“Después del estreno me encierro en un spa”, bromea Marcelo Savignone. Es que al debut del martes con el Ballet del Teatro San Martín Ensueño, a las clases en su propio estudio teatral, suma el estreno de Cruel, un trabajo inspirado en Ricardo III que tras un año de elaboración, acaba de desembarcar en la sala Capilla del Centro Cultural Recoleta. Desde el sábado pasado, el director y actor se pone en la piel del príncipe que, a pesar de su deformidad física –era rengo y jorobado, lo llamaban “El chancho”– alcanza el poder destruyendo todo lo que se le interpone. Savignone ya abordó a Shakespeare en el unipersonal Hamlet por Hamlet, después vino Chéjov (Una Vania y Mis tres hermanas) y ahora vuelve al autor inglés, secundado por un elenco de nueve personas que incorpora máscaras, una poderosa batería al fondo del escenario y un clima lúgubre y onírico. “Tenía ganas de ponerle el cuerpo a un tirano. Ricardo III es el marginado que a través de la manipulación y de la ironía llega al poder y sólo su propia conciencia lo detiene. Es símbolo de la maldad, de la destrucción, un espejo que nos sigue interpelando”, sostiene. Por su parte, Estaràs tiene que regresar enseguida a Bélgica para estrenar The Jewish Connection Project, una pieza de cinco bailarines sobre la identidad judía. “Yo bailo también y nos interesó meternos con ese tema. ¿Es algo impuesto, es una carga, es algo que uno elige?”, advierte la creadora. Además, junto a otra coreógrafa argentina radicada en Europa, Constanza Macras, la cordobesa montó un proyecto en Sudáfrica con chicos y jóvenes de Hillbrow, un barrio marginal de la capital de ese país. “Es un barrio muy peligroso y trabajamos con chicos que cantan, bailan, actúan, rapean. En la obra ellos expresan sus preocupaciones, sus ideas sobre el futuro. Cómo van a sobrevivir en ese contexto”, cuenta. El trabajo ya se presentó en su lugar de origen, en Berlín y Valencia. Con una pata en lo social y otra en lo artístico, Estaràs quisiera que el proyecto Hillbrowfication siga rodando.