¿Existe un propósito de deshistorización? De ser así, ¿cuál es el motivo?

Se acaba de anunciar que no habrá desfile militar para celebrar el 9 de julio. Es decir no se lo festejará. 

A eso se le suma la decisión de quitar a los próceres de los billetes reemplazándolos por animales. Aunque dicha decisión está sujeta a parcialidad pues mientras se ha sustituido a don Juan Manuel de Rosas por un guanaco no se han efectivizado los anunciados cambios de Sarmiento y Roca por el cóndor y la taruca. ¿Casualidad? Asimismo ha sido claro que el aniversario de la gesta de Obligado pasó sin nada que lo recordase. Y que el Museo de la Casa de Gobierno ha sido despojado de contaminación revisionista... ¿Teme el gobierno a la historia? 

El liberalismo siempre necesitó condicionar un relato histórico adaptado a sus intereses. Así lo comprendió luego de la oscura batalla de Pavón cuando, libre el camino para una Organización Nacional a su medida, redactó una historia , "invención de la Argentina" la llamaría Shumway, plagada de omisiones y falsedades que es la que se nos cuenta y se nos enseña desde siempre. Han decidido cuáles próceres honrar, cuáles olvidar o deformar. Cómo bautizar a nuestras avenidas, calles y plazas. A quienes honrar con marchas y canciones. A quienes hipertrofiar y a quienes jibarizar. Qué contar de cada uno y qué obviar, también qué inventar. Les fue claro que bautizar la que suponemos avenida más larga del mundo con el nombre de Rivadavia y no con el de Dorrego fue instituir un mensaje ideológico de claridad supina; también que la avenida más importante de la capital debía llamarse Alvear, anglófilo y aristócrata, y no San Martín, pecado corregido por Perón.

Creando así un entretejido en el que apenas participan las mujeres, los sectores populares y los pueblos originarios, quedando el protagonismo para los representantes de las oligarquías dominantes en cada época que expresan distintas vertientes de pensamiento pero nunca realmente contradictorias. 

Esta historia oficial, liberal, se sostiene sobre bases científicas y metodológicas muy débiles, basada fundamentalmente sobre propósitos de clase vigorosamente defendidos, alertas a cualquier intento de revisión y cuestionamiento. Esto selló el infortunio y la marginalidad de quienes lo intentaron, como Alberdi, Saldías, los Quesada, Pepe Rosa, Abelardo Ramos, Hernández Arregui, Scalabrini Ortiz, Milcíades Peña, Fermín Chaves y otros. Recordar el escándalo que provocó no hace mucho la creación del humilde Instituto de Revisionismo Histórico "Manuel Dorrego" y la velocidad de su clausura poco tiempo después de asumido Macri.

Puede explicarse el no festejo del aniversario de nuestra Independencia por el temor que inspira el agolpamiento de gente pero en el fondo hay que leer dicha decisión como la clásica antipatía del liberalismo por una historia inevitablemente impregnada de lo popular, lo federal y lo revolucionario. Que siempre está presionando para aparecer en superficie como corcho en el agua por más dificultades que se le impongan.