El tesoro, del último disco de El mató a un policía motorizado, es una de las canciones más hermosas y a la vez más sencillas compuestas en los últimos años. “Cuidarte siempre a vos en la derrota, hasta el final, el final”, conjuga Santiago Motorizado a la salida del estribillo, un poco a la manera del cronista deportivo contemporáneo, apeado al infinitivo. Y desde ese umbral entre la sensibilidad del arte y la musculatura de la esperanza –y precisamente para imponerse ante las preguntas desatendidas de hoy–, bien se podría gritar que no hay nada más infinito que la redondez ni nada más redondo que la pelota.

Es muy probable que el aún reciente mundial de Rusia haya sido el menos carismático de los últimos, sin la reivindicación mística de Francia ‘98 o la revisteril onda de teen band de Argentina en Alemania 2006, y claramente sin construcciones épicas como la de Brasil 2014, donde la Selección no jugó bien pero encontró una manera de competir igual. Rusia 2018 parece no haber encolumnado relato alguno.

En lo deportivo, incluso, el dividendo es plástico, deslucido, aséptico. Pogba es un astro y el “picante” lo pone Griezmann tomando mate, hablando español y tirando esos pasitos del Fortnite, pero Francia campeona no es el Brasil campeón con gracia ni la Argentina con garra ni la Italia ordenada ni la España inteligente ni la Alemania apegada al trabajo. Es la disciplina física y la velocidad, una cultora fitness para un fútbol posmo. Francia hizo más o menos lo mismo, y más o menos bien: facilitó el desgaste rival, respondió explosivamente y después taponó con sus volantes deluxe. Cuando hizo algo.

La campeona tuvo instantes bochornosos como contra Dinamarca, ambas clasificadas, por la definición del grupo C: fue realmente miserable de ver. Pero también al final todos nos copamos con Bélgica –es que esa combineta de colores es tremenda, y en ropa deportiva queda criminal– pero su partido contra Inglaterra por el cierre de la fase de grupos también fue un embole. Después volvieron a jugar por el tercer puesto y mejoró. Hazard es fabuloso. Francia-Croacia, España-Portugal, eso estuvo lindo de ver, y los croatas rompieron la norma con sangre y fútbol asociado. ¿Harry Kane? Una paja de goleador.

En Rusia 2018 se dieron casi casi 50 mil pases y hubo nada más que cuatro expulsados: el colombiano Carlos Sánchez por una mano evidente en el área, el alemán Jerome Boateng por doble amarilla cuando la campeona vigente empezaba a peligrar en esta Copa, el ruso Igor Smolnikov por doble amarilla ante Uruguay y el suizo Michael Lang contra Suecia por octavos de final, VAR mediante. Todo híper clean.

Como esas apostillas, lo que nos queda ahora en torno de Rusia 2018 parece más anecdótico: memes de Maradona, la presidenta croata, la incursión de las Pussy Riot en la final. Hasta la salida de la Selección en octavos de final, decretada instantes después del momento de mayor algarabía por el plantel argento, el botinazo de Di María contra les Bleus. Por supuesto que resulta histórico el retiro de Mascherano del equipo nacional y también que representa una sentencia ontológica que haya sido el último mundial de Messi en plenitud física, pero todo lo demás era una joda y no quedó. El DT Sampaoli, por empezar.

Mbappé tiene 19 años pero lo contiene un plantel joven y balanceado, con un técnico aplicado y años de trabajo progresivo en divisiones inferiores que implican que incluso lo más vistoso de Francia esté por venir. Acá Lautaro Martínez tiene 20 años pero las inferiores vienen de situación de cachetazos en la cancha, resultados raquíticos y una AFA descompuesta del todo. De Francia se denunció el arreglo por el Mundial que hosteó en 1998; de Argentina se dice que sin Grondona no ganará nunca más nada.

Un remate posible estaría dado porque los mundiales dejaran de ser nuestra unidad de medida. Hay una generación de futbolistas (centénicos) argentinos que todavía no puede cargarse la Selección, y una camada (de milénicos) con héroes caídos y cabizbajos. El final abrupto (abrupto por contar con Messi, y nada más que por eso) recuerda que Japón-Corea 2002 fue anteayer, pero lo inmediato es el amistoso del 7 de septiembre contra Guatemala. Después, la Copa América de Brasil 2019 es pasado mañana, Messi es ahora y siempre que quiera, la pelota es eterna y el cuidado es en la derrota. Y hasta el final.