En el 2007 se estrenaba la obra Verona, de la reconocida dramaturga Claudia Piñeiro, que tuvo en Rosario una recordada versión a cargo de la actriz y directora Mónica Toquero en el 2008, al frente de su reconocido grupo Rosarioteatro. El actor Christian Ledesma la eligió para llevarla a escena este año con la intención de montar un espectáculo destinado a todo público, en clave de comedia que permita abrir lecturas respecto de problemáticas sociales tales como el trato hacia las personas de la tercera edad.

Durante la fiesta de cumpleaños de su madre, tres hermanas se reúnen en el baño de la casa materna, escapándose por un momento para escuchar confesiones y episodios ocultos que son el conflicto principal de esta historia que cuenta con el agregado inesperado de un hermano llegado justamente de la ciudad de Verona. “El baño también como metáfora del lugar donde dejar salir las suciedades de cada una”, dice Ledesma. Más allá del espacio de encierro, se narra ese otro espacio de la fiesta echando mano para ello a recursos lumínicos y sonoros.

¿Por qué tres actores en los zapatos de tres mujeres? Responde el director a Rosario/12: “Me convocaron para dirigirlos, después se sumó Nacho Rodríguez como asistente de dirección y en el papel del hermano que comparte con Mauro Cutruneo; desde el inicio tuve una idea clara de hacia dónde quería llevar la propuesta”.

La obra fue abordada como una comedia, pero no pasatista sino como un género que se permite momentos delirantes, y registros sombríos y animalescos. “Buscamos diferenciarnos de un show transformista, lejos de clichés y estereotipos para la construcción de los personajes, sobre todo femeninos. Plásticamente –añade Ledesma- echamos mano a los trucos propios del transformismo, buscando generar a la vista del espectador figuras claramente femeninas. En cuanto a las actuaciones, nos separamos de los registros de la parodia, buscando por la línea de un pseudo realismo que pronto se va corriendo a un grotesco”.

La puesta destaca una cuidada utilización del vestuario, maquillaje y peinados para ubicar a los personajes en un contexto de fiesta familiar. Según sus realizadores, se trabaja con artificios para generar la ilusión del cuerpo femenino en los actores que interpretan a las hermanas, con un guiño a una estética “neogrotesca”, evocando la recordada Esperando la carroza.

Ledesma destaca esta posibilidad de incursionar en el rol de la dirección, algo que venía haciendo en sus trabajos como humorista. “Mi acercamiento a la dirección surge primariamente como consecuencia de mis trabajos como tallerista; este año me ha tocado dirigir a actores que no han sido alumnos míos, como actor puedo comprender ciertos procesos de la actuación o ciertas necesidades de los actores; pero el papel de la dirección es un punto de vista distinto, es una responsabilidad mayúscula ya que sobre la dirección recae la responsabilidad de la obra completa”, medita.

A la hora de considerar si el texto de Piñeiro se sostiene en el tiempo, el director fundamenta la vigencia de esta obra por los enfoques acerca de la familia y la sociedad. “Verona toca varios temas, las diferentes posturas frente a la vejez y una enfermedad como es el Parkinson, diferentes visiones respecto de los vínculos matrimoniales, roles asignados y asumidos en un grupo de personas, como lo es una familia”, abunda. “Temas siempre vigentes, porque refieren a los vínculos humanos en su aspecto más primordial, en sus estructuras más inconscientes, de allí la vigencia de esta obra, espejo de cuestiones humanamente cotidianas.

Verona es interpretada por Leandro Aragón, Miguel Igarza, Nahuel Costa, Ignacio Rodríguez y Mauro Cutreneo. Antes de que regrese en noviembre, hoy a las 20 será su última función en Tandava (9 de Julio 754).