Las drogas y la opinión pública
(“Declaración de Allen Ginsberg, poeta, en la audiencia de la ciudad
de Nueva York frente a un subcomité especial del poder judicial del
senado de los Estados Unidos”)
Estoy aquí porque deseo relatarles mi propia experiencia y me preocupa que sin un reconocimiento y una empatía por la experiencia personal suficientes se acaben aprobando al final unas leyes tan rígidas que provoquen más daños que el nuevo LSD que se intenta legislar. Pero con un poco de empatía y también, a ser posible, amabilidad y comprensión, tal vez nos resulte posible poner las cosas en común y trabajar juntos para resolver este acertijo del LSD tal y como se le ha planteado a nuestra sociedad.
En estos momentos tengo 40 años, soy poeta y este año tengo también el estatus de becario de la Fundación Guggenheim. Tal vez les parezca curioso que me haya graduado en Columbia College y haya tenido una carrera práctica en el mercado antes de dedicarme a tiempo completo a la escritura. Cuando tenía 22 años tuve una experiencia crucial –lo que se denomina una experiencia visionaria o “estética”– sin drogas, que enriqueció mi vida. El clásico de la literatura norteamericana, Las variedades de la experiencia religiosa de William James describe algunas experiencias parecidas en la conciencia de las personas. Lo que sucedió me llenó de asombro —me dio la sensación de que el universo entero despertaba y estaba lleno de inteligencia y sentimiento.
[…] Les he hablado de mi mismo y les he relatado mi experiencia directa con las drogas psicodélicas en distintas situaciones, en casa de mi familia, en un contexto de investigación formal, en las ceremonias tradicionales indígenas de Sudamérica y en soledad junto al océano. Por mi parte es evidente para mis sentidos que después de haber empleado las drogas psicodélicas como catalizadores he tenido una visión más profunda del mundo. Y eso me ha hecho más pacífico.
Ahora me gustaría ofrecer cierta información para calmar la ansiedad que ha provocado la opinión de que el LSD es una especie de amenaza monstruosa que retuerce la mente y que debe ser mantenida oculta y bajo control. Son tres las ideas que me gustaría aclarar frente a este comité:
1.La prensa ha provocado un pánico exagerado con respecto a los peligros del LSD.
2.Si nos ceñimos a las estadísticas que tenemos el peligro que el LSD puede provocar a una persona sana es casi insignificante y muy pequeño en el caso de los enfermos mentales.
3.Las investigaciones han demostrado la posibilidad de tener experiencias religiosas, trascendentales o de una alegría profunda a través de las drogas psicodélicas y en ese sentido los responsables del gobierno deberían ser lo bastante sabios como para tratar al LSD con la debida humanidad y respeto.
La realidad, ese velo
(“El temblor del velo”, Paterson, agosto de 1948.
Texto recogido en Empty Mirror, libro que contiene
sus poemas tempranos)
Hoy tras la ventana
los árboles parecían organismos
vivientes en la luna.
Cada rama extendida hacia arriba
cubierta de hojas en su extremo
norte, como una verde
protuberancia peluda. Vi asomos
de brotes escarlata y rosa
de hojas ondear
delicadamente bajo la luz del sol,
soplados por la brisa,
todos los brazos de los árboles
se tensan y se doblan
hacia abajo, cuando el viento
los empuja.
La verdadera revolución
(“Contribución en prosa a la revolución cubana”,
16 de octubre de 1961)
¿Qué hacer con Cuba? ¿Puede ser mejorada la realidad del mundo (tal y como la conocemos a través de la consciencia controlada por el córtex cerebral)? No se trata del problema del socialismo, sino del hombre. ¿Se puede fundar una buena sociedad, del mismo modo que han fracasado todas las demás, sobre la base de la antigua conciencia humana? ¿Cómo se puede evitar ese control centralizado de la realidad que ejercen los pocos que pueden y quieren tomar el poder y decidir en esa red?
Hasta donde alcanzo a entender, el gobierno revolucionario de Cuba está ocupado en los inmediatos problemas prácticos y está orgulloso de ello, de su resistencia heroica, del drama, del estímulo, de leer y enseñar la lengua, y todavía desocupado en la exploración psíquica tal y como la acabo de describir. Me doy cuenta también de que no hay evidencias de que haya habido una revolución técnica en la última poesía cubana - aún emplea las técnicas, los mecanismos, la vieja sintaxis. Parece evidente por tanto que todas, TODAS las mediocres tentativas cuyo fin es censurar el lenguaje, la dicción o exploración psíquica, repiten el mismo sempiterno error de todas las estúpidas Academias de Rusia y Estados Unidos. Hasta donde alcanzo a entender los argumentos que se refieren a las necesidades prácticas inmediatas son incluso desde lejos el mismo engaño perpetrado por la misma gente sin inspiración que no sabe en qué consiste el problema de la escritura y que no tiene ni idea de los problemas de la consciencia que he estado comentando.
NO estoy en contra ni de los cubanos ni de su revolución pero es importante dejar en claro por anticipado, antes que nada, lo que siento sobre la vida. Todas esas grandes declaraciones de Viva Fidel son / serían un sinsentido y una mera política bidimensional.
Descripción de la “Blake Vision”
(Entrevista de Thomas Clark a Allen Ginsberg,
The Paris Review, 6 de octubre de 1965)
Me sentía muy solo, en una especie de noche oscura del alma, leyendo a san Juan de la Cruz, toda la gente a la que conocía se había marchado, Burroughs estaba en México, Jack estaba en Long Island más o menos recluido, ya no nos veíamos, y durante los últimos años habíamos estado muy unidos. La cosa era que últimamente había estado acostándome con Neil Cassady. Me llegó una carta suya en la que me decía: Mira, Allen, tenemos que explorar nuevos territorios. Para mí aquello supuso un golpe mortal a mis expectativas más tiernas.¡Pensé que jamás en la vida iba a poder encontrar ningún tipo de diamantina satisfacción psicoespiritual para mi polla! Me sentí como si me hubiesen arrancado de algo que yo había idealizado de una forma romántica.
En aquel estado de desesperanza, en aquel callejón sin salida o cambio de etapa, mientras trataba de crecer para encontrar un equilibrio, un equilibrio psíquico o mental de algún tipo, sin Nueva Visión ni Suprema Realidad, sin nada más que el mundo que tenía frente a mí y sin saber qué hacer con todo aquello… Se produjo un extraño equilibrio de tensión en todas las direcciones. Después de correrme con un libro de Blake en mi regazo, dejé vagar la mirada sobre una página que decía “¡Ah, girasol!”, y de pronto sucedió, de pronto comprendí que aquel poema hablaba de mí. “¡Ah, girasol! Hastiado del tiempo, / has contado los pasos del sol; / en busca del clima dulce y dorado / donde acaba el rumbo del viajero”. Empecé a comprender el poema mientras lo miraba hasta que de pronto, y de forma simultánea a mi comprensión, escuché una voz profunda y arcillosa en la habitación que supuse de inmediato, no lo pensé dos veces, se trataba de la voz de Blake; no era la voz de nadie conocido.
Con la mirada puesta en la página, y de forma simultánea, se produjo una alucinación auditiva, o como se diga, la aparición de esa voz me llevó a una comprensión mucho más profunda del poema porque se trataba de una voz absolutamente tierna y hermosa… antigua. Como la voz de la Antigüedad. Y junto a la voz había también una emoción que se alzaba en mi alma respondiendo a la voz y una súbita materialización visual de ese mismo fenómeno extraordinario. Lo que sucedió fue que al mirar por la ventana, a través de la ventana y hacia el cielo, me dio la súbita sensación de que estaba contemplando las profundidades del universo contemplando aquel cielo antiguo. El cielo me pareció súbitamente muy antiguo. Yo había nacido para experimentar ese momento preciso, para entender de qué iba todo… en resumen, que yo había nacido para experimentar aquel momento.
En fin, mi primer pensamiento fue el de que había nacido para eso y mi segundo pensamiento fue… Nunca lo olvides, nunca lo olvides, nunca reniegues, nunca lo rechaces. Nunca rechaces la voz: no, nunca la olvides, no te pierdas mentalmente vagando en otros mundos espirituales o Americanos o en mundos de trabajo o en mundos de anuncios o en mundos de guerra o en mundos terrenales. Yo había nacido solo para comprender el espíritu del universo.