Basta con observar quiénes son los más permanentes en el diálogo polémico de la política para ver quiénes pintan para candidatos presidenciables en Argentina. Todo es un poco errático pues las aseveraciones son muchas veces o la mayoría de ellas expresiones de voluntad y no datos con fundamentos. Quienes desean un Macri presidenciable pintarán al hijo de don Franco como sujeto indemne a los inconvenientes que sus políticas de ajuste salvaje causan en una población crecientemente desilusionada o malhumorada o, sin más, furiosa. Las encuestas no le dan bien al actual presidente. Lo tarifazos, las góndolas en alza brutal de los supermercados, las industrias que cierran, las prepagas, los restaurantes o, yendo al aspecto más penoso del paisaje urbano, los desocupados, los indigentes, los que duermen en la calle, todo eso, debería restarle posibilidades en grado sumo al presidente. Que no se ve demasiado trastornado por esa realidad. Acaso suceda lo que muchos piensan: todo el poder más concentrado, el gran capital, la banca mundial, USA, el poder mediático, los trolls, se va a poner con todo si Macri corre el riesgo de perder frente a la oposición. Otro gobierno populista, jamás. De aquí que Macri se sienta seguro en última instancia. De aquí que no retroceda en su política de ajuste. Pocas veces se ha visto a un gobierno más insensible a los reclamos populares. Sigue adelante: hambre y a correr.

Pero ahora ha llegado al máximo. A la ofensa. Porque el decreto que autoriza a los militares a actuar como fuerza de seguridad interna es una ofensa a la democracia duramente sostenida de este país. Además, los militares no ganarían nada con el desgaste de la represión. Esto lo saben muchos de ellos, más sensatos que el jefe de gobierno. ¿Qué ganan con un nuevo Santiago Maldonado? Macri ofendió al país. Esta medida es intolerable.

Hay un gran poder de movilización. Se sale a la calle a protestar con una celeridad y una eficacia remarcables. Sucede que se ha llegado al hartazgo. Personajes como el señor Albino quitan la paciencia, enardecen los ánimos de quienes no desean actuar con bronca ni furia. Frente a la insensatez del gobierno se busca una respuesta racional y, a la vez, clamorosa. Se han perdido las esperanzas de un diálogo abierto y franco.

Pero, volviendo sobre el tema más candente, el decreto que autoriza a las Fuerzas Armadas a actuar en la seguridad interna desborda toda sensatez posible. Las Fuerzas Armadas están para la defensa nacional. La seguridad nacional nos lleva a los peores momentos de la historia de nuestro país. Por el bien de nuestra democracia este decreto no debe pasar.