Para el primer anuario, la portada fue un primerísimo primer plano de Mauricio Macri con pupilas de reptil, inquietante obra de Damián “El Polaco” Scalerandi, uno de los ex responsables del fanzine Lule Le Lele. Hoy integra el colectivo humorístico Alegría, que acaba de editar su segundo anuario, que también lleva una portada suya. Esta vez el retrato primerísimo es el de Patricia Bullrich, pero ahora el detalle no está en las pupilas, sino en que parte de su epidermis facial se ha roto como si fuese una máscara, dejando a la vista una piel que parece ser de lagarto. La referencia inevitable es la serie V, Invasión Extraterrestre, en la que unos alienígenas humanoides y aparentemente amigables terminaban delatándose como lagartos que consideraban a la especie humana apenas como su alimento. Una imagen lo suficientemente bestial como para estar a tono con los feroces chistes que más de una veintena de dibujantes desde hace un par de años difunde a través de las redes sociales, reunidos bajo un bautismo que refiere inequívocamente al principal blanco de sus humores, la coalición gobernante Cambiemos –del que prácticamente son sinónimos sus dos modelos de tapa–, que alguna vez supo presentarse como “la revolución de la alegría”. 

“El primer nombre que barajamos fue DNU, porque así fue como gobernó Macri en un comienzo”, recuerda Ernán Cirianni, uno de los dibujantes mas activos del colectivo junto con Maléfico (Claudio Andaur), Razz (Gonzalo Nates), Catinga (Gustavo Guevara), El Polaco, Sémola Souto, Max Sq, Mantrul y Von Chuyo. Todos bajo la mirada siempre presente de Ariel LV y Otto. “Después por un rato imaginamos que podíamos confundir todo un poco más bautizándonos Alergia. Pero terminó imponiéndose lo más sencillo y directo, y aquí estamos”. En Facebook, Twitter y ahora también en Instagram: ahí es donde están los integrantes de Alegría, al menos tres veces por día, intentando hacer llegar sus obras a los más de 100 mil fans que superó su página en la red social de Mark Zuckerberg, que últimamente no les hace demasiado fácil el trabajo. “Es que por un lado te empiezan a pedir dinero para promocionar cada posteo, o sino también te bajan los chistes sin avisarte por alguna denuncia”, explica Ernán, que está en el grupo desde su antecedente inmediato, un fanzine que armaron para las marchas pidiendo el esclarecimiento del caso Mariano Ferreyra. Después el proyecto derivó hacia una revista de humor político, que se iba a llamar Pescado podrido. Coquetearon con la idea de armar un PDF descargable, como el que realizaron en España los disidentes de la revista El jueves. Pero finalmente terminaron directamente en las redes, compartiendo a repetición el humor que les dispara una realidad que parece carecer del mismo. 

“¿Tiene algún tipo de gollete hacer chistes ante un gobierno bestial, con un nivel de grotesco que hace palidecer cualquier chiste?”, se pregunta su colega Fayó desde el prólogo del segundo anuario compilando sus trabajos. Y no hay otra respuesta posible más que lo que se puede ver recorriendo sus contundentes 240 páginas a todo color. Herederos de una larga tradición del humor político local, que se remonta a la revista El Mosquito y se continúa en Tía Vicenta, Satiricón y la revista Humor, los integrantes de Alegría son el eslabón perdido entre Barcelona y Eameo, entre la última revista humorística en papel y los mejores representantes del humor online. Pero tal vez son un poco más que eso: es posible que sus trabajos sean el último refugio del humor gráfico antes del triunfo del meme en estos tiempos fatalmente digitales.  

Resulta difícil imaginar cuál podría ser la posible supervivencia de un colectivo como Alegría si existiese alguna vez un post-macrismo. Tal vez porque su unanimidad necesita de semejante enemigo. Aunque son unos 25 artistas los que integran el colectivo, como aceptan colaboraciones espontáneas por momentos parecería que todos los humoristas militan de este lado de la grieta. Del otro, sólo queda Nik, al que incluso parodian con ganas. También alguna vez le apuntaron a El Niño Rodríguez, pero intentan no entrar en esa clase de idas y vueltas. ¿Hay un límite para el humor de Alegría? “El primer límite lo pone Facebook: si dibujamos un desnudo, te lo baja enseguida”, responde Ernán, que señala que todo no es tan unánime. En el comienzo, cuando estaban buscando nombres propios detrás de los cuales encolumnarse –como Gustavo Sala, Sergio Langer o Esteban Podetti, que son algunos de los alegres más exitosos–, Diego Parés declinó participar de la cruzada, quizás ahuyentado por cierto tufillo antisistema que creyó percibir en el colectivo. 

Pero volviendo a la pregunta sin contestar de Fayó, al recorrer las adictivas páginas del segundo anuario de Alegría (que incluye varias historietas inéditas y una indispensable cronología mes a mes a cargo de invitados como Ingrid Beck, Carlos Busqued o Diego Trerotola) lo que se percibe claramente es que el humor va encontrando su límite, la acidez y ferocidad van en aumento. “Eso nos dijeron en una charla a la que nos invitaron en Paraná”, concede Ernan. “Que los chistes eran mas simpáticos un año atrás. Tal vez porque lo que entonces pensábamos que era una fantochada es cada vez más real”. ¿Entonces para qué ponerse a hacer chistes en la cubierta del Titanic?, como se pregunta el prólogo de este segundo volumen. “Porque es una necesidad humana”, se responde el propio Fayó. “Y porque mejor burlarse de los músicos de la orquesta que siguen tocando mientras la nave se va a pique, porque sino hay que ir y cagarlos a trompadas. Y no es cuestión”.

Alegría son: Agite, Ale Cohan Arazi, Anti, Ariel LV, Barba, Cape, Catinga, Dario Cattalano, Ernan Cirianni, Mantrul, Manu Cortes, Max Sq, Maxi Falcone, Luciano Giraldez, Manu Gomez, Hor Lang, Kripto, Langer, Lele, Lietti, Malefico, Nana, Nani, Otto, Pezzeta, Pit, Podetti, Razz, Ivan Riskin, Diego Roth, Maxi Sanguineti, Polaco Scalerandi, Segovia, Semola Souto, Juan Pablo Valdecantos y Von Chuyo.