicidios “reales”? 

–El personaje principal, Sam Swift (Rachel Bilson), protagonizó una exitosa serie de televisión durante varias temporadas, interpretando a una detective de policía. Pero en el primer episodio de Take Two, día en que conocemos a Sam, ella acaba de salir de rehabilitación. ¿Por qué? Su show fue cancelado inesperadamente y su novio la dejó frente a las cámaras de televisión, por lo que Sam perdió el control y aterrizó en un centro de rehabilitación. Cuando sale, está limpia y quiere recuperar su vida. El problema es que ningún productor quiere contratarla debido a sus escenas públicas de descontrol. Su manager sólo tiene una oferta de trabajo para ella: interpretar a una investigadora privada en una película independiente. Para preparar el papel, decide acompañar a Eddie (Eddie Cibrian), un investigador privado real. El tema es que, después de haber interpretado a una policía durante años en la TV, resulta que Sam no es tan mala en el trabajo, lo que enloquece a Eddie, ya que se supone que ella debe quedarse callada y observar. 

–Take Two juega con una idea que muchos fans del género habrán tenido: que de tanto consumir series policiales y novelas policiales, uno realmente puede aprender algo de criminología. ¿Es así?

–Sam fue una detective de la Policía en una serie durante más de 200 episodios y trabajó con consultores policiales mientras actuaba: esa combinación de cosas ha capacitado a su cerebro para pensar como un detective y para, instintivamente, hacer las preguntas correctas. Creo que los consumidores de series policiales tendemos a ser fanáticos porque nos gusta “resolver” los crímenes junto con nuestros detectives de televisión favoritos. En cierto modo, nos gusta acompañarlos. Y si los acompañamos durante el tiempo suficiente, me imagino que estaremos entrenando el cerebro para pensar como ellos. 

–Take Two va en esa sintonía: tiene los chistes típicos de películas de parejas de policías... ¿Es una serie policial que se ríe un poco de las series policiales?

–Take Two es, esencialmente, entretenida y divertida. La química entre los actores protagónicos, Rachel Bilson y Eddie Cibrian, hace que los gags y los chistes funcionen bien. Los casos criminales están bien fundamentados y tienen giros y vueltas muy interesantes. El desafío del programa es trascender la idea de “el caso de cada semana”, y lograr que el público conozca a los personajes y se preocupe por ellos. Los vemos cómo buscan la redención y cómo se esfuerzan por ser lo mejor que pueden, aunque ser sin ponerse demasiado sombríos ni reflexivos. Personalmente, soy fanático las series policiales no muy oscuras, sino más alegres, como Castle, Bones o The Mentalist. Me gustan los crímenes que describen, pero realmente aprecio el humor y las bromas divertidas entre los personajes. La serie que he visto más recientemente, y que encaja en esta categoría despreocupada, es Lucifer. Dadas las cosas que vemos todos los días en los noticieros, Take Two es un poco de aire fresco.