Lectoros, lectoras, lectores, lecturus (o sea, lectores futuros), Relectoras, lepectoporapas, lebactoras, y demás deudores y deudoras: ¿cómo están, cama estón?

Disculpen y disculpan esta larga introduction (con perdón del término), pero es que nos están pasando demasiadas cosas y demasiados cosos a las argentinos y a los argentinas, como´para que yo vaya directo al grano, o a la grana.

Plis, por favor, silvulplé, bebakashá, prego, parakalós: no piensen que me refiero a las cosas que el Sumo Maurífice dice que pasaron a la hora de excusarse por su obsecuencia debía al FMI.

¡nononononono! Cuando en esta columna decimos que pasaron cosas, son otras cosas, aunque pudieran parecerse. Es más, aún  si fueran las mismas cosas, serían otras.

¿Saben por qué, deudores y deudores? Simplemente porque las cosas que pasan nunca nos pasan a todos y todas por igual. Siempre depende de dónde estemos parados, cómo, y con qué.

Sólo por dar un ejemplo, no es lo mismo la tormenta a la intemperie y sin el saquito puesto que la idishemame nos ordenó ponernos, que esa misma tormenta transformada en posverdad televisiva en un canal globolero donde el Sumo Maurifice nos explica que “en algunos lugares falta agua, en otros sobra”.

Decíamos entonces, que pasaron y pasan cosas.  Por ejemplo, nuestro mejor equipo contrario de los últimos 50 años intenta darle un toque de alegría, o al menos “que eso parezca” a los argentinos.

Solamente así se puede explicar la presencia de “Albinoico, el payaso mesozoico”, el yosapa que está siendo regado de divisas oficiales todo el año. Por eso, a cambio de tanta erogación, además     de llevar sus torpezas por todo el país  haciendo las delicias de grandes y chicos del pleistoceno, tuvo que presentarse, hace diez días en el Congreso, para poderle un poco de absurdo a un debate que, al menos la oposición, pretendía que fuera serio.

¡No hacía falta tanta payasada, Maurífices! Con el testimonio de algunos senadores y oras hubiera alcanzado para hacernos agridulce la jornada. Entre ellos y ellas hay quienes creen que “la vida empieza cuando una chica le pregunta a un muchacho ¿estudiabas o trabajabas?” (las chicas saben que, desde diciembre del 2015 para acá, lo más probable es que el muchacho no pueda hacer ninguna de las dos cosas) o viceversa, él le pregunta a ella.  Entonces, Albinoico, entre carcajadas nos advirtió que “El virus del sida atraviesa la porcelana” con lo cual en todos los rincones del país bajó abruptamente el consumo de té.  ¿¡Nadie le dijo que los preservativos son de latex, mucho menos permeable que la porcelana!? Lo que si es obvio es que los preservativos pueden protegernos de un montonazo de enfermedades, pero no de la capacidad de decir globoludeces.

En general no me preocupa si alguien se cree Dios, pero me pone mal si veo a cien personas rezándole.

Pero no fue lo único que pasó. También la Rural se expuso.

El Sumo Maurifice no fue, quizás por temor a que lo confundan con Fernando de la Almohada, temor que se justifica en su propia confusión cuando elige a los mismos funcionarios y toma las mismas medidas que supimos defaultear.

Pero igual hubo toro campeón, y lo llamaron Mbappé, como el joven futbolista francés que nos llenó de goles. Todo un símbolo, como que hace 10 años al campeón lo llamaron Cleto, quien con “su voto no positivo” logró favorecer a los productores de soja cuando el precio es elevado, y cuando todo sale mal, el pez grande se come al chico y ya.

Impresionante la capacidad de los rurales para denominar a sus campeones con nombres un tanto enojosos y dolorosos para el resto de los argentinos. Pero esa es nuestra novela “los ricos no piden permiso”.

Ah, quizás este detalle no sea público, pero a la ternera campeona la llamaron “Pituca”. Según cierto rumor jamás chequeado (en esta columna no aceptamos cheques), pensaban llamarla “Mariu” en homenaje a la susodicha, que es tan terna. Pero después les dio miedo de quedar pegados como aportantes truchos (en verdad no son truchos. La mayoría, aporta, y mucho, para que el resto de los argentinos sea cada vez más pobres).

El tema es que, tal como en el Mundial cuando decíamos con orgullo que perdimos contra el campeón y el subcampeón, seguimos glorificando la derrota, como cuando llamamos a las avenidas “Monroe”, “Roca”, “Rivadavia”. En cualquier momento Boulevard Baring Brothers, Avenida del Endeduador Cavallo, Pasaje Plan Bonex, Plaza Baldío Dujovne, y por qué no, Centro Cultural Singer.

Y si hablamos de derrotas, la economía… uh. ¿Vieron que desde un tiempo a esta parte, cada vez pagamos más y debemos más? No entiendo, pero disculpen, no soy economista. Siempre creí que uno pedía plata para comprarse algo, pónganle una casa, un auto, una yogurtera. Y pagaba lo que debía, porque se había comprado algo. Vale decir: tenía algo, y por eso se endeudó y debe pagar.

Pero el Sumo Maurífice hace magia, y “modernizó” los tiempos. Ahora pagamos solamente para poder endeudarnos más, y nos endeudamos al solo efecto de seguir pagando. Sin nada en el medio. Verdaderos genios, porque están en una botella y salen para concederles deseos a sus amigos. Tres deseos, que quizás se llamen F, M e I.

Pero como alguien tiene que salirles de garante, al Sumo Maurifice no se le ocurrió peor idea que llamar a los militares, para que firmen. Para que sean ellos quienes paguen, o, peor aún  se aseguren de que seamos todas nosotros y todos nosotras los que paguemos y paguemas.

Por si la economía no resiste. ¿Y por qué no resistiría la economía?  Será que es muy linda y vistosa y fuerte hacia afuera, pero porosa, fácilmente rompible y terriblemente frágil hacia adentro?

¿Será “pura pinta” la economía?  ¿Será de porcelana, Albino no lo permita?

Nos vemos en la próximo, o en el próxima.

@humoristarudy