En la semifinal más larga de la historia de Wimbledon, el sudafricano Kevin Anderson derrotó ayer por 7-6 (6), 6-7 (5), 6-7 (9), 6-4 y 26-24 al estadounidense John Isner y disputará mañana el título del torneo londinense ante el español Rafael Nadal o el serbio Novak Djokovic, que ayer, antes de la suspensión del partido por el horario nocturno, se imponía parcialmente por 6-4, 3-6 y 7-6 (9).

Anderson, octavo preclasificado en el All England Club, pudo triunfar después de seis horas y 36 minutos, e inscribió el duelo de ayer como el segundo más largo en la historia del torneo, después del Isner-Mahut de hace siete años.

En 2010, el estadounidense había necesitado 11 horas, 5 minutos y 23 segundos y 183 juegos disputados para superar al francés Nicolas Mahut en un duelo que se extendió por tres días. 

“Era difícil para los dos jugar en esas condiciones”, estimó Anderson, de 33 años. “Era un sorteo, alguno de los dos iba a ganar”, añadió el sudafricano, que felicitó a su rival. “Es un gran tipo, si hubiera estado del otro lado (de la red) no sé cómo lo hubiera tomado”, expresó. 

Anderson, que jugará la segunda final de Grand Slam de su carrera tras la del Abierto de Estados Unidos el año pasado, pidió que el formato de los partidos de Grand Slam, que en solo un torneo tiene “tie-break” en el quinto set, se revise.

“Es quizá un signo para los Grand Slams para cambiar el formato, le pasó a John antes”, dijo sobre aquel encuentro con Mahut. “Realmente espero que podamos mirarlo”, expresó. Actualmente, el US Open es el único de los cuatro grandes torneos del tenis que tiene “tie-break” en el set definitivo. 

Anderson no olvidó que jugará una nueva final y que tendrá la posibilidad de sumar un título de Grand Slam en su ya amplia carrera. “Estoy en la final, espero recuperarme y estar listo”, dijo. “Sea Nadal o sea Djokovic, no necesitan presentación. Es un sueño hecho realidad”, avisó. 

Para poder soñar, sin embargo, Anderson debió ir más allá de sus límites en un partido que siguió el guión previsto: con ambos dominando con sus servicios, el duelo se iba decidiendo por pequeñas diferencias. 

Anderson ganó el primer desempate, Isner los otros dos. Luego el sudafricano igualó las acciones y obligó a un quinto set. Cuando la tarde ya caía, y no parecía haber solución en el horizonte al empate, el sudafricano quebró el servicio de su rival. Era el juego 49.  

Poco después, ya al servicio, Anderson cerró el duelo, aunque apenas si tuvo energía para celebrar. Habían sido 102 aces, 247 winners, 569 puntos ganados, seis roturas, toda una tarde. Y un partido que, más allá de lo que ocurra el domingo, ya lo metió en la historia.